Si algo nos ha dejado esta situación que vive parte del país, es que las contradicciones se han avivado, y eso no es malo. Esto lo podemos corroborar haciendo un análisis en el discurso de quienes plantean seguir en las calles, pues es evidente que el odio contra-revolucionario se ha alimentado, la resistencia al cambio se profundiza y el anticomunismo coge fuerza entre los sectores de la oposición, sumado a ello, hay una ausencia tremenda en cuanto a propuestas alternativas para consolidar un país mejor. La oposición desesperada, recurrirá a cualquier método para derrocar a la revolución, pues está consciente de que éste pueblo defenderá los logros que ha venido alcanzando como parte de sus luchas contra el gran capital y su modo de vida.
Destrocemos el patrimonio de todos y que nadie se haga responsable! Que se vaya ya! Fuera el castro comunismo! Y un largo etc... un rosario de clamores infundados por sectores radicales de derecha, que atentan contra el proceso de democratización permanente que está viviendo el país en la actualidad.
De esta forma, no deja de llamar la atención el hecho de que se criminalicen, por parte de la derecha fascista, a los colectivos y a los movimientos sociales, pues para nadie es un secreto de que estos últimos son el motor fundamental para la profundización de cualquier proceso de transformación revolucionaria, y pareciera que los sectores oposicionistas lo tuvieran bien claro. Lo cierto es que la criminalización de pobreza, la criminalización de protesta, ergo, la criminalización de toda acción colectiva, no es más que la lógica “ética” con la que funcionan los regímenes despóticos al servicio del capital, pues ideológicamente el individualismo, la competencia y la negación del conflicto, forman parte de los “valores” fundamentales con los que el capital mantiene sus esquemas de re-producción. Esa pretensión, de instalar la idea, de que la ciudadanía individualizada puede alcanzar proyectos políticos, proyectos que aparentemente no tienen objetivos y ni agendas, no es más que una farsa, pues se evidencia sin duda alguna, que entre los sectores de derecha existen movidas colectivas, las cuales apuntan a proyectos comunes; Incitar a una guerra, a una intervención extranjera o derrocar al gobierno, el cual, de más está decirlo fue constituido constitucional y democráticamente por el voto popular, forma parte de planteamientos realizados por sectores de ultra Derecha, que en todo caso no se conoce como parte de una construcción colectiva; Niega lo colectivo, aunque se trabaje en grupo, pues los intereses individuales marcan la pauta a la hora de desarrollar acciones conjuntas. En ese mismo contexto se habla de una ciudadanía individualizada que no se organiza ni se preocupa por consolidar una identidad colectiva, en cuanto a territorialidad, historia y cultura, no es más que un amasijo de hipócritas, que al final competirán con sus “compañeros”, eventuales en las protestas, potenciales enemigos en la competencia capitalista, donde sobre vive el más fuerte, o el más hábil, o el más ladrón. Un embuste clásico para que la dominación se reproduzca en todas sus formas.
Con esto expuesto, creemos que es necesario revisar algunas definiciones teóricas relacionadas a los términos: colectivos y Movimientos Sociales.
Si damos una mirada rápida, podemos encontrar, que colectivo puede ser definido como un grupo de personas que comparten objetos de interés o que trabajan juntos, pero que no necesariamente tienen un objetivo en común. Se caracterizan por compartir y ejercer poder político y social, y tomar decisiones basados en el consenso y principios igualitarios. No obstante, cuando hacemos un ejercicio retrospectivo (histórico), podemos encontrar que el trabajo colectivo, refleja la solidaridad que, por lo menos en el caso Nuestro Americano, ha sido una constante de nuestro ser-hacer como pueblo. En los andes, por ejemplo, encontramos figuras como la cayapa, la mano vuelta y el convite, que son expresión histórica de lo que hemos sido, somos y seguramente seremos, con reuniones para la planificación, toma de decisiones colectivas, diálogo abierto y trabajo transformador co-laborativo.
No es muy distinta la visión conceptual que se tiene de los Movimientos Sociales, que vendrían a ser reflejo de actuaciones colectivas, a nuestro juicio un poco más maduras, en cuanto a los objetivos comunes e identidad construida colectivamente. De esta forma Elizabeth Jelin (1986), nos dice, que: Los movimientos sociales son aquellas acciones colectivas con alta participación de base que utilizan canales no institucionalizados y que, al mismo tiempo que van elaborando sus demandas, van encontrando formas de acción para expresarlas y se van constituyendo en sujetos colectivos, es decir, reconociéndose como grupo o categoría social. Agregaríamos que los movimientos sociales no son otra cosa que el motor, que mueve las transformaciones sociales. Es decir, Los movimientos sociales han sido los que han impulsado los procesos de democratización de América latina, y eso es un punto de honor, para derrumbar las ideas, de que compitiendo individualmente se alcanzan objetivos colectivos. Diez mil farsas pululan por los ambientes y las cabezas de quienes bajo ropajes rebeldes, hacen el papel de reaccionarios, misioneros de la regresión histórica, conservadores cobardes, temerosos a la historia por escribir. El capitalismo es una esquizofrénica cadena de farsas, que a conveniencia desprestigia a quienes le hacen resistencia. Así Los colectivos y los Movimientos Sociales no son más que espacios para la construcción colectiva y la resistencia ante los abusos del sistema y de sus servidores. Mirando así las cosas, los güarimberos golpistas y quienes los financian, son servidores complacientes de los intereses del gran capital, poniendo en práctica el abuso y la desestabilización a toda la población; Son un problema! y se resuelve con organización popular. Organización no para perseguir o violentar, sino para construir nuevas formas de entender la política, que en última instancia debe estar al servicio de la gente y no del mercado.
