lunes, 12 de diciembre de 2016

Bolívar después de Marx: el sujeto histórico de la revolución venezolana



por Chris Gilbert / Resumen Latinoamericano

El imperialismo, pese a sí mismo, ha homenajeado a nuestra región en estos últimos años. Este homenaje consiste en la búsqueda urgente de la paz. Mientras en otras regiones del mundo los dirigentes del imperio más guerrerista de la historia intentan crear el caos y aprovecharse de él, aquí en la región norteña de América Latina –Colombia, Venezuela, Cuba– quieren paz desesperadamente. ¿Por qué? Porque temen nuestra capacidad de lucha, nuestro legado de lucha.

En verdad es un legado temible que siempre hemos subestimado… Antes de morir, el legendario cuadro cubano Raúl Valdés Vivó (1929-2013) se entregó a investigaciones que lo apartaron algo de la corriente del marxismo que había enseñado durante tantos años en escuela de formación del PCC. En una charla que dio aquí en Tierra Firme, el cubano anunció uno de los sorprendentes resultados que se desprendían de sus indagaciones: la injerencia de Estados Unidos en Venezuela no es tanto para controlar el petróleo criollo sino para borrar el legado de Bolívar.

Esta afirmación es aparentemente descabellada, pero luce más verosímil vista desde la perspectiva de otro de los ejes de investigación de Valdés Vivó en sus últimos años. Nos referimos a su investigación sobre la geopolítica contemporánea, el capitalismo como sistema mundial. Efectivamente, el capitalismo es un sistema global que divide y polariza el planeta. La polarización mundial es un hecho olvidado por la mayoría de los marxistas que buscan aquí una clase obrera con la misma centralidad que la de la clase obrera norteña; esta búsqueda es tan fútil como la de El Dorado.

El sistema mundial capitalista mantiene una paz rousseauniana en sus fortalezas del norte, pero pone las grandes regiones del sur en un estado hobbesiano de tumulto y atraso. Por esolas masas del sur, a diferencia de sus hermanos más pasivos del norte, buscan superar el sistema perennemente. La caracterización científica de este grupo sureño llamado al cambio es la de ejército de reserva mundial. Es un sujeto muy heterogéneo. En la Segunda Declaración de La Habana fue descrito tentativamente como “las masas hambrientas de indios, de campesinos sin tierra, de obreros explotados… los intelectuales honestos”. Pero detrás de la descripción yace una pregunta: ¿qué puede unificar una agrupación tan diversa para una lucha larga y repleta de obstáculos?

¿Cómo aglutinar un sujeto diverso bajo una sola bandera?
Aquí entra el legado Bolivariano. Porque, a diferencia de Francisco de Miranda que solo pudo ver un bochinche, Simón Bolívar reconoció que el sujeto diverso y harapiento de América Latina tuvo capacidad de organizarse: capacidad de unidad, lucha y batalla. En verdad fue un salto de fe muy parecido al de Marx en su contexto cuando se colocó –mucho antes de tener una explicación científica sobre el asunto– al lado del naciente proletariado. Pertrechado con los lentes del socialismo y anarquismo francés, el joven Marx vislumbró en esta clase emergente la capacidad de autopraxis.

Así que, en nombre del prócer criollo que lo reconoció primero, decimos que aquí el sujeto histórico capaz de hacer la revolución venezolana es un sujeto bolivariano. Y también que el bolivarianismo vivo coincide con el marxismo más avanzado por ser un pensamiento consciente del capitalismo como sistema mundial y de los retos que enfrentamos en términos de la organización en la transición al socialismo desde la periferia.

Lo anunciado arriba como tesis teórica –la importancia del bolivarianismo en el plano del pensamiento revolucionario– subyace en la conciencia popular desde hace tiempo. Es tan así que la clase oprimida venezolana se autoconcibe como “Hijos de Bolívar”. Sabemos que una clase social no es un producto automático del aparato productivo: más bien, como nos enseñó el marxista inglés E. P. Thompson, una clase se construye a sí misma a través de la historia. Así pues, la clase de los oprimidos en nuestra región se construyó, en un proceso de larga lucha, como bolivariana.

