“Educar es más difícil que enseñar, porque para enseñar usted
necesita saber, pero para educar se precisa ser”
Paulo Freire.
Vale la pena, para comenzar este
tramo reflexivo, asumir un principio que nos parece importante tenerlo en
cuenta, y es que toda reflexión tiene sentido si quien escribe o reflexiona se
pone en situación de lo reflexionado, es decir, si nos miramos como parte del
problema o más pertinente aún, si el problema lo pasamos por el cuerpo, si lo
vivimos en carne viva, sólo así podremos luego, ser parte
de su solución. Comencemos:
Nuestra realidad está construida
sobre el piso de la modernidad-capitalista, realidad que en estos tiempos bajo
el nombre de neo-liberalismo nos constituye como sujetos pertinentes a ésa
forma de ser y estar en el mundo, es decir, seres cuya forma de vínculo con el
mundo es la instrumentalización, el descomprometimiento y la fragmentación. Nos
constituimos así porque somos el producto objetivo de la subjetividad de la
modernidad, del capital.[1]
Jorge Alemán, recordando a Lacan[2],
nos habla sobre los estragos que ha engendrado el discurso del capitalismo en
los últimos años. Nos muestra cómo es que este discurso que habla de la
libertad (libertad individual, de no tener ataduras), engendra seres que en su
acentuación en la individualidad van desdibujándose como personas para
convertirse en consumidores cuyas vidas van perdiendo sentido en un presentismo
instantáneo que termina ahogándose en un hedonismo vacío.
Nos parece importante apuntar aquí, que lo que constituye al sujeto moderno, aquel parido por el neo-liberalismo como hedonista e instantáneo, es el pertinente al modelo urbano, el habitante de la ciudad, que en pocas palabras es producido y reproduce la subjetividad del burgués, la cual ha sido impuesta como “universal” mediante prácticas sociales que se han naturalizado desde hace décadas y cuyos discursos, formas de ser y estar en el mundo son vividas como nuestras. La ciencia, la técnica, la filosofía y las formas de producir la vida de la modernidad, son ideologías que se han naturalizado de modo que estando inmersos no podemos ver sus contradicciones y sus estragos, porque el discurso de la modernidad se ha impuesto como condición ontológica de todo ser humano.[3]
De modo que cuando emerge la
contradicción en la vida personal de cada quien nos encontramos escasos de
posibilidad en comprender por qué nos pasa lo que nos pasa.
El ser humano concebido por la
modernidad-capitalista es un ser humano que se piensa solo y usa a los demás
como instrumento. El otro, la otredad aparece como un obstáculo para este
sujeto porque significa impedimento para “ejercer” su libertad, su
independencia. Por eso lo obvia o lo niega.
Esta libertad o independencia
concebida desde la modernidad, puede conllevar como ha sucedido desde 1492 a la
conformación de una subjetividad de la conquista, de supresión del otro para
satisfacer la necesidad de reconocimiento, que al no poder ser reconocido desde
el diálogo y la otredad, opta por constituir un yo tan potente que es conquistador. Es decir: forja el Ego
Conquiro. Los arquetipos o referentes del héroe solitario que emprende
aventuras es el signo de esta narrativa conquistadora que se torna imperial. Por
eso hablamos de conquistar la libertad, de conquistar una montaña, de
conquistar una medalla, de conquistar una mujer u hombre. La conquista como
forma de vincularnos asume al otro como objeto suplementario[4].
