jueves, 23 de marzo de 2017

El guiso de los medicamentos en Mérida. Por Lenin Altuve.

Mérida, febrero, 2017.
Crónica de un calvario:
El día 13 de febrero me acerqué a la sede de Fundafarmacia ( red de farmacias sociales) con el fin de investigar y corroborar una información de un allegado que me notificó de una supuesta irregularidad en la oferta de medicamentos en este establecimiento. La denuncia consistía en que, al parecer un medicamento que esta persona necesitaba aparecía en la data del portal web de la cadena farmacéutica que es subsidiada por el Estado venezolano, pero que al ir a solicitarla, el personal negaba tenerla en el inventario; además de esto me aprestaba a investigar la delicada denuncia de varias personas que contacté, las mismas me participaron que a ciertas horas especificas, unas personas fuera del establecimiento recibían unas bolsas con lo que parecía ser una importante cantidad de insumos médicos, cosa por demás sospechosa. A eso de las dos y media de la tarde ingresé a la casa farmacéutica y solicité el medicamento que me había indicado el compañero para comprobar su disponibilidad, ya que efectivamente en el portal web aparecía en existencia, Tal cual me describió la fuente, el personal me notificó que no tenían en existencia el medicamento. Salí de la farmacia y con el objetivo de comprobar por mi mismo la historia sobre las supuestas personas que recibían al parecer de forma clandestina los paquetes sospechosos todos los días a eso de las 3 de la tarde, me senté muy cerca de la farmacia a esperar cual detective, cuando de repente recibí una llamada que sin saberlo, me iba a obligar a vivir en carne propia el calvario del guiso de los medicamentos en Venezuela. Esta es la crónica vivida por mí y que relato con conocimiento de causa.
La llamada era de mi esposa, que a la sazón estaba realizándose una ecografía ya que contaba con 9 semanas de embarazo “El bebé sufrió un infarto dentro del útero y no tiene signos vitales…” Me trasladé de inmediato al Centro Obstétrico (postergando de inmediato la investigación a la que me avocaba). No voy a relatar el impacto emocional y el dolor que nos causó esta noticia inesperada, ya que, los que han vivido esta situación saben lo que se siente, y los que no, se la imaginan. El informe de la especialista rezaba así:
CONCLUSIÓN: Embrión muerto retenido de 9 semanas.
CAUSA: Ausencia de cuerpo lúteo gestacional en ovarios.
Se sugiere evacuación uterina realizada por especialistas.
Allí comenzó la Odisea. De inmediato nos dirigimos con el informe médico a la sede del Seguro Social (I.V.S.S) ubicado en la AV. Las Américas; después de esperar aproximadamente una hora en la sala de emergencias, muy amablemente nos atendieron y sometieron a mi esposa a una revisión. Nos notificaron que para realizarle la intervención era necesario una cantidad de exámenes, una serie de insumos y principalmente un medicamento especial de nombre Misoprostol o en su ausencia Cytotec (que se encargan de dilatar el cuello uterino y generar contracciones en el útero para generar la expulsión del feto), y que debíamos obtenerlo lo más rápido posible ya que el feto llevaba varios días fallecido dentro del vientre y eso podía ser peligroso para la salud de mi esposa, también nos dijeron que no podían dejarla en observación ya que no había camas disponibles, y nos sugirieron visitar otros centros asistenciales públicos “a ver si teníamos suerte”. Lo primero que hicimos fue preguntar, informe en mano en el laboratorio del seguro social si estaban los reactivos disponibles para los exámenes pertinentes, la respuesta fue negativa; luego nos trasladamos al Hospital Universitario HULA en la Avenida 16 de Septiembre, la respuesta fue igual, no hay medicamentos, ni reactivos, ni camas.
Con la zozobra característica de quien atraviesa por estas situaciones y la esperanza de pasar lo más rápido posible por este penoso momento, envié a mi esposa a que intentara recibir atención en distintos centros asistenciales, mientras yo me avocaba a buscar los insumos y, en especial, el medicamento necesario para realizar la intervención. La respuesta luego de prolongadas esperas en todos los centros de atención médica fue idéntica, CAMIULA, Hospital Sor Juana Inés de la Cruz y Maternidad de Ejido “no hay insumos, ni camas disponibles!” Yo por mi parte recorrí todas las farmacias de la ciudad que me dio tiempo de visitar ya que para ese momento era tarde en la noche, sin suerte, nuevamente la respuesta que escuchaba una y otra vez era la misma; palabras más palabras menos, los trabajadores de las farmacias me informaban que ese medicamento estaba agotado en Venezuela, una de las personas que atendía me dijo que el medicamento lo fabricaba Laboratorios Pfizer y hace tiempo que no llegaba. De nueve farmacias que visité, en cuatro de ellas me dijeron algo que me hizo sentir consternado; luego de darme la negativa de la existencia del medicamento cada uno de los trabajadores como si de una puesta en escena ensayada por ellos al unísono se tratase, me llamaron aparte y me dijeron en voz baja que sabían de alguien que vendía las pastillas por fuera otro precio y que si quería me daban el número de teléfono, las dos primeras personas que me dieron esa alternativa les respondí con un ¡NO GRACIAS! Que mostraba una mezcla de desprecio e indignación por la situación. Luego, a las otras dos personas que hicieron lo mismo les acepté el número que me ofrecían, no sin sentir rabia y esperando no tener que llegar a eso. Frustrados y cansados nos dirigimos a nuestro hogar a descansar esperando tener suerte a la mañana siguiente.