Una necesidad existencial: ser bolivariano
Todos los intentos de identificar y posicionar al sujeto del cambio de otra manera –independientemente de sus intenciones– se arriesgan no solo a desarmarlo sino también a negar su existencia. En un libro de 1969, Germán Carrera Damas se empeñó en desmontar el culto a Bolívar y encontrar en él un mero político realista. Según este historiador, el bolivarianismo es solo un “recurso ideológico”, una proyección de “las aspiraciones más urgentes y sentidas” del pueblo y “la contrapartida de un saldo adverso a las aspiraciones de las masas populares”.Frente a esta historiografía “objetiva”, que confunde la ciencia con ser au-dessus de la mêlée, hay que preguntar si estas aspiraciones urgentes aún existen o no, y si el historiador las comparte.

Un anhelo puede pertenecer a todo un pueblo como necesidad existencial. América Latina es probablemente la región del mundo más dispuesta a dar vivas. Vitoreamos a los próceres, a mandatarios, a países, a gobiernos, al pueblo… a todo menos la muerte. ¡Indudablemente es la gran expresión de la voluntad de vivir en un continente cuya existencia depende de la lucha! Ahora, ¿quién puede y quién quiere apartarse de estas “aspiraciones urgentes y sentidas” de luchar y de vivir? Solo los teóricos comprometidos con un modelo de ciencia que es mero repaso de hechos objetivos (lógicamente, un método promovido por los grupos y las naciones que ya tienen la existencia asegurada).

El nombre de nuestra voluntad continental de vivir –que equivale a la voluntad de asumir el largo y obstaculizado camino a la superación socialista– no es otro que el bolivarianismo. Eso porque el bloque diverso de cambio se unifica y se forma bajo esta bandera de su propia construcción, identificado con Bolívar y sus luchas, consciente de que de eso depende su existencia. Es por esta razón que en el Norte trabajan día y noche para que el espíritu bolivariano y luchador duerma en paz…

Chris Gilbert es profesor de Estudios Políticos en la Universidad Bolivariana de Venezuela.

Desde Shakespeare hasta Hemingway, los libros favoritos de Fidel




Cuando Fidel Castro, jefe máximo de la Revolución cubana que falleció el pasado 25 de noviembre, fue detenido en una prisión al norte de Santiago por el fallido asalto al Cuartel Moncada en 1953, gran parte de su tiempo se sumergió en los libros, de los cuales, con sus temas variados de historia, filosofía, ciencia y literatura, logró cosechar las influencias que dejaron en él.

Fue en este periodo cuando, se presume, su ideología política y el panorama del Estado cubano moderno florecieron.

En aquélla celda que lo limitó bajo las sombras, Fidel Castro buscó la inspiración en las obras de Kant, Freud, Shakespeare, Munthe, Maugham y Dostoyevsky, pero uno de los libros que más motivó su pensamiento no sólo político fue “Por quien doblan las campanas”, del autor estadounidense Ernest Hemingway.

La historia que encierra la novela es narrada por Robert Jordan, un guerrillero estadounidense en la Guerra Civil de España que, en su lucha por los Republicanos y contra los fascistas, conoce a María, una combatiente española con la que planeará un ataque contra una ruta de transporte del enemigo.

Para Fidel Castro, la historia vale por su resistencia, solidaridad y lucha por la justicia, que resumirían después a la Revolución.

El título es tomado del poema de John Donne “Ningún hombre es una isla”, que también habla de la camaradería humana. En el poema, Donne escribió: “Ninguna muerte me disminuye, / porque yo estoy inmerso en la humanidad”.

Los mismos sentimientos resuenan en la obra de Hemingway, en la que uno de los personajes cuestiona “¿Por qué nacimos si no es para ayudar a otros?”, y después menciona: “Yo soy tú y tú eres yo y todo el uno es el otro”.

Con el mismo libro, Fidel también retomó las lecciones de cómo mantener una guerrilla en el combate.

En una entrevista con los escritores estadounidenses Kirby Jones y Frank Mankiewicz en 1975, Fidel reveló: “De los autores estadounidenses, Hemingway es uno de mis favoritos”.