Ahora, en nuestra vida cotidiana
reproducimos en mayor o menor medida al ser de la modernidad que sabemos es
descomprometido y egoísta. La pregunta que nos hacemos desde este lugar es
¿cómo modificar esta realidad? Sabemos que dentro de la modernidad no podemos
solucionar un problema que a todas luces es de fondo, es ontológico. Bajo esta
concepción del mundo apelamos al solitas: cualidad de estar sin nadie más, o, a
estar sobre otros y ser acríticos reproductores ajustados a la
modernidad-capitalista. La modernidad es un mito impuesto que se ha
naturalizado, y que nos ha conducido hacia una atomización y repliegue en las
relaciones hasta el punto de empobrecer nuestra comunicación. Ya en lo andado
de este siglo, podemos ir dando cuenta que no hay integración comunitaria de
los seres humanos, sino aglutinamiento de soledades, una congregación de
elementos cuyos encuentros o prácticas empobrecidas no tienen futuro. Hacemos
el simulacro de juntarnos, pero no nos comprometemos. La forma de vida edificada
desde la ciudad, es afín desde su praxis, a un conglomerado de objetos pasivos que
se acerca más a la teoría de conjuntos planteada por la matemática que a la
noción de comunidad.[5]
La actitud necesaria para poder dar
cuenta de otro mundo y sus prácticas como respuesta a la pregunta anterior,
pasa por reconocer en primera instancia nuestra condición actual para luego
iniciar las transformaciones desde lo más íntimo de cada uno, que partiendo
desde un vínculo crítico amoroso dispuesto al cambio, podemos construir otro
mundo desde nuestras relaciones más íntimas junto con el otro[6]
para ir constituyendo al ser comunitario.
Es así que creemos y estamos
seguros que hay otras maneras desde las cuales podemos construir nuevo mundo,
que partiendo desde otros lugares de enunciación y desde otros mitos, nos
muestran prácticas concretas que son esperanza de que podemos ser distintos en
nuestra humanidad, veamos:
Si la concepción del humano bajo la
égida de la modernidad es el ego conquiro, la soledad y la instrumentación,
podemos entonces decir que su contracara es un nos-otros basado en la
comunicación, la comunión y la solidaridad que dan a luz a la comunidad como
otro modo de producir la vida.
Para otros pueblos, los mitos
constitutivos parten de la relación recíproca entre los seres humanos y la
naturaleza, en la necesidad de estar en con-junto para hacer el mundo, distinto
al mito de la modernidad en el que el mundo, el otro, es instrumento o cosa a
ser explotado.
Para el pueblo otavaleño, Kichwa, el
otro, es una dualidad complementaria e interdependiente, estos son aspectos
presentes en su mitología que permiten asumir la vida toda como una crianza y
como un cuidado.[7] Es decir,
desde la dualidad, desde lo distinto en con-junto se construye y se cría la
vida. Lo distinto se comunica para dar parto a lo nuevo, y la comunidad que es
la conjunción de los distintos complementarios aparece como necesaria para producir
la vida. Sin estas dualidades complementarias no habría ni familia, ni
comunidad, ni cosmos.[8]
Nos comenta Wankar Ariruma Kowii
Maldonado que en los principios del Sumak Kawsay las personas somos como las
plantas y la siembra que requieren del cuidado para que den sus frutos. El
nuevo ser humano que adviene al mundo es como la protéica semilla que emerge de
la fértil tierra para que reproduzca la vida, es decir, para que dé sus frutos
si le hemos cuidado bien.[9]
La comunidad, es decir el Ayllu[10]
para este pueblo andino, es la constitución de espacio-tiempo en el que están
presentes la pareja desde la dualidad en conjunción para que la vida se entrame.
Los lugares, los ancestros, los astros, el pasado, el presente y el futuro son
importantes en la constitución de la comunidad, es decir, la comunidad no es un
conjunto de objetos que se aglomeran, como lo es la teoría de los conjuntos
matemáticos. La comunidad es la conjunción de la vida en su complementariedad
que respetándose garantiza la continuidad de la misma y que en su práctica está
pensando en las generaciones por venir, es una práctica que supera el hedonismo
del presente, característico de la sociedad occidental.
Para Fernándo Huanacuni Mamani el
mundo occidental está enfermo, está en desiquilibrio[11];
la dualidad no se complementa sino que se rechaza, se incomunica, se fragmenta
la comunidad, la familia y la pareja. Por eso dice que aparecen relaciones
desechables, no sostenibles en el tiempo y por consiguiente decimos nosotros,
desaparece la comunidad, se desintegra[12].
