Crónica de una peregrinación para visitar la tumba del padre cantor.
Xavier Rodríguez
Centro de Investigación en Pensamiento Crítico Decolonial Enrique Dussel
Xavier Rodríguez
Centro de Investigación en Pensamiento Crítico Decolonial Enrique Dussel
Son miles. Miles de
mujeres y hombres, peregrinos. Son devotos del canto rebelde. Son
insurgentes de la palabra y la acción. Son los desordenados, los
malhablados, los desbocados, malaconducta. Son bacantes de un rito,
cultura que apesta, la contradicción. Son la levadura que hace
posible un pan de versos. Son, somos y seremos por siempre los
panfletarios del cuento. Y como si una fuerza magnética nos
congregara, hemos venido a esta tierra, para llegar al santuario
donde descansa el padre cantor de nuestro pueblo, Alí Primera (1941
- 1985).
La turba no sería
turba, sino no la acompaña la tormenta, un huracán, el vendaval de
las canciones, de imágenes, de sonido bestial. Es la algarabía. La
fiesta insurgente. El éxtasis. La turba bailando, que ha tomado
Punto Fijo y que ha llegado dispuesta a no dormir, moviéndose en
caravana a lo largo del país para recordarle a este poblado, a Alí
y a ella misma, el origen de ese mar de fueguitos.
A quinientos
kilómetros del punto inicial de donde partió, la peregrinación se
inició hace apenas 14 horas. Pero si la medimos con el reloj de la
historia, surge la duda de si comenzó hace treinta, cien o
quinientos años.
En medio de una
parada de autobuses me surgen las primeras preguntas, entre polvo,
humo y ese olor tan propio de la gasolina, ¿Será
posible hilvanar un concepto, enfocar una visión, en torno al
fenómeno que significa Alí Primera en la cultura venezolana,
incluso más allá
de las fronteras, en la cultura Nuestroamericana?
La pregunta me
sobrepasa, el camino es largo.
...Flores
rojas, puño en alto...
El ritual se daría por vez primera vez en el barrio suburbano La Vela (hoy Barrio Alí Primera), lugar de la última vigilia que tuviera el cantor, ese lunes 18 de febrero “millares de personas, infinidad de ellas, procedentes de las diversas latitudes del país siguieron el cortejo fúnebre, con los restos mortales del cantautor Alí Primera”.La inmensa caravana de automóviles y “gente de a pié” inundaban la ciudad, el sol irradiaba con la fuerza torrencial del dolor del pueblo paraguanero. Por espacio de cuatro horas la ciudad de Punto Fijo fue testigo del más grande peregrinaje jamás visto en estas tierras, la juventud, los obreros petroleros, los militantes de las izquierdas más variadas, y los más diversos sectores marcharon ocho kilómetros desde el Barrio La Vela hasta el Cementerio Municipal de Santa Elena, “como consecuencia de la avalancha humana que se observaba deseosa de estar lo más cerca posible del féretro antes de la inhumación, el espacio físico del Cementerio, resultó realmente insuficiente”.(Humberto Zavala Guerrero, Breve Historia de la Marcha de los Claveles Rojos)
Son las declaraciones más antiguas que se consiguen en la red,
con respecto a la marcha de los claveles. Treinta y dos años después me
encuentro en el ingenio Bolívar, San Mateo, es una mañana soleada
muy soleada en este pequeño poblado enclavado en un valle del estado
Aragua. Es la primera parada de la Caravana que se dirige a la Casa Museo de Alí Primera.
Tenía
muchos años sin visitar este poblado, y su principal hito histórico,
el ingenio
donde el Libertador Simón Bolívar cuentan pasó parte de su niñez.
Los recuerdos de mi última visita casi han sido expulsados de mi
memoria. Con pesar, me doy cuenta que debo hacer un esfuerzo
considerable para recordar.
Cuando
la caravana llega, se prende la fiesta entre todos los presentes. Un
niño de la población recita un poema y lo mezcla con los versos de
Tin Marín,
provocando una ovación, luego en canto común entonan La
canción del lunerito.
Media hora después,
montado en unos de los autobuses rojos yu tong, saludo a algunos
conocidos y me cuelo entre los asistentes de la caravana.
Las horas, la
percepción del tiempo se dilata, salí de casa a las 7am, llegué a
San Mateo a las 9, la caravana llegó a las 10:30, de allí siguió
hasta Puerto Cabello, donde estuvo detenida cerca de hora y media o
quizás dos horas, en los espacios del Monumento de Embellecimiento o
Parque Turístico de Morón donde también se prendió el jolgorio.
Siguió la ruta, hizo varias paradas, una de ellas cerca de Tucacas.
Llegamos a Punto Fijo casi a las 9 de la noche.
Entre
los vehículos que conforman la caravana, se encuentra un camión donde
la gente deposita sus claveles rojos, con sorpresa observo como va
llenándose de las ofrendas que se van haciendo a la lo largo de la ruta.
Fotografía: Huacho Nacho. |
Fotografía: Huacho Nacho. |
Me muevo entre grupos
de cantores, 40, 50, 60, 100, son grupos de gente cantando temas de
Alí como si hubiesen ensayado para la ocasión, provienen de
distintos estados del país, se han encontrado en las calles, en el
festival, en la casa de Alí, en el Centro Ecológico Pangea. Bailan
y cantan al unísono, por hoy la alegría es ley.
Fotografía: Huacho Nacho. |
Mientras el
escenario va dando paso a distintos cantores, entre ellos, los hijos
del cantor, Sandino y Florentino Primera, Amaranta,
Agua Salá, Gino González, los Cultores Rebelaos, entre muchos
otros, la fiesta se va poniendo mejor, circulan muchos mensajes de
corte antimperialista y se prolongan las presentaciones hasta bien
entrada la madrugada.