“Yo leí ‘Por quién doblan las campanas’ cuando era un estudiante… Hemingway habló sobre diferenciar un grupo combatiente guerrillero de un ejército convencional… la novela fue una de los trabajos que me ayudó a trazar estrategias para pelear contra el ejército de Batista”, relató.

Hasta hoy, las palabras que pronunció continúan con la fuerza y la convicción del espíritu de lucha, pues “si nosotros ganamos aquí, nosotros ganamos en todas partes. El mundo es un buen lugar y vale la pena luchar por él y yo odio abandonar la pelea”, dijo.
 
 
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viernes, 9 de diciembre de 2016

Nos urge entendernos para recuperar las calles.

De: shivas
Si te contara que había perdido sin darme cuenta esa calle donde laten las pasiones de la vida, ¿Vendrías en donde hemos recuperado un fragmento de ella? .
Esa calle estaba representada por el universo.
Cerros, veredas, barrios, portones abiertos, el super-super-yó-colectivo,los vecinos solidarios, los hermanos de cuadra, esos los héroes que siempre que puedo recuerdo, gente que siente y se resuelve, mirados por criticas que no construyen, como el mal de la vuelta de la esquina, porque habíamos cambiado el concepto de calle, porque más que para transitar es para encontrarnos con ideas, ideas para desmontar lo conservador, porque allí afuera no se puede pensar en otra cosa. Todas las puertas de este cosmos dan a una misma calle, pero casi todas en el globo capital son la replica de las replicas de quienes dejamos de ser, que saca importantes conclusiones sobre el destino trágico de ser esclavos: Esos seres redimensionados del sistema con un test molecular revolucionario que se encuentran atrapados.
Estamos dispersos en callejones de melodía monocorde, sin palpito ni para estremecernos como queremos, porque solas, ni solos podemos sino retomamos nuestras calles.

Las calles de lo posible se andan perdiendo, están tristes porque hay quienes las habitan ausentes, son calles desiertas por promesas de la muerte que mantiene a mis amigos encerrados en sus casas, en un fatídico laberinto presente prefabricado con mentiras de la modernidad, el ahora de los aislados-online.

Pero si te contara por experiencia que un pedazo de esa calle perdida te está buscando, alegre,estudiando sonrisas y fugas, soñando revueltas, sembrando filosofía, escribiendo en las aceras poesía, construyendo casas comunales, con sismos contraculturales, destronando universidades, pensándose, naciendo reiteradamente, componiendo canciones, con gente muy terca como tu que quieren cambiar el mundo. En esa calle, cuando la encuentres, cuando te encuentre, o cuando vengas, si alguien mata un perro, nadie hace la denuncia. En esa calle lo que se hace es ir a tocarle el timbre al asesino. Porque en esas calles todos somos responsables y autogobernantes.
Te ubico entonces, para invitarte desde donde te escribo: Santa Elena, una vía de sueños emancipados en el seno de una comuna.Es la casa del costurero quien te anda buscando,que no es una casa sino una calle para encontrarnos.
Nos urge entendernos para recuperar las calles.

martes, 6 de diciembre de 2016

AUTOGOL TODAY.

Hace un par de años, cuando una entraba a una tienda a preguntar por el precio de algo, el comerciante, con una sonrisita sádica, te tiraba en la cara una cifra exorbitante, y remataba "es que subió el dólar (today)". Gozaban un puyero subiendo y subiendo. Pensaban que cada día eran más ricos, pensaban que era cheverísimo, pensaban que no había tope. Aquel indicador delictivo fue su Biblia y, cantando sus alabanzas, creyeron cavar nuestras tumbas, mientras cavaban las suyas.

Incluso cuando hubo dólares baratos hasta el punto de la aberración, cuando alcanzaban hasta para importar whisky, Nutella, estuchitos para el iPhone, que también se importaba con esos dólares; los vendedores con la misma sonrisita te decían que sus precios eran "al paralelo" porque ellos no trabajaban con el dólar oficial. El negocio era un negoción.

Se acabó la fiesta y, borrachos de avaricia, no se dieron cuenta. Durante un pocotón de meses su dólar delictivo se estacionó, confiado en que Maduro ya estaba de salida. Tenían un montón de puertas abiertas y una promesa de Ramos Allup: era cosa de seis meses. Estacionado el paralelo, los precios seguían escalando. Ya no era el dólar, ahora era la inflación.