Otro aspecto pertinente y que
creemos necesario en la constitución del ser comunitario y por consiguiente, de
liberación nuestro-americano[13]
es el reconocimiento de la dependencia y la vulnerabilidad como condiciones
necesarias para que el cuidado y la solidaridad tengan razón de ser como
práctica. Las condiciones de la vida son extremadamente vulnerables, la vida es
un fenómeno tan vulnerable que si hay más grados de temperatura o menos de los
que la tierra posee por su distancia al sol, la vida no podría ser, no se
podría manifestar. Por ello la comunidad y las relaciones son un delgado hilo
que pende del cuidado de los otros para que pueda ser.
Para Alasdair McIntyre, lo
comunitario es asumirse como un ser dependiente que necesita de la existencia
del otro y que entre las relaciones con los otros seamos capaces de recibir lo
que necesitamos y dar lo que el otro necesita. A esta condición o virtud, es lo
que él llama constituirse como un razonador práctico independiente. Es una
suerte de madurez psicológica y vital en que la independencia es la
co-responsabilidad con los otros. Es decir, la comunidad es posible si nos
asumimos como necesarios e interdependientes.
Así como para el mundo andino está
el Sumak Kawsay o el Sumak Qamaña, para la nación Lakota, del norte del
continente, aparece la relación comunitaria justa con la palabra Wancantognaka[14]
que designa el mismo principio para que la comunidad sea, es decir, el
principio de reciprocidad.
De modo que en el camino a ser
comunitarios e inter-dependientes debemos asumir nuestra condición de
dependencia, vulnerabilidad y cuidado como virtudes y no como desgracia.
Para cerrar esta reflexión, decimos
que para el mundo occidental, para la modernidad-capitalista, estas nociones
son “utópicas” pero, vemos que son prácticas concretas en el día a día de otros
pueblos, y también vemos que forman parte de los mitos constitutivos de otros
mundos. Para nosotros, los que estamos volcados en transformar nuestra manera
de vivir, es pertinente hacer nuestras otras prácticas, es decir, que la
palabra se una al gesto en la constitución de un ser de liberación que desde
ahora, desde nuestro hacer cotidiano, emule y practique eso tan anhelado para
liberarnos del horizonte moderno. Ser comunidad, ser en con-junto al otro es la
esperanza de una nueva vida. El ser comunitario de liberación nuestro-americano
es un ser que se aprende y se educa con ejemplo, no sólo con palabras. Y es así
que a fin de cuentas, toda revolución comienza desde el corazón.
[1] “Es decir, la producción no produce solamente productos o
mercancías, sino también una humanidad o subjetividad pertinente a ese tipo de
producción, que es lo
que en última instancia posibilita la reproducción de esa forma de producción. Así
como la subjetividad burguesa pone una objetividad burguesa, la subjetividad comunitaria pone también una objetividad comunitaria.” Juan José Bautista. Qué significa Pensar desde América Latina. P.214
que en última instancia posibilita la reproducción de esa forma de producción. Así
como la subjetividad burguesa pone una objetividad burguesa, la subjetividad comunitaria pone también una objetividad comunitaria.” Juan José Bautista. Qué significa Pensar desde América Latina. P.214
[2] Jorge Alemán
nos menciona que según Jaques Lacán,
desde la década de 1940 se vaticinaban dos problemas a futuro, el primero era
la declinación de la paternalidad por parte del discurso de la ciencia devenida
luego en técnica, y el segundo problema es el discurso hegemonizante del capitalismo
que tiende a totalizar todos los aspectos de la vida: “Actualmente, después de
estas anticipaciones lacanianas, podemos ya revisar el paisaje actual y
verificar los diversos estragos del “discurso capitalista”. Nos encontramos con
niños malcriados y caprichosos, pero que sin embargo son capturados desde muy
temprano por distintos protocolos de evaluación donde serán diagnosticados y
examinados en sus competencias, siempre en una lógica segregativa. Hoy en día
un niño ya se puede “equivocar” desde muy temprano según el criterio de
diversos expertos. Jóvenes que se eternizan como tales en una vida sin “causa”
porque ningún legado simbólico los invita a separarse de una apatía de goce
solitario y automático. Adultos eternamente jóvenes, o que buscan vivir bajo
ese mandato de ser joven a cualquier precio, que compran juguetes-objetos
en una vida de consumidor-consumido.