El miedo a lo otro, a los otros, al cambio, al futuro, ha generado que en algunas zonas residenciales donde aun perviven las Güarimbas, se afiance la resistencia al cambio y se instale lo que hemos denominado la “cultura paraca”. Te pago para, que me “protejas” de los colectivos Chavistas, cerramos el libre transito para que las hordas “castro-comunistas” no invadan nuestras residencias de bien, pagamos para que esa chusma no nos robe a nuestras hijas. ¡Pagamos! aunque suene en colectivo, sólo pagamos, luego de eso nos encerramos en nuestras casas, sin importar lo que ocurra afuera, sin demostrar interés alguno por los problemas de mi vecino. Pagamos, con eso solucionamos todo. Individualismo puro.
La apología al dinero no es sino eso, el individualismo y la competencia, pero sobre todo la intransigencia a aceptar de que algunos se junten para hacer las cosas de forma diferente, incluso, evitar que se junten para que en colectivo sean mejores que los “meritocráticos” que se rascan el ego con papeles avalados por la academia.
Podíamos concluir que si: Un movimiento social es un actor colectivo que interviene en el proceso de cambio social” (Rudolph Heberle, 1951), estaríamos en definitiva, de acuerdo con la derecha fascista, pues ellos ven en la fuerza colectiva del pueblo trabajador el motor para la construcción de una nueva historia. ¿Colectivo? El capital no los permite, es una grosería, es revolucionario. Atenta contra los intereses individuales.
Resguardar la vida y alcanzar la paz revolucionaria, es un hecho colectivo, jamás será producto de luchas individualizadas, descontextualizadas, a-críticas y alienadas por las industrias culturales de los medios de comunicación. O nos salvamos todos, en comunión, o nos iremos al foso, incluso tú, con tus adorados billetes, tu hermosa camioneta y tus títulos extraordinarios. Pensar en colectivo, es pensar en el futuro, es seguir avanzando por la construcción de una humanidad más Humana.
Somos mayoría.
Juntos somos más fuertes y más inteligentes.
Viva la calle libre con los Movimientos sociales revolucionarios.
Destrocemos el patrimonio de todos y que nadie se haga responsable! Que se vaya ya! Fuera el castro comunismo! Y un largo etc... un rosario de clamores infundados por sectores radicales de derecha, que atentan contra el proceso de democratización permanente que está viviendo el país en la actualidad.
De esta forma, no deja de llamar la atención el hecho de que se criminalicen, por parte de la derecha fascista, a los colectivos y a los movimientos sociales, pues para nadie es un secreto de que estos últimos son el motor fundamental para la profundización de cualquier proceso de transformación revolucionaria, y pareciera que los sectores oposicionistas lo tuvieran bien claro. Lo cierto es que la criminalización de pobreza, la criminalización de protesta, ergo, la criminalización de toda acción colectiva, no es más que la lógica “ética” con la que funcionan los regímenes despóticos al servicio del capital, pues ideológicamente el individualismo, la competencia y la negación del conflicto, forman parte de los “valores” fundamentales con los que el capital mantiene sus esquemas de re-producción. Esa pretensión, de instalar la idea, de que la ciudadanía individualizada puede alcanzar proyectos políticos, proyectos que aparentemente no tienen objetivos y ni agendas, no es más que una farsa, pues se evidencia sin duda alguna, que entre los sectores de derecha existen movidas colectivas, las cuales apuntan a proyectos comunes; Incitar a una guerra, a una intervención extranjera o derrocar al gobierno, el cual, de más está decirlo fue constituido constitucional y democráticamente por el voto popular, forma parte de planteamientos realizados por sectores de ultra Derecha, que en todo caso no se conoce como parte de una construcción colectiva; Niega lo colectivo, aunque se trabaje en grupo, pues los intereses individuales marcan la pauta a la hora de desarrollar acciones conjuntas. En ese mismo contexto se habla de una ciudadanía individualizada que no se organiza ni se preocupa por consolidar una identidad colectiva, en cuanto a territorialidad, historia y cultura, no es más que un amasijo de hipócritas, que al final competirán con sus “compañeros”, eventuales en las protestas, potenciales enemigos en la competencia capitalista, donde sobre vive el más fuerte, o el más hábil, o el más ladrón. Un embuste clásico para que la dominación se reproduzca en todas sus formas.
