lunes, 12 de diciembre de 2016

Bolívar después de Marx: el sujeto histórico de la revolución venezolana



por Chris Gilbert / Resumen Latinoamericano

El imperialismo, pese a sí mismo, ha homenajeado a nuestra región en estos últimos años. Este homenaje consiste en la búsqueda urgente de la paz. Mientras en otras regiones del mundo los dirigentes del imperio más guerrerista de la historia intentan crear el caos y aprovecharse de él, aquí en la región norteña de América Latina –Colombia, Venezuela, Cuba– quieren paz desesperadamente. ¿Por qué? Porque temen nuestra capacidad de lucha, nuestro legado de lucha.

En verdad es un legado temible que siempre hemos subestimado… Antes de morir, el legendario cuadro cubano Raúl Valdés Vivó (1929-2013) se entregó a investigaciones que lo apartaron algo de la corriente del marxismo que había enseñado durante tantos años en escuela de formación del PCC. En una charla que dio aquí en Tierra Firme, el cubano anunció uno de los sorprendentes resultados que se desprendían de sus indagaciones: la injerencia de Estados Unidos en Venezuela no es tanto para controlar el petróleo criollo sino para borrar el legado de Bolívar.

Esta afirmación es aparentemente descabellada, pero luce más verosímil vista desde la perspectiva de otro de los ejes de investigación de Valdés Vivó en sus últimos años. Nos referimos a su investigación sobre la geopolítica contemporánea, el capitalismo como sistema mundial. Efectivamente, el capitalismo es un sistema global que divide y polariza el planeta. La polarización mundial es un hecho olvidado por la mayoría de los marxistas que buscan aquí una clase obrera con la misma centralidad que la de la clase obrera norteña; esta búsqueda es tan fútil como la de El Dorado.

El sistema mundial capitalista mantiene una paz rousseauniana en sus fortalezas del norte, pero pone las grandes regiones del sur en un estado hobbesiano de tumulto y atraso. Por esolas masas del sur, a diferencia de sus hermanos más pasivos del norte, buscan superar el sistema perennemente. La caracterización científica de este grupo sureño llamado al cambio es la de ejército de reserva mundial. Es un sujeto muy heterogéneo. En la Segunda Declaración de La Habana fue descrito tentativamente como “las masas hambrientas de indios, de campesinos sin tierra, de obreros explotados… los intelectuales honestos”. Pero detrás de la descripción yace una pregunta: ¿qué puede unificar una agrupación tan diversa para una lucha larga y repleta de obstáculos?

¿Cómo aglutinar un sujeto diverso bajo una sola bandera?
Aquí entra el legado Bolivariano. Porque, a diferencia de Francisco de Miranda que solo pudo ver un bochinche, Simón Bolívar reconoció que el sujeto diverso y harapiento de América Latina tuvo capacidad de organizarse: capacidad de unidad, lucha y batalla. En verdad fue un salto de fe muy parecido al de Marx en su contexto cuando se colocó –mucho antes de tener una explicación científica sobre el asunto– al lado del naciente proletariado. Pertrechado con los lentes del socialismo y anarquismo francés, el joven Marx vislumbró en esta clase emergente la capacidad de autopraxis.

Así que, en nombre del prócer criollo que lo reconoció primero, decimos que aquí el sujeto histórico capaz de hacer la revolución venezolana es un sujeto bolivariano. Y también que el bolivarianismo vivo coincide con el marxismo más avanzado por ser un pensamiento consciente del capitalismo como sistema mundial y de los retos que enfrentamos en términos de la organización en la transición al socialismo desde la periferia.

Lo anunciado arriba como tesis teórica –la importancia del bolivarianismo en el plano del pensamiento revolucionario– subyace en la conciencia popular desde hace tiempo. Es tan así que la clase oprimida venezolana se autoconcibe como “Hijos de Bolívar”. Sabemos que una clase social no es un producto automático del aparato productivo: más bien, como nos enseñó el marxista inglés E. P. Thompson, una clase se construye a sí misma a través de la historia. Así pues, la clase de los oprimidos en nuestra región se construyó, en un proceso de larga lucha, como bolivariana.

Una necesidad existencial: ser bolivariano
Todos los intentos de identificar y posicionar al sujeto del cambio de otra manera –independientemente de sus intenciones– se arriesgan no solo a desarmarlo sino también a negar su existencia. En un libro de 1969, Germán Carrera Damas se empeñó en desmontar el culto a Bolívar y encontrar en él un mero político realista. Según este historiador, el bolivarianismo es solo un “recurso ideológico”, una proyección de “las aspiraciones más urgentes y sentidas” del pueblo y “la contrapartida de un saldo adverso a las aspiraciones de las masas populares”.Frente a esta historiografía “objetiva”, que confunde la ciencia con ser au-dessus de la mêlée, hay que preguntar si estas aspiraciones urgentes aún existen o no, y si el historiador las comparte.