Hombres y mujeres que descubren que su experiencia no ha dejado huella alguna,
porque tampoco en sus vidas recibieron un legado simbólico por el que valía la
pena luchar. Ancianos hacinados, absolutamente destituidos en su palabra y su
experiencia de saber esperando una muerte indigna en instituciones horrendas.
Hombres, mujeres y otros sexos asumidos, esperando lo que no llega, porque no llega
el trabajo, no llega una verdad que sorprenda y haga que la existencia se
divida y no se refugie más en su falsa unidad y no llegan los recursos,
mientras a su vez se sienten culpables por envejecer o morir. Hombres que matan
a mujeres dominados por la desaparición de su virilidad y asediados por su
impotencia en el amor.” Cfr. Aleman,
Jorge “Capitalismo y vida” Pagina 12.com.ar Agosto de 2017; tomado de
https://www.pagina12.com.ar/55578-capitalismo-y-vida
[3] Al parecer,
según los trabajos realizados por Juan José Bautista, Marx va denunciando cómo
la burguesía impone su manera de conocer al mundo, es decir, producir
conocimiento como universales: “…en el ámbito de lo
que se llama razón, lo propio de ella es el pensar, que es cuando la conciencia
descubre no sólo que detrás de todo lo que aparece ante los ojos están siempre los sujetos, sino que detrás del aparecer de todo ser
humano siempre está como presupuesto todo un horizonte de creencias, ideologías,
mitos, cosmovisiones, utopías, etc., que dan sentido a sus actos y a toda su vida, y
que a su vez se ponen como horizonte de cognoscibilidad y de sentido de la realidad que muestra o enseña que en última instancia el sujeto está en relación con el todo
de la realidad, aunque a primera vista no lo parezca, es decir, que, en todo acto o
acción de cualquier ser humano, lo que está presupuesto siempre es un horizonte
cultural o civilizatorio. Sólo cuando descubre esto la conciencia está en condiciones de
arribar a lo que se llama ciencia (Wissenschaft), porque sólo entonces
está en condiciones de comprender el sentido de los actos y las acciones
singulares, grupales, populares, de clase o nacionales. En Marx, esta
distinción está plenamente presente, por eso cuando él habla de ciencia en términos positivos, nunca se refiere a la concepción anglosajona de
ciencia como Science (que critica como ciencia burguesa, o sea, ideologizada),
sino siempre a esta concepción de ciencia como Wissenschaft, de la cual él proviene.”
Ibidem Pp. 206-207. Wissenchaft era una de las maneras epistémicas de producir
conocimiento por parte de los alemanes, por eso a finales del siglo XIX
existían distintos tipos de ciencia, es decir distintas formas de producir
conocimiento. No había una ciencia “universal”
Es así que Juan José Bautista nos dice: “Todo este panorama tiene que
ver no sólo con la historia moderna, sino también con el tipo de concepción de
ciencia social y de filosofía que ella ha producido, es decir, tiene que ver con
el tipo de fundamentación o de justificación argumentativa del tipo de ciencia y
de filosofía modernas, porque, desde que la modernidad ha surgido, siempre lo ha
hecho recurriendo a justificaciones universalistas, es decir, que lo que ella
producía, siempre lo hacía en nombre de la humanidad toda, o sea, de la naturaleza humana. Por ello sus
producciones teóricas estaban encaminadas a justificarlas argumentativamente
hablando en términos universales, es decir, que lo que era válido para ellos,
era válido también para toda la humanidad, sea Europa, Latinoamérica o
cualquier otra latitud. Y la ciencia social y la filosofía latinoamericanas así
lo han creído, así lo han aprendido y así han procedido. Ahora el problema es
saber cuáles han sido las consecuencias económicas, históricas, culturales,
etc., del desarrollo de este tipo o concepción de conocimiento en nuestras
sociedades.” Ibidem Pp. 106-107
[4] El conquistador, es la figura, el arquetipo de
la modernidad, que impone su individualidad violenta sobre otras personas, el
otro. Se va conformando el yo vertical, hay imposición, no diálogo. Es así que,
los colonizadores en su afán de liberarse del ego magisterial propio de la
iglesia, del mundo feudal, terminaron constituyendo a un yo castrador, fálico, dominante con el cual oprimieron subjetiva o
objetivamente a los pueblos americanos. La colonización pasó en primer término