Por recomendación de un familiar llamé al -0800 farmacia-, esperando obtener información de donde podía ubicar el medicamento. El operador que me atendió, fue muy paciente y cordial, me dijo que el medicamento se podía encontrar en las redes de farmacias Farmabien; me trasladé hasta las dos sucursales que hay en la ciudad; la respuesta… Negativa, al decirles que cuando llamé me remitieron a esas farmacias me dijeron que buscara en la pagina web de la farmacia para que corroborara que efectivamente no tenían al medicamento. Pero cosa curiosa, una de las muchas personas de nuestra familia y amigos que estaba buscando por cielo y tierra el medicamento, pudo contactar a una persona que laboraba en esta farmacia y que le dio la siguiente información “ese medicamento si llega pero el dueño no lo saca a la venta porque por fuera lo puede vender mucho más caro”, sin poder corroborar esta información y sin tiempo para hacerlo, seguí buscando en otras farmacias. Recorrí más de 25, la respuesta ya se la pueden imaginar.
Cabe destacar que el precio que me dieron de las venditas pastillas estaba entre 800 y 1500 bsf el blíster o frasco dependiendo de la presentación, y el médico nos había pedido 6 pastillas, cansado, desilusionado y asombrado de que en no menos de 10 establecimientos me ofrecieran el número de teléfono de alguien que aseguraban tenía las pastillas, y con el tiempo que apremiaba, decidí llamar a varios de ellos; mi sorpresa fue que todos nuevamente esbozaban más o menos el mismo discurso: “ las pastillas no las tengo yo, son de un primo.. Una prima, un amigo, un conocido, las vende individuales…” algunos me dijeron que las pastillas estaban fuera del blíster o empaque, y su precio oscilaba entre los 20 y 25 mil bsf. Es decir que debía contar al menos con 120 mil bsf, para compras unas pastillas de dudosa procedencia que en las farmacias debían tener un precio no mayor a los 1500bsf. Con miedo, indignación, rabia y mucha preocupación, luego de conseguir prestado el dinero, decidimos arriesgarnos en razón de la necesidad del momento a tranzar cual compradores de drogas ilícitas para obtener del medicamento, llegando a un kiosco de revista del centro de la ciudad con efectivo en mano, identificándome y preguntando por la persona que debía tener las pastillas, arriesgando a que me timaran o me robaran, pero aún peor, con el riesgo de que las pastillas no fueran verdaderas y causarle un daño mayor a mi esposa.
En resumen las pastillas resultaron ser las que pedían, a mi esposa no la pudieron atender en el centro asistencial y la mandaron a provocarse el aborto en su casa, y luego a regresar para el curetaje o legrado, y gracias a la providencia logramos salir bien de esta odisea.
Conclusiones: La situación actual de escases en rubros como los medicamentos en nuestro país más allá de la responsabilidad que tiene el Estado y la dinámica económica actual, tiene mucho que ver con el modo antiético que hemos adoptado los venezolanos para palear la coyuntura económica. El guiso, la viveza, el vivalapepismo, el amiguismo, el hacerse la vista gorda etc. Se ha enquistado en nuestra sociedad como antivalores, creando un círculo vicioso que obliga de una u otra manera a los ciudadanos a navegar entre esas aguas o a morir ahogado en ellas. Cuando mi esposa se trasladó a la maternidad de Ejido había una mujer joven de unos 24 años de edad con dos hijos a cuesta pasando por la misma situación que nosotros, con el agravante de que tenía mas de una semana con el niño muerto en su vientre, se veía desesperada y a todas luces de muy bajos recursos, en la maternidad no le dieron respuesta, ni la remitieron a ningún otro centro de asistencia, en sus ojos se veía la desesperanza del no saber que hacer. Quien sabe que sería de esa muchacha. Cuando nos dijeron en el Seguro Social que no había reactivos, mi esposa contactó a un familiar que trabaja en el laboratorio y por medio de ella le pudieron hacer los exámenes, eso quiere decir que los reactivos sí están, pero que los tienen destinados a ciertas personas no sé con que criterios (todos podemos imaginar cuales), de esta manera nos vimos inmersos y fuimos cómplices de situaciones irregulares, el amiguismo, la compra ilícita de medicamentos delicados que sólo deben ser obtenidos en centros especializados y con un récipe especial. Yo me pregunto ¿Son estos antivalores que sin duda alguna pululan en nuestra cotidianidad parte intrínseca de nosotros como cultura?, ¿Nos define? O por el contrario ¿La identidad del ser venezolano (todavía en constante formación) es aquella que le hace un tímido frente? Saquen ustedes sus propias conclusiones.

 

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