Un anhelo puede pertenecer a todo un pueblo como necesidad existencial. América Latina es probablemente la región del mundo más dispuesta a dar vivas. Vitoreamos a los próceres, a mandatarios, a países, a gobiernos, al pueblo… a todo menos la muerte. ¡Indudablemente es la gran expresión de la voluntad de vivir en un continente cuya existencia depende de la lucha! Ahora, ¿quién puede y quién quiere apartarse de estas “aspiraciones urgentes y sentidas” de luchar y de vivir? Solo los teóricos comprometidos con un modelo de ciencia que es mero repaso de hechos objetivos (lógicamente, un método promovido por los grupos y las naciones que ya tienen la existencia asegurada).

El nombre de nuestra voluntad continental de vivir –que equivale a la voluntad de asumir el largo y obstaculizado camino a la superación socialista– no es otro que el bolivarianismo. Eso porque el bloque diverso de cambio se unifica y se forma bajo esta bandera de su propia construcción, identificado con Bolívar y sus luchas, consciente de que de eso depende su existencia. Es por esta razón que en el Norte trabajan día y noche para que el espíritu bolivariano y luchador duerma en paz…

Chris Gilbert es profesor de Estudios Políticos en la Universidad Bolivariana de Venezuela.

Desde Shakespeare hasta Hemingway, los libros favoritos de Fidel




Cuando Fidel Castro, jefe máximo de la Revolución cubana que falleció el pasado 25 de noviembre, fue detenido en una prisión al norte de Santiago por el fallido asalto al Cuartel Moncada en 1953, gran parte de su tiempo se sumergió en los libros, de los cuales, con sus temas variados de historia, filosofía, ciencia y literatura, logró cosechar las influencias que dejaron en él.

Fue en este periodo cuando, se presume, su ideología política y el panorama del Estado cubano moderno florecieron.

En aquélla celda que lo limitó bajo las sombras, Fidel Castro buscó la inspiración en las obras de Kant, Freud, Shakespeare, Munthe, Maugham y Dostoyevsky, pero uno de los libros que más motivó su pensamiento no sólo político fue “Por quien doblan las campanas”, del autor estadounidense Ernest Hemingway.

La historia que encierra la novela es narrada por Robert Jordan, un guerrillero estadounidense en la Guerra Civil de España que, en su lucha por los Republicanos y contra los fascistas, conoce a María, una combatiente española con la que planeará un ataque contra una ruta de transporte del enemigo.

Para Fidel Castro, la historia vale por su resistencia, solidaridad y lucha por la justicia, que resumirían después a la Revolución.

El título es tomado del poema de John Donne “Ningún hombre es una isla”, que también habla de la camaradería humana. En el poema, Donne escribió: “Ninguna muerte me disminuye, / porque yo estoy inmerso en la humanidad”.

Los mismos sentimientos resuenan en la obra de Hemingway, en la que uno de los personajes cuestiona “¿Por qué nacimos si no es para ayudar a otros?”, y después menciona: “Yo soy tú y tú eres yo y todo el uno es el otro”.

Con el mismo libro, Fidel también retomó las lecciones de cómo mantener una guerrilla en el combate.

En una entrevista con los escritores estadounidenses Kirby Jones y Frank Mankiewicz en 1975, Fidel reveló: “De los autores estadounidenses, Hemingway es uno de mis favoritos”.

“Yo leí ‘Por quién doblan las campanas’ cuando era un estudiante… Hemingway habló sobre diferenciar un grupo combatiente guerrillero de un ejército convencional… la novela fue una de los trabajos que me ayudó a trazar estrategias para pelear contra el ejército de Batista”, relató.

Hasta hoy, las palabras que pronunció continúan con la fuerza y la convicción del espíritu de lucha, pues “si nosotros ganamos aquí, nosotros ganamos en todas partes. El mundo es un buen lugar y vale la pena luchar por él y yo odio abandonar la pelea”, dijo.
 
 
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viernes, 9 de diciembre de 2016

Nos urge entendernos para recuperar las calles.