por negar al otro desde su distinción cultural. Eran reconocidos como una
instancia del pasado, como un tramo de la historia de Europa que ya había sido “superada”
se asumía que los pueblos indígenas eran inferiores o como niños. De modo que
la colonización se dio en dos planos, el primero sobre los cuerpos y territorios,
luego sobre la cultura y la mente. Nos dice Dussel que: “Una vez reconocidos
los territorios, geográficamente, se pasaba al control de los cuerpos, de las
personas: era necesario "pacificarlas" -se decía en la época-. El que establece sobre
otros pueblos la dominación del mundo español (posteriormente del europeo en
general) es un militar, un guerrero. El "Conquistador" es el primer
hombre moderno activo, práctico, que impone su "individualidad"
violenta a otras personas, al Otro. Si en "Tierra Firme" (la actual
Panamá) el primer conquistador-colonizador fue Vasco Nuñez de Balboa (asesinado
en 1519 por Pedrarias, un noble castellano de segunda categoría)2, el primero que
puede llevar el nombre de tal es Hernán Cortés -y por ello lo tomaremos como
ejemplo de este tipo moderno de subjetividad-.” Si el primer ejemplo de
Subjetividad moderna es la de Hernán Cortés, podemos ir dando cuenta que desde
esta subjetividad es que nos vinculamos, este modo de vinculo es el que permea
hasta nuestros días con un nivel de racionalización tan elaborado que oculta el
modo de dominación propio de este ego conquiro. Así la conquista se ha
naturalizado como deber y como derecho que está presente en todos los ámbitos de
la vida cotidiana “La "Conquista" es un proceso militar, práctico,
violento que incluye dialécticamente al Otro como "lo Mismo". El
Otro, en su distinción, es negado como Otro y es obligado, subsumido, alienado
a incorporarse a la Totalidad dominadora como cosa, como instrumento, como
oprimido, como "encomendado", como "asalariado" (en las futuras
haciendas), o como africano esclavo (en los ingenios de azúcar u otros
productos tropicales). La subjetividad del “Conquistador", por su parte,
se fue constituyendo, desplegando lentamente en la praxis. Cortés, que
"aquel año [1518] era alcalde, y como él era alegre y orgulloso y sabía
tratar a cada uno conforme a su inclinación”, fue nombrado por Velázquez, como
hemos dicho, "por capitán general" de la “conquista" que se
realizaría en las tierras recientemente descubiertas. Toda su riqueza acumulada
la invirtió en la empresa. Y, comenta Torquemada, en cuanto a su subjetividad: "Comenzó aquí a tratar su persona como
capitán general; porque puso casa con mayordomo, camarero y mastresala y otros
oficiales, hombres de honra.” Y continúa Dussel diciéndonos: “Así se
establecía, por vez primera, una "relación" con el Otro, el de "Afuera",
el Extranjero absoluto que procedía como el Sol del Oriente infinito del
océano, innavegable para los mexicanos. Era lo que daría el sentido a la Nueva
Edad del Mundo: la "relación" con lo Extranjero absoluto, la
dominación debajo del Extranjero, divino, que venía para conquistar, dominar,
matar. La primera relación entonces fue de violencia: una relación
"militar" de Conquistador-Conquistado; de una tecnología militar
desarrollada contra una tecnología militar subdesarrollada. La primera
"experiencia" moderna fue de la superioridad cuasi-divina del
"Yo" europeo sobre el Otro primitivo, rústico, inferior. Es un
"Yo" violento-militar que "codicia", que anhela riqueza, poder,
gloria” Enrique Dussel. 1492, El
encubrimiento del otro. Pp. 42, 44
[5]
“…desgraciadamente, vemos cada vez más- con más fuerza aquí, menos allí en
cualquiera de los submundos en los que el mundo se divide- al hombre simple,
oprimido, disminuido y acomodado, convertido en espectador, dirigido por el
poder de los mitos creados para él por fuerzas sociales poderosas y que,
volviéndose a él, lo destrozan y aniquilan. Es el hombre trágicamente asustado,
que teme la convivencia auténtica y que duda de sus posibilidades. Al mismo
tiempo, se inclina a un gregarismo que implica, junto al miedo a la soledad,
que se prolonga como miedo a la libertad, la yuxtaposición del individuo a
quien le falta un vínculo crítico y amoroso, que los transformaría en una
unidad cooperadora, que sería la convivencia auténtica. El espíritu gregario