Con esto expuesto, creemos que es necesario revisar algunas definiciones teóricas relacionadas a los términos: colectivos y Movimientos Sociales.
Si damos una mirada rápida, podemos encontrar, que colectivo puede ser definido como un grupo de personas que comparten objetos de interés o que trabajan juntos, pero que no necesariamente tienen un objetivo en común. Se caracterizan por compartir y ejercer poder político y social, y tomar decisiones basados en el consenso y principios igualitarios. No obstante, cuando hacemos un ejercicio retrospectivo (histórico), podemos encontrar que el trabajo colectivo, refleja la solidaridad que, por lo menos en el caso Nuestro Americano, ha sido una constante de nuestro ser-hacer como pueblo. En los andes, por ejemplo, encontramos figuras como la cayapa, la mano vuelta y el convite, que son expresión histórica de lo que hemos sido, somos y seguramente seremos, con reuniones para la planificación, toma de decisiones colectivas, diálogo abierto y trabajo transformador co-laborativo.
No es muy distinta la visión conceptual que se tiene de los Movimientos Sociales, que vendrían a ser reflejo de actuaciones colectivas, a nuestro juicio un poco más maduras, en cuanto a los objetivos comunes e identidad construida colectivamente. De esta forma Elizabeth Jelin (1986), nos dice, que: Los movimientos sociales son aquellas acciones colectivas con alta participación de base que utilizan canales no institucionalizados y que, al mismo tiempo que van elaborando sus demandas, van encontrando formas de acción para expresarlas y se van constituyendo en sujetos colectivos, es decir, reconociéndose como grupo o categoría social. Agregaríamos que los movimientos sociales no son otra cosa que el motor, que mueve las transformaciones sociales. Es decir, Los movimientos sociales han sido los que han impulsado los procesos de democratización de América latina, y eso es un punto de honor, para derrumbar las ideas, de que compitiendo individualmente se alcanzan objetivos colectivos. Diez mil farsas pululan por los ambientes y las cabezas de quienes bajo ropajes rebeldes, hacen el papel de reaccionarios, misioneros de la regresión histórica, conservadores cobardes, temerosos a la historia por escribir. El capitalismo es una esquizofrénica cadena de farsas, que a conveniencia desprestigia a quienes le hacen resistencia. Así Los colectivos y los Movimientos Sociales no son más que espacios para la construcción colectiva y la resistencia ante los abusos del sistema y de sus servidores. Mirando así las cosas, los güarimberos golpistas y quienes los financian, son servidores complacientes de los intereses del gran capital, poniendo en práctica el abuso y la desestabilización a toda la población; Son un problema! y se resuelve con organización popular. Organización no para perseguir o violentar, sino para construir nuevas formas de entender la política, que en última instancia debe estar al servicio de la gente y no del mercado.
El miedo a lo otro, a los otros, al cambio, al futuro, ha generado que en algunas zonas residenciales donde aun perviven las Güarimbas, se afiance la resistencia al cambio y se instale lo que hemos denominado la “cultura paraca”. Te pago para, que me “protejas” de los colectivos Chavistas, cerramos el libre transito para que las hordas “castro-comunistas” no invadan nuestras residencias de bien, pagamos para que esa chusma no nos robe a nuestras hijas. ¡Pagamos! aunque suene en colectivo, sólo pagamos, luego de eso nos encerramos en nuestras casas, sin importar lo que ocurra afuera, sin demostrar interés alguno por los problemas de mi vecino. Pagamos, con eso solucionamos todo. Individualismo puro.
La apología al dinero no es sino eso, el individualismo y la competencia, pero sobre todo la intransigencia a aceptar de que algunos se junten para hacer las cosas de forma diferente, incluso, evitar que se junten para que en colectivo sean mejores que los “meritocráticos” que se rascan el ego con papeles avalados por la academia.
Podíamos concluir que si: Un movimiento social es un actor colectivo que interviene en el proceso de cambio social” (Rudolph Heberle, 1951), estaríamos en definitiva, de acuerdo con la derecha fascista, pues ellos ven en la fuerza colectiva del pueblo trabajador el motor para la construcción de una nueva historia. ¿Colectivo? El capital no los permite, es una grosería, es revolucionario. Atenta contra los intereses individuales.
Resguardar la vida y alcanzar la paz revolucionaria, es un hecho colectivo, jamás será producto de luchas individualizadas, descontextualizadas, a-críticas y alienadas por las industrias culturales de los medios de comunicación. O nos salvamos todos, en comunión, o nos iremos al foso, incluso tú, con tus adorados billetes, tu hermosa camioneta y tus títulos extraordinarios. Pensar en colectivo, es pensar en el futuro, es seguir avanzando por la construcción de una humanidad más Humana.
Somos mayoría.
Juntos somos más fuertes y más inteligentes.
Viva la calle libre con los Movimientos sociales revolucionarios.
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