Con los bolsillos apretados, terminamos comprando lo estrictamente necesario. Necesaria es la comida. Así, las que antes eran tiendas de cachivaches se convirtieron en minimarkets: pequeñas boutiques de comida, donde el arroz y la harina, a precios Today, eran las estrellas de las ventas. Los minimarkets fueron salvavidas para comerciantes que, sin pensarlo dos veces, cambiaron de ramo. La clase media, defensora de la libertad de mercado, al ver la libertad en las estanterías lanzó un quejido. Igual terminaron comprando. Cambiaron la Nutella y el whisky por arroz, aceite y azúcar.

Ahora el dólar delictivo, el de los cadiveros, raspacupos, usureros y contrabandistas, se volvió más loco y en pleno diciembre de un año terrible. Sus fans, aterrados, sacan cuentas y ninguna les cuadra. No pueden subir más sus precios. Muchos economistas que antes lo justificaban con el cuento de las sagradas las leyes del mercado, hoy dicen que este no tiene ningún asidero lógico. Ahora sí, claro…

En su locura, DolarToday se hizo un autogol. Es momento para que el Gobierno apriete y remate el partido.

(Carola Chavez, Ultimas Noticias, 04/12/2016)

domingo, 20 de noviembre de 2016

El día del Estudiante Universitario y la lucha por la libertad del pueblo explotado.


Por: Carlos Rivas*


El día del estudiante universitario, se celebra en Venezuela en homenaje a las luchas estudiantiles de universitarios y liceístas durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, más exactamente por la acción acometida el 21 de noviembre de 1957, cuando un grupo de jóvenes irrumpieron en el Congreso de Cardiología de la Universidad Central de Venezuela, haciéndolo además a todo riesgo para denunciar a una dictadura que no permitía publicaciones en los diarios, debates en el Congreso y mucho, muchísimo menos, Comisión de Derechos Humanos. De inmediato la lucha cundió por las calles de Caracas, sobre todo en los sectores populares, sumándose a la fuerza estudiantil, grandes contingentes de pueblo, quienes sin escatimar enfrentaron a las fuerzas policiales. El año siguiente en 1958 los acontecimientos continuaron, la Seguridad Nacional tomó la Universidad Central, puso presos a numerosos estudiantes y cerró los centros de Educación Superior, lo que produjo un revuelo social que se convirtió en uno de los desencadenantes que concluyeron con la huida del dictador Marcos Pérez Jiménez.

De esta forma, un año después, se decreta oficialmente el día del Estudiante universitario en Gaceta oficial N.º 25.818, del Viernes 21 de noviembre de 1958. Sin embargo, todos los valores libertarios defendidos por los Estudiantes, y el pueblo en general, fueron traicionados por una elite política, que vendría a convertirse en vergüenza para la democracia, se llenaron de discursos aduladores al movimiento estudiantil, y al mismo tiempo siguieron con una política de exterminio y silencio ante quienes pretendían profundizar la tan ansiada democracia. La práctica represiva de la dictadura, bien funcionó con la instauración del modelo "democrático".


La Batalla de la Calle y las Ideas.


Ya a esta hora, habían dado la orden de allanar la Facultad de Ingeniería y Medicina, produjeron un apagón en la Av Tulio Febres Cordero de manera intermitente, como a la 02:00 am del 17 el apagón fue definitivo , se oía gente corriendo, más arribita del comedor. Los perros del Bioterio estaban muy alterados. Se corrió la voz que habían llegado más de 100 soldados cazadores, comenzaron a correr y nosotros a escondernos. Los que estábamos en el Centro de estudiantes de medicina al lado del cafetín en un semisotano, corrimos agazapados en dirección de las canchas de tenis, por allí también estaban entrando. Los que estaban en el edificio de ingeniería, se dispersaron, unos para el taller de mantenimiento, otros para la facultad de Ciencias al borde del barranco. Se podían oír los gritos mezclados con los disparos de FAL. Fue a las 02:47 am cuando lo asesinaron, había sido vilmente masacrado DOMINGO SALAZAR, presidente del centro de estudiantes de Medicina. Quien corrió la voz fue el negrito Clemente. Domingo era un revolucionario a carta cabal, convencido de su misión. *El 17 DE NOVIEMBRE de 1969, HACE 47 Años, el Tte. Coronel RODRIGUEZ CORRO, dio la orden de aplastar la protesta estudiantil.