–dice un personaje de Pasternack- es siempre el refugio del que carece de
dones. Es la armadura a la que el hombre se esclaviza y dentro de la cual ya no
ama. Cuanto menos pueda visualizar esta tragedia tanto más se irá transformando
en el rinoceronte de Ionesco. Ya no sabrá más salvo que es lindo ser
rinoceronte. Y sin la capacidad de visualizar esta tragedia, de captar
críticamente sus temas, de conocer para interferir, es arrastrado por el juego
de los propios cambios y manipulado por las ya mencionadas prescripciones que
le son impuestas o casi siempre suavemente ofrecidas. Sólo percibe que los
tiempos cambian, pero no percibe el significado dramático del cambio aún cuando
lo sufra. Está inmerso en él.” Paulo Freire. Educación como práctica de la
libertad. P.37
[6] Las
transformaciones no se dan en el plano exterior solamente, en el plano fáctico,
sino que las transformaciones parten por modificar nuestra manera de vincularnos,
por ello la actitud crítica no es solamente denunciar las inconsistencias de la modernidad-capitalista, sino modificar
los modos de ser, de vincularnos, nuestras conductas que son producto de las
relaciones inter-subjetivas de la modernidad-capitalista. Aceptando nuestra
condición de dominados y reproductores podemos dar inicio a la transformación y
transustanciación de nuestro ser, integrándonos a la realidad de modo activo,
generando cambios de modo dialectico, es decir, en nuestro mundo interno y el
mundo externo que nos constituye y viceversa. Podemos decir, ir del intelecto
al interactio. “Por eso sin tardanza, señalase la necesidad de una permanente
actitud crítica, único medio por el cual el hombre realizará su vocación
natural de integrarse, superando la actitud del simple ajuste o acomodamiento,
comprendiendo los temas y las tareas de su época. Ésta por otro lado se realiza
en la proporción en que sus temas son captados y sus tareas realizadas. Y se
supera en la medida en qué temas y tareas ya corresponden a los nuevos deseos
que surgen, que exigen incluso una visión nueva de los viejos temas. Una época
histórica representa, así, una serie de aspiraciones, de deseos, valores, en
búsqueda de su plenitud. Formas de ser, de comportarse, actitudes más o menos
generalizadas, a las cuales sólo los avanzados, los genios, oponen dudas o
sugieren reformulaciones. Se insiste en el papel que deberá tener el hombre en
la planificación y en la superación de ésos valores, de esos deseos, de esas
aspiraciones. Su humanización o deshumanización, su afirmación como sujeto o
minimización como objeto dependen en gran parte o no de la captación de ésos
temas” Ibidem. Pp. 36-37
[7] “Las
expresiones mama y tayta fijan una forma de pensamiento, una visión del mundo
que establece la diferencia con la visión del mundo occidental; en estas
expresiones está implícita la idea de naturaleza, universo, como un ser vivo; y
lo que es más, son considerados como la madre y el padre del pueblo kichwa,
generando con ello un nivel de parentesco de padre, madre e hijos, un todo que
se complementa el uno al otro y que, en caso de no ser tomado en cuenta, o que
no cumpla con su función, pone en riesgo la totalidad, el bienestar integral de
todos.” Sumak Kawsay Yuyay,
Antología del Pensamiento
Indigenista Ecuatoriano sobre Sumak
Kawsay. 2014. P. 164
[8] “En los mitos
fundacionales del pueblo kichwa, es importante notar la presencia de la pareja,
mujer-hombre, en las personas, en las montañas, en los objetos. La presencia de
la dualidad está vigente en todo momento; así, por ejemplo, en el mito de los
amores de Tayta Imbabura y Mama Cotacachi o, en su defecto, en los hijos que
logran tener. Similar situación se da en el caso de los sembríos; siempre será
importante garantizar la presencia de semillas hembras y varones, y de esta
forma lograr una buena producción. La dualidad en el mundo kichwa está presente
en la cotidianidad y en los rituales que se realizan para la sanación. La presencia de la dualidad en los mitos de
los pueblos ancestrales, emite el mensaje de estar, avanzar juntos, estar
presente, establece la diferencia pero al mismo tiempo el respeto, el amor, la
reciprocidad y la igualdad, con lo cual refrenda la importancia del concepto de
complementariedad, equilibrio y equidad.