Entre
tantas manifestaciones de resistencia cultural, la insurgencia se
muestra hermanada. Es una muestra de rebeldía, que a los ojos de los
grandes conglomerados mediáticos no encuentra acomodo en sus encuadres y
focos ¿qué encubre la exposición? ¿qué encubre el silencio?
Fotografía: Huacho Nacho. |
Camino al cementerio de Santa Elena
El domingo 19, antes
de ir a la marcha me doy un baño en el Mar Caribe.
La
marcha sale desde la casa de Alí, que se encuentra ubicada en el
antiguo Barrio La Vela, hoy Barrio
Alí Primera, uno de los tres poblados que tienen cabida en el
territorio nacional. El recorrido de ocho kilómetros se convierte
en un autentico carnaval de canto y color. Entre
las canciones que más eco tienen en la gente, están Tin
Marín, Mama Pancha y Camarada.
Un marionetero va dibujando sonrisas entre la multitud que se agolpa haciendo danzar a una pareja en el aire. Hay niños por
doquier, tocando sus cuatros, yendo en sus bicicletas, al son de la
marcha. Una doña lleva un cuadro, muestra a Alí tocando la
guitarra, es un Alí hecho de nubes que surca el firmamento, que se
alza sobre esta tierra agreste, esta tierra de hijos del sol.
Me
dejo llevar por la multitud hasta el cementerio de Santa Elena, con
un aliento largo entramos entonando Camarada,
un canto perenne que me arrastra hacia el interior de la tumba.
Nuevamente, se cumple el designio, como hace tres décadas, con un
recinto que se encuentra a reventar. Cuando logro entrar me recibe
una imagen escultórica del cantor, en ella Alí parece un avatar de
nuevo milenio, y nosotros sus acérrimos seguidores, apiñados,
sudados, roncos de tanto cantar, elevando versos. La lápida del
poeta solo dice Yiyo.
Padre cantor.
Un recordatorio cercano, amoroso, tal como le decían sus hermanos y
su madre, que descansa en la misma fosa, cuya lápida dice Abuela
Carmen Adela, Vientre Sonoro.
A
todo pulmón los presentes entonamos la canción del Gallopinto ...no
se marchará, siempre cantará, la música fresca de su manantial...
De
un vientre sonoro nació, en una espiral de canciones ha de descansar...
Y volver...
La imagen escultórica del cantor. |
Volver
a enumerar la lista de canciones de Alí que se cantaron durante la
visita, equivale a revisar
la discografía del cantor del pueblo.
Para efectos de este relato, hemos realizado esta lista de reproducción de los temas que allí se cantaron y se contaron.
Yo regresé a mi casa
en otro autobús, distinto al que había abordado desde el comienzo.
Había muchos jóvenes, apenas al entrar se lograba percibir un
olorcito a marihuana, en medio de un ambiente de buena vibra y
euforia. Por los parlantes iba brotando a todo volumen Fito Páez,
Molotov, John Lennon, Soda Stereo, The Beatles, Elton John, Charly
García, Paralamas, Zapato 3... Y por supuesto, Alí Primera. Era la
mini rumba rodante luego de la fiesta principal.
Fue
en medio la carretera cuando empecé estas notas en mi fiel y gastada
libreta roja. La rumba llega a su clímax, mientras garabateo mis
recuerdos e ideas. Por los parlantes suenan los primeros acordes de I
wan't to break free
de Queen. La bulla y el baile toman la pista.
El conductor, de
cabello bastante canoso, quizás de unos cuarenta o menos, no despega
la mirada de la carretera. Desde su puesto de comando, va cantando
las canciones que salen por los parlantes. Una segunda mirada a
través de los espejos convexos del vehículo reconstruye una visual
escheriana muy psicodélica del personaje: aplicado en su
responsabilidad, luce lentes polarizados femeninos para protegerse
del sol, junto con una bufanda de marabú rosado. Una imagen a medio
camino entre la elegancia y el collage, que contrasta marcadamente
con el paisaje de los médanos que vamos dejando atrás.
Fotografía: Huacho Nacho. |
Cuestión
de estética o no, es indudable la vorágine simbólica. Me pregunto
si acaso
estaremos
haciendo posible una
estética de lo viable, que nazca desde y en pro de nuestros procesos
de vida, individuales y colectivos, una estética para liberar, una
ética para mirar. Probablemente
el repertorio de Alí pueda dar cuenta de como lo diverso, lo
excluido, lo marginal se pueden convertir en motivo creador e
inspirador, que como el mismo dice en una canción, con
mil corazones dentro te está llamando a luchar...
Tuvo el cantor siempre tiempo para escribirle a los desaparecidos, a
los artistas mal considerados menores por esta sociedad, a la
desigualdad, al internacionalismo, a la solidaridad, a la ternura, al
grito ahogado, a la intemperie, a la historia, a la lucha de clases,
a la corrupción, a los oportunistas, al pueblo trabajador, al
petróleo, a la religión y a la espiritualidad, al festejo y la
parranda, pero también al olvido y la memoria.
Aunque
la peregrinación ha finalizado, es el punto de partida de estas notas
que van surgiendo plagadas de interrogantes, al margen de todos los
caminos, mientras el sol comienza a ocultarse. Son preguntas necesarias.
No me intimidan. El paisaje y el pueblo me acompañan.
…desandando
la historia a trote limpio
oigo que pasa
relinchando algún caballo
no sé el color,
pero en la oscuridad
lo que importa son
los pasos.
Y aunque el pueblo
parezca aletargado
estoy seguro que
conserva en la memoria
que alguna vez, en
algún sitio de la historia
galopó sobre esta
tierra ese caballo...
(A.P.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario