Por: Carlos Rivas*
El CLAP, CLAP, CLAP resuena como una maldición, en los oídos de los tramperos, mercaderes de las necesidades más básicas de nuestro pueblo.
Hace un poco más de un año, reunidos en comuna, funcionarios de lo que para entonces era indepabis, recomendaban a la asamblea, que se debían activar con contundencia los fiscales populares, para regular la especulación y el acaparamiento de productos básicos, el planteamiento fue aceptado, sin embargo en el fragor del debate salieron algunas propuestas interesantes, entre ellas el argumento, que para construir un tejido social orgánico, en cualquier comunidad de éste país, era una tarea titánica, y se desmantelaba fácilmente, delegándole responsabilidades de fiscalización a un grupo de voceros populares, los cuales pasarían de inmediato a ser absorbidos por la dinámica que tan loable labor implica, por el contrario se proponía para el momento consolidar una red de distribución de insumos básicos en manos del poder popular organizado y que los excedentes de dicho trabajo fueran reinvertidos en la propia comunidad para ir sentando las bases de aquello que tanto el comandante nos habló. EL BUEN VIVIR.
La dinámica económica actual, nos ha puesto a pensar en profundidad en varias cuestiones. Por un lado, y desde lo más profundo, ha develado lo mal educados que estamos en cuanto a los hábitos alimenticios, no estamos ni cerca de aplicar aquella máxima que reza: que tu alimento sea tu mejor medicina.
El común denominador se atreve a decir, que no hay comida, cosa que es falsa, lo que en realidad, trampean las mafias, y esto quiere decir que no es que no haya, son los carbohidratos, harinas y largo etcétera, que perjudican el colón, alteran los triglicéridos y desestabilizan el colesterol, sin embargo en honor a la verdad, debemos decir que comida hay a granel, nuestros campos producen lo suficiente para abastecer las necesidades alimenticias de nuestro pueblo, sumado a ello un incipiente oferente de verduras, hortalizas, legumbres y frutas se encuentra en el movimiento comunero, que aunque aún no tiene un impacto sobre saliente en los indicadores de la producción nacional, vienen garantizando espacios para la autosustentabilidad desde la organización social, ejemplo fehaciente de ello, lo demuestra el corredor Characot Apirá, en La Azulita, en el estado Mérida, sin contar las demás experiencias que se vienen desarrollando en la zona Panamericana y sur del lago de Maracaibo. Groseramente, nos estuvieron maltratando la salud por décadas y nosotros como hijos de esa herencia maldita, morimos por la boca dos veces, no sólo por lo que decimos, sino por lo que comemos, tanto así que hasta ayer escuché decir, que no había nada como un buen plato de pasta con carne, mayonesa, pan y una bebida gaseosa de cola.
Una Oportunidad de oro.
Desmontar toda la estructura "productiva" parasitaria, vividora y tramposa, esa misma que le permite al capitalismo hacer autopoiesis, es una labor impostergable, y otra verdad es que ese aparataje comercial en la actualidad se encuentra verdaderamente deslegitimado, pues ha demostrado su inoperancia a la hora solucionar problemas cotidianos de la gente. Incluso podemos decir que el problema mismo, lo ha generado el capitalismo rentístico y su lógica parasitaria. Es decir, ya no le podemos confiar a un cualquiera, "emprendedor privado" le llaman algunos, el abastecimiento de los alimentos del pueblo, y no nos referimos aquí al trillado capitalismo de Estado, hablamos de la consolidación de una verdadera red de distribución de alimentos en manos del pueblo organizado, con apoyo sí, del Estado, para garantizar el perfecto desenvolvimiento de un encadenamiento productivo que rompa con los monopolios y oligopolios, esos mismos que tanto daño le hacen a todas las economías del planeta.
Es una tremenda oportunidad para trabajar en función de otro modelo productivo, que reconozca al campesino como verdadero productor y se despliegue toda la capacidad instalada con la que cuenta el Estado, para que junto al poder popular organizado se tejan nuevas redes de procesamiento y distribución.
Datos reales
Pongamos como ejemplo sólo 4 experiencias de diferentes partes del país, tres en Mérida, municipios Libertador, Santos Marquina y Andrés Bello, y otra en la parroquia Macarao zona sur del Distrito capital, también del Municipio Libertador. Hay que destacar que cada espacio construye desde su potencial las formas organizativas necesarias para garantizar el acceso a recursos alimenticios, ya lo estamos viendo así, pero por sobre todas las cosas, son las comunas, con su espíritu solidario, con esa tremenda concepción de predicar con el ejemplo, quienes vienen asumiendo una responsabilidad titánica, en el marco del desbarajuste en el que se encuentra el mercado en nuestro país. Veamos lo siguiente:
En la comuna Bicentenario 16 de Septiembre, la cual se hace presente en las parroquias Domingo Peña y el Llano del municipio Libertador en Mérida, con 15 consejos comunales de la primera, más dos de la parroquia el Llano, sumando un total de 17, son atendidos por el PDMercal del sector, atendiendo además a 15 Consejos comunales de la parroquia Jacinto Plaza de este mismo municipio, esto sumaría 42 consejos comunales, con un promedio de atención diaria de 800 familias, por 5 días de trabajo, arrojan un total de 4.000 familias semanales atendidas nada más por éste establecimiento. Un caso similar ocurre en el municipio Santos Marquina, en el que se atienden 47 consejos comunales, con un promedio de 800 familias diarias, por 5 días a la semana, para un total de 4 mil familias por semana.
En Caracas, en el barrio Macarao, la modalidad varía, pues existen varias maneras de distribución de alimentos regulados. La existencia de un PDMercal tipo 1, el cual atiende a 21 consejos comunales, arroja una estadística de atención de 400 familias diarias, por 5 días a la semana, para un total de 2 mil familias atendidas semanalmente; además se cuenta con 6 bodeguitas de Mercal, las cuales cada sábado dan atención a 4 consejos comunales cada una, para un total de 400 familias atendidas en cada jornada; de igual manera, se atienden a 25 consejos comunales que están distribuidos en las 5 bases de misiones presentes en el sector y en un (1) segmento censal, para un total de 70 consejos comunales, los cuales son atendidos semanalmente y donde la organización de base juega un papel fundamental.
Claro que no todo depende de espacios de articulación con las redes de alimentos en manos del Estado, otras experiencias se desarrollan en el marco de propuestas autogestionarias, que requieren de un esfuerzo articulador entre el pueblo organizado y productores asociados, de los cuales algunos pertenecen a distintas estructuras de la comuna o simplemente son productores particulares, estos últimos, al igual que los primeros, interesados en consolidar espacios alternativos para el acceso a alimentos de primera necesidad, con una lógica radicalmente diferente al modelo del "súpermarket", huella de identidad de la sociedad de consumo mal alimentada. De esto expuesto, podemos dar cuenta, ejemplificando el trabajo que se viene desarrollando en el corredor comunal Characot Apirá, en el municipio Andrés Bello del estado Mérida.
Comunas como: El Tambor, Chupulun, Tres Raíces, Jesús Antonio Guerrero, Lomas Unidas de Macho Capáz y Carlos Escarrá, logran juntar sábado a sábado, alrededor de 7 toneladas en productos agrícolas de diversa índole y algunos productos procesados artesanalmente, para atender semanalmente a más de 400 familias, con mercados que varían de lugar cada 15 días (en el Macho y en el Bulevar de los fundadores). Ejemplificamos 4 experiencias, de muchas que se vienen desarrollando a escala nacional, esto nos indica que en la realidad el modelo distributivo y productivo, vienen transformando en la realidad al mercado local. En números reales, en éstas 4 experiencias se puede cuantificar la atención a 11.800 familias semanalmente, lo cual traducido a número de personas (5 habitantes por familias, que representa el promedio), estaríamos hablando de 59 mil personas, lo que representa el 0.2 % de la población total del país. En la descripción de 4 experiencias, de todas las que suceden y pueden suceder, números como estos auguran posibilidades interesantes.
Más trampas que ratones.
Sabemos que hay una conspiración en contra del pueblo, de la revolución, del socialismo, de la emancipación, en definitiva un pase de factura para quienes quisieron transitar por la senda de la liberación, y quienes la protagonizan tienen claro que la doble ganancia es vital para alcanzar sus objetivos, por un lado multiplican sus ganancias con los productos los cuales son sujetos a la especulación y por otro obtienen la ganancia política que bien requieren para instalar la idea del agotamiento del proyecto bolivariano.