Hago referencia a estos puntos porque el entorno, constituido y
comprendido como una entidad dotada de energía, nos recuerda que somos parte
complementaria de la naturaleza, nos invita, nos reta e inspira al individuo a
reconstruirse permanentemente en su realización individual y colectiva. En las
comunidades contemplar las montañas, el nacimiento de un amanecer o el ocaso,
transporta al individuo a otras dimensiones; lo cual ayuda a una renovación permanente
de la energía o, en su defecto, como en el caso de la situación que han debido
soportar nuestras comunidades, a mantenerse presentes, vivos. La naturaleza en
sí se constituía en una motivación que invitaba a aferrarse a la vida y a
luchar por ella, a luchar por un presente y por mejores días. La importancia de los lugares, la naturaleza,
el universo, su conocimiento respecto a sus virtudes energéticas, sus ciclos,
son fundamentales; por esa razón la presencia de las wakas, en el caso de la
provincia de Imbabura y de las comunidades andinas en general, tiene un
significado profundo del cual la generación de nuestros abuelos y de nuestros
padres difícilmente han logrado desprenderse.
En suma, los lugares y los individuos están íntimamente relacionados, el
nivel de influencia es mutuo y son elementos que permanentemente rememoran la
relación espiritual que ha logrado desarrollarse entre las personas y la
naturaleza, por esa misma razón la comunidad kichwa, constantemente se refiere
a la pacha mama, es decir al universo.” Ibidem Pp. 162-163
[9] “Wawakunaka
yurakunashna wiñan, allí wakichikpika allí wiñan, mana allí wakichikpika mana
allí wiñankachu. Se suele decir que las personas crecen igual que las plantas;
si los cuidados son adecuados, su crecimiento y sus frutos son buenos; si no se
los cuida, entonces los frutos tampoco serán satisfactorios. En las comunidades agrarias se realizan los
kamari, ofrendas o pagos; es decir, se pide permiso a la madre tierra para
intervenirla y proceder a prepararla. Y esto implica: abonarla; nutrirla de
agua y humus; arar la tierra; realizar la siembra; protegerla; realizar la
cosecha; volver a nutrirla o, en su defecto, dejar que descanse… Con cada
acción articulada al ciclo lunar, su precisión permitirá garantizar una buena
producción.” Ibidem P. 166
[10] “El ayllu es
el sistema de organización social y de producción del pueblo Kichwa, sistema
comunitario que articula el entorno, la comunidad, la familia y individuo. El
sistema del ayllu prioriza el entorno como responsabilidad colectiva para
garantizar el bienestar comunitario y, por ende, la familia y el individuo. Los
niveles de realización de la comunidad, la familia y el individuo priorizan el
presente y establecen mecanismos de prevención, como los tampus (bodegas) para
almacenar productos como alimentos, medicina, indumentaria, instrumentos de
trabajo, armas, etc. Lo comunitario puede ser refrendado por la vigencia de
conceptos y acciones que se encuentran en el vocabulario de la lengua y en la
cotidianidad de la comunidad. ” Ibidem Pp. 164-165
[11] Fernándo
Huanacuni Mamani nos menciona que para la cosmovisión andina, de los pueblos
Aymara, todos es importante, todo vive, las montañas viven, el agua vive… somos
hijos del padre cosmos y la madre tierra. Por eso el respeto y el cuidado son
importantes, porque de ahí surge el Ayllu, la comunidad, pero no sólo como
estructura social, sino como unidad de vida. Mamani nos dice que en nuestro mundo occidental hay
una crisis, se ha roto el equilibrio con la madre tierra en donde las
relaciones desechables, característico del presente, ha permeado nuestras
