viernes, 18 de diciembre de 2020

Las infancias como germen de la comuna

 José Luis Omaña

Simón Rodríguez le dio a la primera infancia el estatus de sujeto histórico de la revolución política. Con niñas y niños acostumbrados a autogobernarse se construye la toparquía, se construye el proyecto del poder popular bolivariano.

El autogobierno comunitario se aprende desde la infancia. La educación popular es la vía para lograr ese aprendizaje, y la escuela pública comunitaria es el lugar de su realización.

Hablamos de la escuela entendida como motor del nuevo sistema social, corazón y eje de la trama política y económica comunal. La escuela al servicio del proyecto productivo, científico y filosófico de la comuna. La escuela que reproduce los valores y el espíritu del estado comunal, desde sus infancias, con su propio currículo, con su propio proyecto pedagógico.

La primera infancia es la base de la construcción de la comuna. Es la garantía de su estabilidad política de largo aliento, la garantía de su trascendencia y de su porvenir.

Las y los comuneritos son los cimientos del Estado Comunal.

"Comiéncese el edificio social por los cimientos no por el techo. Los niños son las piedras", escribió Simón Rodríguez.

Cada comuna podría darse a sí misma la escuela que necesita, y así poner a germinar la semilla humana de su propio destino.

La propuesta de Rodríguez es la de colonizar el territorio con sus propios habitantes (comenzando por los más empobrecidos) a través de la escuela como espacio-tiempo para forjar en la gente, desde la infancia, la costumbre de autogobernarse a partir del principio de alteridad e interdependencia común-unitaria. A punta de una costumbre así, la solidaridad humana sería instintiva.

Es una propuesta política y pedagógica muy sencilla que hasta ahora no hemos podido realizar del todo debido a la dependencia del lugar que ocupamos en el sistema-mundo, asunto este que el mismo Rodríguez denunciaba en sus escritos.

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