De: shivas
Si te contara que había perdido sin darme cuenta esa calle donde laten las pasiones de la vida, ¿Vendrías en donde hemos recuperado un fragmento de ella? .
Esa calle estaba representada por el universo.
Cerros, veredas, barrios, portones abiertos, el super-super-yó-colectivo,los vecinos solidarios, los hermanos de cuadra, esos los héroes que siempre que puedo recuerdo, gente que siente y se resuelve, mirados por criticas que no construyen, como el mal de la vuelta de la esquina, porque habíamos cambiado el concepto de calle, porque más que para transitar es para encontrarnos con ideas, ideas para desmontar lo conservador, porque allí afuera no se puede pensar en otra cosa. Todas las puertas de este cosmos dan a una misma calle, pero casi todas en el globo capital son la replica de las replicas de quienes dejamos de ser, que saca importantes conclusiones sobre el destino trágico de ser esclavos: Esos seres redimensionados del sistema con un test molecular revolucionario que se encuentran atrapados.
Estamos dispersos en callejones de melodía monocorde, sin palpito ni para estremecernos como queremos, porque solas, ni solos podemos sino retomamos nuestras calles.

Las calles de lo posible se andan perdiendo, están tristes porque hay quienes las habitan ausentes, son calles desiertas por promesas de la muerte que mantiene a mis amigos encerrados en sus casas, en un fatídico laberinto presente prefabricado con mentiras de la modernidad, el ahora de los aislados-online.

Pero si te contara por experiencia que un pedazo de esa calle perdida te está buscando, alegre,estudiando sonrisas y fugas, soñando revueltas, sembrando filosofía, escribiendo en las aceras poesía, construyendo casas comunales, con sismos contraculturales, destronando universidades, pensándose, naciendo reiteradamente, componiendo canciones, con gente muy terca como tu que quieren cambiar el mundo. En esa calle, cuando la encuentres, cuando te encuentre, o cuando vengas, si alguien mata un perro, nadie hace la denuncia. En esa calle lo que se hace es ir a tocarle el timbre al asesino. Porque en esas calles todos somos responsables y autogobernantes.
Te ubico entonces, para invitarte desde donde te escribo: Santa Elena, una vía de sueños emancipados en el seno de una comuna.Es la casa del costurero quien te anda buscando,que no es una casa sino una calle para encontrarnos.
Nos urge entendernos para recuperar las calles.

martes, 6 de diciembre de 2016

AUTOGOL TODAY.

Hace un par de años, cuando una entraba a una tienda a preguntar por el precio de algo, el comerciante, con una sonrisita sádica, te tiraba en la cara una cifra exorbitante, y remataba "es que subió el dólar (today)". Gozaban un puyero subiendo y subiendo. Pensaban que cada día eran más ricos, pensaban que era cheverísimo, pensaban que no había tope. Aquel indicador delictivo fue su Biblia y, cantando sus alabanzas, creyeron cavar nuestras tumbas, mientras cavaban las suyas.

Incluso cuando hubo dólares baratos hasta el punto de la aberración, cuando alcanzaban hasta para importar whisky, Nutella, estuchitos para el iPhone, que también se importaba con esos dólares; los vendedores con la misma sonrisita te decían que sus precios eran "al paralelo" porque ellos no trabajaban con el dólar oficial. El negocio era un negoción.

Se acabó la fiesta y, borrachos de avaricia, no se dieron cuenta. Durante un pocotón de meses su dólar delictivo se estacionó, confiado en que Maduro ya estaba de salida. Tenían un montón de puertas abiertas y una promesa de Ramos Allup: era cosa de seis meses. Estacionado el paralelo, los precios seguían escalando. Ya no era el dólar, ahora era la inflación.

Con los bolsillos apretados, terminamos comprando lo estrictamente necesario. Necesaria es la comida. Así, las que antes eran tiendas de cachivaches se convirtieron en minimarkets: pequeñas boutiques de comida, donde el arroz y la harina, a precios Today, eran las estrellas de las ventas. Los minimarkets fueron salvavidas para comerciantes que, sin pensarlo dos veces, cambiaron de ramo. La clase media, defensora de la libertad de mercado, al ver la libertad en las estanterías lanzó un quejido. Igual terminaron comprando. Cambiaron la Nutella y el whisky por arroz, aceite y azúcar.

Ahora el dólar delictivo, el de los cadiveros, raspacupos, usureros y contrabandistas, se volvió más loco y en pleno diciembre de un año terrible. Sus fans, aterrados, sacan cuentas y ninguna les cuadra. No pueden subir más sus precios. Muchos economistas que antes lo justificaban con el cuento de las sagradas las leyes del mercado, hoy dicen que este no tiene ningún asidero lógico. Ahora sí, claro…

En su locura, DolarToday se hizo un autogol. Es momento para que el Gobierno apriete y remate el partido.

(Carola Chavez, Ultimas Noticias, 04/12/2016)