relaciones de vida, ahora somos seres solos, hijos sin padres, o esposos
separados, y por ello, los ancestros han legado el buen vivir como una
respuesta a la crisis civilizatoria que atravesamos. Tomado de https://www.youtube.com/watch?v=9oZHJMTcfOE
[12] Para Wankar
Ariruma Kowii uno de los principios presentes en la cosmovisión andina de los
Kichwa es el Pakta Kawsay o el
equilibrio, que si revisamos nuestra forma de vida moderno-capitalista este
principio está ausente, nuestras relaciones se encuentran en un
desiquilibrio o dispersión que nos des-integra
y atomiza. Nos parece que el principio del Pakta Kawsay es pertinente y
necesario en el cultivo de las prácticas que llevamos a cabo los movimientos,
las comunidades, las parejas y los colectivos que pretendemos construir otro
mundo. “El equilibrio no se refiere únicamente a la estabilidad de los miembros
de la comunidad; se refiere también al equilibrio emocional que debe lograr
cada persona. Dicho equilibrio constituye una garantía para que la comunicación
sea horizontal y adecuada y no se vea afectada por alteraciones de
incomunicación, que finalmente pueden afectar el logro de los objetivos. El equilibrio, en su antigua forma, procuraba
garantizar el bienestar integral del individuo, la familia y la comunidad; su
desestabilización era considerada como un riesgo que puede afectar su
bienestar.” Ibidem. P. 167
[13] Llamamos al
ser comunitario como ser de liberación nuestro-americano por fungir como un ser
distinto desde sus prácticas y cosmovisiones al ser de la modernidad que ya
sabemos es solitario, egoísta, descomprometido e instrumentalizador de la vida
toda como un objeto al que hay que explotar, comprar y vender. Ser comunidad
significa liberarnos del ser de la modernidad que es el ser constituido por el
ego conquistador. “De modo que para la modernidad y la constitución de su ser,
fue necesario la destrucción de todo ser comunitario, familiar, porque
sencillamente no le servía para instalar su orden. Necesitó entonces de
relaciones y vínculos instrumentales, utilitarios, es decir, asumir todo como
objetos y no sujetos. Es el ser del ego cónquiro que constituyó el mundo de
vida occidental. Para el neo-liberalismo que es la fase más acentuada de la
modernidad capitalista, cada vez más le interesa generar un tipo de humanidad
pertinente a su lógica. Y para perpetuar su lógica necesita de seres atomizados
que no les interese el ser con otros, le interesa una humanidad de soledades
que teman al otro y al futuro junto a otros, porque para esta lógica el mit
dasein (ser ahí junto a otro) es sinónimo de desgracia, atraso y pérdida de
“oportunidades” La continuación y
reproducción del ser moderno, nos va empobreciendo la vida, la pone en peligro,
porque el ego cónquiro, saquea, domina y des-compromete, destruye las
condiciones de vida de toda la faz de la tierra y nos condena a la soledad.” Cfr. García, Carlos
“Del ser de la modernidad al ser de liberación Nuestro-americano”
epccasadelcosturero.blogspot.com Febrero de 2017; tomado de
http://epccasadelcosturero.blogspot.com/2017/02/del-ser-de-la-modernidad-al-ser-de.html
[14] “Wancantognaka designa la virtud de los
individuos de reconocer su resposabilidad con la familia y la tribu como la
virtud de la generosidad que un individuo debe a todos, los que, también, se la
deben a él. Una virtud que, como se refiere a lo que se debe, si no se
realizara, se agravaría a la justicia, pero, como lo que se debe no se puede
medir, si no se ejerciera faltaría a la generosidad.” Alasdair MacIntyre.
Animales racionales dependientes. Pp 142-143
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