lunes, 21 de diciembre de 2015

El método Chávez


 Por Xavier Rodríguez*


Voces.
Ya lo decía en un escrito anterior, hemos venido caminado sobre el territorio, corporizando el método que Chávez nos dejó. A lo largo del periplo muchas voces me lo han recordado, han servido para agitar ese fuego interno, perenne, que cada revolucionari@ lleva dentro de sí. Sirvan pues estas breves líneas para agitar, para encender, para sumar a ese mar de fueguitos a quienes en este momento gritan Revolución en la Venezuela Bolivariana días despues del 6D, para quienes gritan que el reformismo Fracasó, para quienes queremos ser los ángeles exterminadores del viejo estado burgués, mientras amanece en el horizonte el Estado Comunal Necesario.

Cara-a-cara. Solo en la asamblea el poder se distribuye en colectivo. Cuando comuneras y comuneras al pie del cañon han forjado -en medio de un mar de tropiezos- grandes saldos organizativos en materia socioproductiva, sin quitarle el mérito al espacio de encuentro común, donde el contacto humano da paso a la propuesta, a la crítica, al humor, al llanto; no crea el enemigo que el pueblo afloja así de facíl el poder, el poder que significa no volver a ser más nunca invisibles. Ahora es cuando nos decimos a la cara: No te rindas camarada, aligeremos la carga para ganar las próximas batallas.

El territorio. Cada asamblea popular permanente es un semillero de propuestas patriotas, depende de cada militante trasladarlas al territorio para garantizar la acertividad de las acciones. Solo así se podrá frenar la guerra que la burguesía ha desatado contra el pueblo venezolano. En cada bodega, en cada abasto ha de haber un pueblo organizado, garante de la ley, que enseñe a la institucionalidad la frontalidad del hacer revolucionario. Es la única manera de hacer valer los derechos que tanto nos han costado a lo largo de la historia. Solo el pueblo salva al pueblo, no es una consigna vacía, es un método, una táctica para acercar a los más comprometidos, a los descontentos, a los ingenuamente neutrales, a quienes desde sus distintos modos de vida se consideran pueblo y aún se desconocen como pueblo empoderado.

Los 3 mutuos. Apoyo, respeto y conocimiento mutuo son los tres vértices de una geometría popular transformadora, puntos de partida para las acciones y reflexiones necesarias.

Los laboratorios. Cada organización es un laboratorio de la otra política que se niega a ser sepultada por las mañas y vicios de la vieja política. No en vano la derecha ha criminalizado en reitaradas ocasiones a los colectivos chavistas que apuestan a comunalizar el poder. Allí donde se cometen errores, tambien se abren espacios para la acertividad. Allí donde la revolución se hace cotidianidad, se blindan procesos, se suman esfuerzos y se hacen acompañamientos en la lucha que se nos presenta en lo inmediato. Cada laboratorio es un ciclo formativo nacido al calor de las contradicciones, en la busqueda por imaginar y crear el discurso que este momento demanda, con las acciones que amalgaman la multiplicidad de las voluntades. No olvidemos que el Comandante Chávez fue un ejemplo en el estudio, y que su línea vital es simultaneamente la espiral del conocimiento que clama dar más giros y así poder implosionar en potencial creador transformador.

Enciclopedia (imaginaria) del chavismo.
Pido a la lectora o al lector que se situe frente a la enciclopedia -que quizas ha de venir en camino- sobre el chavismo, sobre su lider y sus acciones, sobre sus ideas y valores, sobre el imaginario diverso que ha de significar semejante empresa, de la mano de un militante cualquiera, que pasando sus páginas se ha de detener en la entrada dedicada al método. ¿Podemos hablar en este momento de un método surgido de las entrañas del caos, cuyo sentido va surgiendo de un contingente de seres humanos bregando más o menos de manera coherente en múltiples coordenadas, desde, hacia Hugo Rafael Chávez Frías?

Legado.
Preguntas históricas ameritan respuestas de gran extensión. Ese ser que el pueblo ha denominado su Comandante, Chávez, Hugo, Chavito, Florentino, el Cristo redentor de los pobres, realizó en vida un trayecto de conocimiento, que aún sus más grandes detractores deben examinar y valorar para poder mover las piezas de la politica venezolana moderna. El pueblo que se considera chavista tiene la más grande de las responsabilidades: ser protector y custodio del legado, patrimonio material e inmaterial de la humanidad, digno punto de partida para un siglo que estalla por todos lados. Que nadie se equivoque, el legado de Chávez no tiene guardianes autorizados y mucho menos dedos señaladores desde la institución, es obra vida en constante revisión, rectificación y reimpulso. Es cultura. Es comunicación. Es posibilidad y afirmación de la vida. Es aquí y ahora.