Redes mafiosas bien estructuradas, se encuentran desplegadas por todo el país, falsifican guías de entrega, desvían mercancías, se la juegan para obtener ganancias exorbitantes, y si tienen que vender a su propia madre no duden que lo harán con tal de hacerse siempre, de la poca despreciable "doble ganancia".
Por otro lado muchas licorerías, poseen también el código de abasto, por tanto, pueden acceder a productos de la cesta básica, el problema está en que la mayoría de estos establecimientos, acceden a estos insumos, y ¡voilà! Venden nada más la curda al pueblo, mientras que los productos antes adquiridos por código de abasto van a parar al mercado bachaquero, la gente de esas comunidades no ve los productos a los cuales acceden dichos establecimientos, y los dueños de los negocios engordan sus ganancias poniendo los insumos básicos en el mercado ilegal.
La simplificación de la producción, de igual manera, viene a convertirse en una estrategia fundamental para generar caos, pues la poca producción reduce significativamente los bienes accesibles al público en general.
Por último, los clamores de la gente común, que se unen a las voces de los bachaqueros y a la de los escuálidos de oficio, quienes ya gritan por doquier, que deben eliminarse los clap's y toda forma de organización popular que combata a la especulación, el acaparamiento y las redes mafiosas de distribución. Todo lo que la revolución proponga debe ser cuestionado, incluso hay que olvidar la inoperancia del mercado Libre, para solventar situaciones desfavorables para el pueblo, como la que actualmente vive el pueblo venezolano.
En el marco de esa otra sociedad degrada de la trampa, no podemos dar ni un milímetro para que la desesperanza se posicione, es decir, no podemos desmejorar el servicio que por medio de la organización popular representa la distribución de los alimentos. No podemos avanzar en organización territorial y proveer de tres productos a la población en general, entonces estaríamos desperdiciando todo un esfuerzo solidario, pues aunque no se crea, toda la gente de éste país tiene sus expectativas puestas en el potencial que tienen los CLAP's.
Acordémonos que el CLAP, termina con "P" de producción.
El rentismo petrolero ha consolidado una cultura maldita, una mala cultura, precisamente esa que no refiere al trabajo productivo, una cultura del dinero rápido, que se traslada a la política. Le rendimos culto al dinero y despreciamos al trabajo, todos queremos vivir como nos dicen los medios de comunicación, todos queremos vestir de esa forma, de tal manera que para alcanzar esos objetivos la gente hace lo que sea. En ese sentido estamos viviendo un cambio de época, estamos a las puertas de dejar atrás todo lo balurdo de la cultura del individualismo, la cual por si misma es insostenible, por ello, no podemos permitir que los CLAP, conviertan al pueblo organizado, en unos bodegueros, y sin darnos cuenta terminemos afianzando la cultura rentista. Analizamos anteriormente cuatro procesos de organización popular, los cuales son ejemplo vivo de las nuevas formas de producción y distribución de alimentos.
Ahora bien, muchas de estas experiencias, aun no se han consolidado como CLAP's, son incipiente organización popular para garantizar el acceso a los alimentos, además de eso estas organizaciones han servido para combatir a los bachaqueros, quienes se aglomeran en establecimientos comerciales y aplicando el "praneo" se adueñan de la cola y de los listados, generando un caos tremendo en cada sector.
Posicionar la "P" de productivo en todos los sectores sociales, es la mejor herramienta para luchar en ésta guerra, para que no se señale únicamente como culpable del mal al bachaquero de clases populares (porque hay que decirlo, las principales redes de bachaqueros no están en manos del pueblo, hay una cantidad de dueños de abasto y de empresas que protagonizan esta forma de comercio ilegal), sino para que se haga hincapié en lo inservible y agotado del sistema económico rentista. Producción, autosustentabilidad y nuevas redes de intercambio solidario, pueden dar cuenta de mejores formas para consolidar el buen vivir.
*vocero de la Casa del Costurero.
Escuela Popular de Comunicación-EPC