Cuando
Fidel Castro, jefe máximo de la Revolución cubana que falleció el
pasado 25 de noviembre, fue detenido en una prisión al norte de Santiago
por el fallido asalto al Cuartel Moncada en 1953, gran parte de su
tiempo se sumergió en los libros, de los cuales, con sus temas variados
de historia, filosofía, ciencia y literatura, logró cosechar las
influencias que dejaron en él.
Fue en este periodo cuando, se presume, su ideología política y el panorama del Estado cubano moderno florecieron.
En aquélla celda que lo limitó bajo las
sombras, Fidel Castro buscó la inspiración en las obras de Kant, Freud,
Shakespeare, Munthe, Maugham y Dostoyevsky, pero uno de los libros que
más motivó su pensamiento no sólo político fue “Por quien doblan las
campanas”, del autor estadounidense Ernest Hemingway.
La historia que encierra la novela es
narrada por Robert Jordan, un guerrillero estadounidense en la Guerra
Civil de España que, en su lucha por los Republicanos y contra los
fascistas, conoce a María, una combatiente española con la que planeará
un ataque contra una ruta de transporte del enemigo.
Para Fidel Castro, la historia vale por
su resistencia, solidaridad y lucha por la justicia, que resumirían
después a la Revolución.
El título es tomado del poema de John
Donne “Ningún hombre es una isla”, que también habla de la camaradería
humana. En el poema, Donne escribió: “Ninguna muerte me disminuye, /
porque yo estoy inmerso en la humanidad”.
Los mismos sentimientos resuenan en la
obra de Hemingway, en la que uno de los personajes cuestiona “¿Por qué
nacimos si no es para ayudar a otros?”, y después menciona: “Yo soy tú y
tú eres yo y todo el uno es el otro”.
Con el mismo libro, Fidel también retomó las lecciones de cómo mantener una guerrilla en el combate.
En una entrevista con los escritores
estadounidenses Kirby Jones y Frank Mankiewicz en 1975, Fidel reveló:
“De los autores estadounidenses, Hemingway es uno de mis favoritos”.
“Yo leí ‘Por quién doblan las campanas’
cuando era un estudiante… Hemingway habló sobre diferenciar un grupo
combatiente guerrillero de un ejército convencional… la novela fue una
de los trabajos que me ayudó a trazar estrategias para pelear contra el
ejército de Batista”, relató.
Hasta hoy, las palabras que pronunció
continúan con la fuerza y la convicción del espíritu de lucha, pues “si
nosotros ganamos aquí, nosotros ganamos en todas partes. El mundo es un
buen lugar y vale la pena luchar por él y yo odio abandonar la pelea”,
dijo.
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