21 de diciembre de 2015

Casa del Costurero de los Sueños Emancipatorios Eulogio Paredes

 *Vocero de la Casa y de la Escuela Popular de Comunicación

Imagen original extraída de Alba Tv

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Crítica de la Auto-Crítica





Critica de la autocrítica
Reflexiones para convertir en fortalezas algunas meteduras de pata

Rebelión/Universidad de la Filosofía


De poco sirve una autocrítica puramente confesional si lo que se requiere es corregir, toda o en parte, una acción fallida. O muchas. Se necesita un método correcto que comprenda lo objetivo tanto como lo subjetivo en sus proporciones relativas y en sus relaciones dialécticas. Se requieren conciencia, ciencia y programa. No está de más sentirse compungido cuando "se mete la pata" lo que están mal, por inútiles, son la inmovilidad, el conformismo o la auto-conmiseración. Tampoco alcanzan los "golpes de pecho".

El vicio más frecuente en las "autocríticas" suele ser el subjetivismo. Muchas de las consideraciones, predominantemente subjetivas, con que se emprende la "autocrítica", tienen el error de origen de basarse en el ánimo abstracto que producen los errores y el defecto de impedir ascender, desde ahí, hacia lo concreto en la superación de cada problema o error. No basta con "sentirse mal" y encontrar "excusas", una autocrítica socialmente útil exige acción inmediata y rectificación concreta y nada de eso se consigue sin un programa antecedente y un programa de soluciones. Un programa científico. Cada error tiene su historia y es necesario identificar las raíces de un paso equivocado que pueden alcanzar, incluso, al origen mismo de la metodología de acción y sus marcos filosóficos. La autocrítica, por eso, como parte inexcusable del método de acción, debe ser permanente, dinámica y eficaz… exige un entrenamiento riguroso y no admite condescendencias ni auto-complacencias. Nada fácil.

La autocrítica, con método científico, comprende diagnósticos, cualitativos y cuantitativos, permanentes, con plasticidad y velocidad de aplicación a prueba de desánimos, desidias e ineficiencias. La autocrítica debe, incluso, formar parte de las tareas de planeación y debe desarrollarse, siempre, un paso por delante de la acción. Si la autocrítica se rezaga, deben encenderse alarmas autocríticas de emergencia. No pocos proyectos, y experiencias cotidianas requieren un equipo especializado en autocrítica, con un programa de monitoreo constante, capaz de ejercer la responsabilidad de corregir errores de manera inmediata. Suele, además, requerirse un programa de valoración crítica de los aportes emanados desde otros frentes de crítica dirigidos a nuestros proyectos. La crítica de la crítica.

Un programa científico para la autocrítica exige de sus responsables un compromiso consensuado e incuestionable con los fundamentos, los objetivos, los métodos y los alcances de un proyecto. Toda desviación puede tener consecuencias serias. No se acepta complicidad alguna con la ineficiencia. Semejante programa, con frecuencia olvidado en el desarrollo de proyectos, bien puede ser una herramienta formidable para alcanzar éxitos fundamentales, pero no es su garantía absoluta. Es necesario recordar siempre que los éxitos no sólo dependen de los programas y que factores como el azar o la moral de lucha, que son indispensables e inevitables, tienen zonas difícilmente cuantificables pero no imposibles de medir.

Un programa científico para la autocrítica requiere consenso en sus bases y en sus pasos. De poco sirve una autocrítica unilateral y solipsista. Requiere definición precisa del "error", de sus antecedentes, de su desarrollo y de sus consecuencias. Requiere descripción detallada y consensual sobre, y con, los involucrados… valoración exacta de los costos y de los tiempos, explicación precisa del "costo" afectivo o moral y definición meticulosa de plazos y recursos con los que será reparado el "error" y plan concreto para lograr el beneplácito de los involucrados. La acción directa.

La autocrítica científica no es una dádiva, ni una concesión, hijas de la "buena fe" o de ciertas culpas funcionales. Se trata de un salto cualitativo de la conciencia en la práctica y se trata de un compromiso profundo con la dialéctica de los proyectos y su éxito, colectivo y consensuado. Es una herramienta necesaria para socializar los errores y convertirlos en fortalezas. Es una herramienta poderosa para separar el tratamiento de los errores de cualquier campo abstracto para elevarlos al terreno de lo concreto, a la vista de todos, y con el beneficio de la corresponsabilidad en las soluciones. No es un reducto o emboscada para dar la bienvenida a los errores, es un arma para darles categoría de sujetos de conflicto en la dinámica de la transformación social y, a partir de ahí, saber definir su lugar en la lucha de clases que es su marco referencial permanente. La dialéctica.

Por eso todos necesitamos la autocrítica como herramienta para la lucha, para el trabajo y para la vida cotidiana. Como herramienta social para nuestra militancia, para ser mejores luchadores sociales, mejores personas, mejores ejemplos en lo que nos corresponda ser responsables para la transformación del mundo y la emancipación de la humanidad. Para superar al capitalismo sin cometer errores y, si metemos la pata, corregirlos correctamente y de inmediato. En colectivo. Adentro y afuera, de lo macro a lo micro.