sábado, 5 de abril de 2014

Kuruksetra, Venezuela (Sobre la guerra) Por: Xavier Rodríguez Marrero


“Como toda contienda, comenzó gracias a la misma confianza en el triunfo final que animaba a uno y a otro combatiente, con una cierta serenidad; pero poco a poco, ante las alternativas de toda guerra, invadió los corazones la pasión, casi podríamos decir el odio hacia el adversario, el deseo loco de su exterminio en victoria definitiva y rápida, lo que dio origen a casos de violencia, de crueldad, de completo olvido del código de conducta que, para humanizar hasta donde fuera posible el sangriento choque, habían aprobado ambos ejércitos” (p. 120, Mahabharata, Edic. Universales, Bogotá, 2006)

Lo anterior es un extracto de esa historia milenaria del pueblo indio, El Mahabharata, la historia de la gran guerra llevada a cabo en el campo de Kuruksetra, aproximadamente en el siglo IV a.c., donde el ejército de los Pandavas se enfrenta al ejército de los Kurus por el reino de Hastinapura. La batalla de dieciocho días, que forma parte de la historia de la India, ayuda a entender su visión de la verdad, de la honestidad, de la moral, de sus costumbres, pero es también la batalla que libra el ser humano en su propio interior. Dentro de cada uno, existe un campo de batalla donde verdad y mentira se enfrentan, y donde cada uno de nosotros representa su propio enemigo. En palabras de un heredero de la tradición vaisnava, el Swami Paramadvaiti, la idea es ganar la batalla contra la ilusión…

El porqué traigo esta historia a referencia, es por los días que nos ha tocado vivir a quienes habitamos la patria de Bolívar.  El mes de febrero en Venezuela ha sido un mes plagado de violencia y crueldad. Un segmento de la población que se opone al gobierno constitucionalmente electo ha salido a la calle, en principio, a protestar pacíficamente, pero esto no ha sido más que una excusa para desatar una ola de violencia sin precedentes bajo el alegato del derecho a la protesta, con estrategias propias del paramilitarismo y el narco terrorismo. La batalla se ha librado en la calle, pues los guarimberos, como les decimos en Venezuela, han procedido a cortar el libre tránsito a través de barricadas, han quemado cauchos y basura, han colocado alambre de púas en calles y avenidas, según ellos, para restringir el paso de motorizados, pues para este sector, motorizado es sinónimo de chavista. La protesta se tornó en vandalismo, daños a la propiedad privada y pública, saqueo de locales comerciales, quema de vehículos e instituciones, heridos y muertos por uso de balas, amedrentamiento. La oposición, en un intento de aminorar el impacto de estos hechos, ha dicho que existen infiltrados chavistas en las guarimbas. Los medios de comunicación nacionales y extranjeros, así como la plataforma comunicacional de las mal denominadas redes sociales, han buscado instaurar la matriz de opinión del chavismo violento y represor, matriz que han venido utilizando a los largo de quince años ininterrumpidamente. Han satanizado a los movimientos sociales y organizaciones de base de distinta índole, de los cuales, quien escribe esta crónica forma parte. Al Occidente del país, en los estados andinos de Mérida y Táchira, se han desarrollado con mayor intensidad esta escalada de violencia criminal. Al momento que escribo estas líneas, zonas de clase media se mantienen asediadas por aquellos manifestantes que en un principio decían ser estudiantes, pero que con el transcurrir de los días se han envilecido, tapando sus caras con capuchas, obligando a quienes viven en estas urbanizaciones a pagar por entrar y salir de sus casas o residencias, sea a pie o en carro.

La batalla también se ha librado en la realidad virtual, pues el uso de fotomontajes y videos descontextualizados ha estado a la orden del día. Semeja a aquella estrategia trazada por Goebels en Los once principios de la propaganda: "Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones."

Pero no todo es violencia, quienes creemos en la paz y en la organización social, hemos marchado para que nadie nos robe la alegría, y si se quiere, para diluir el odio entre hermanos, por ello, la cita milenaria de la gran batalla en Kuruksetra tiene tanta trascendencia. Quienes hablaban de guerra han sucumbido a lo más bajo de la naturaleza humana. No solo es una locura intentar llevar un país –como también puede ser una familia– a la guerra, es una estrategia malvada, irresponsable y ruin. Los tiempos que vivimos son de dominación mental, ilusiones que son imágenes estáticas o en movimiento, que entran por el órgano más fácil de engañar, el ojo humano. Si para algo sirve la historia es para no repetir los errores, si para algo sirve la organización social es para emancipar. La crisis que vivimos es la crisis del individuo, educado con valores egoístas, que utiliza su fuerza para tirar bombas molotov y tumbar arboles que luego serán barricadas. Si utilizara esa misma fuerza para la agricultura, para producir en comunidad, para gestionar el autogobierno, para encontrarse a sí mismo, para verse en el rostro de sus supuestos adversarios, el capitalismo, este sistema ya hubiese sido superado.

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