Rafael Caldera era el Presidente.


Ofrecemos disculpas a nuestros lectores, por nuestra imprecisión de no haber dado con la referencia del anterior relato, sin embargo nos parece significativo, y bastante contundente, por demás, para dejar sentada la traición que el puntofijísmo acometió a la lucha estudiantil, a un poco más de diez años después de proclamada aquella Gaceta oficial, en la que se decretaba la celebración del día del Estudiante Universitario, se asesinaban estudiantes en las propias casas de estudio, lo de Domingo Salazar no fue una excepción, más de mil (1.000) estudiantes fueron "desaparecidos" y asesinados durante esa primera década, de la mal llamada "democracia".

Los tiempos políticos, evidentemente no son siempre los mismos, varían según las circunstancias históricas, sin embargo los proyectos históricos se alimentan en las luchas de los pueblos. Las calles de éste país se convirtieron en un hervidero, la capucha y la molotov, eran símbolos de rebeldía contra un sistema de gobierno elitesco, insulso, que le daba la espalda a las necesidades más sentidas del pueblo Venezolano, el Marxismo y otras teorías de izquierda se atrincheraban en los salones y cafetines de las universidades, mientras que los ideales Bolivarianos corrían como consignas en las calles, se levantaba al mismo tiempo en desobediencia una corriente histórica que estaba convencida que la llamada "democracia", había dejado de tener sentido, pues en la práctica no había cumplido con las promesas hechas al país. Caracas y Mérida en las décadas del 60' 70' 80' y 90', fueron reflejo de luchas en las calles, las universidades como trincheras y un "martirologio" que tiñó con su sangre cada rincón del país. Parte de esa dirigencia estudiantil, combativa de aquellos años, logró ver en concreto aquel proyecto histórico, encarnado en la revolución Bolivariana, y hoy manifiesta la decisión de construir un país.

Al mismo tiempo que el sueño se lanzaba a la calle, las universidades sufrían un aberrante aburguesamiento, las teorías de izquierda quedaron petrificadas en las tertulias académicas, mientras que en la "real politik" la izquierda con su estrategia de guerra de guerrillas, sufría una derrota importante. Parecía que el rol de la izquierda de ese tiempo, incluyendo la universitaria que era la mayoría, era poner los muertos. Sin embargo, las fuerzas combativas no se replegaron, todo lo contrario, enfrentaron con palos, piedras e ideas a la ignominia, y paso a paso le dieron cuerpo al proyecto histórico expresado en la Revolución Bolivariana.


Nos quedan muchos pendientes.


Cada día del Estudiante universitario, cada fecha icono de nuestra historia, es una disputa simbólica, que la burguesía pretende hacerse para sí, adueñarse, manipular y anular la participación del pensamiento crítico y del pueblo en dichos procesos, con la firme intención de despojar de toda conciencia histórica a los de a pié.

Las luchas de los estudiares no han terminado, tampoco la de los obreros, ni la de los campesinos, y cuando evocamos a los estudiantes, no hacemos referencia a los "manitas blancas", los cuales no defienden ningún proyecto histórico, más bien están entrampados en la esfera de los privilegios. A los estudiantes que alimentan el pensamiento crítico, que creen en un país profundamente libre, les queda como tarea re-significar lo político, convertirse en pregoneros y practicantes de la ética, y comprometerse con las luchas del pueblo explotado.

Pare cerrar, podemos preguntarnos:

¿Eran luchas diferentes, la de los estudiantes de aquellos años a los de ahora?

¿El proyecto histórico de aquel tiempo, no es el mismo que el de ahora?

¿Hay múltiples visiones sobre la política, y con ello estamos ante el surgimiento de una juventud conservadora?

De esta manera, estamos ante la necesidad de dar rienda suelta a un debate que cruza a la universidad en sus entrañas, a la sociedad en sus aspiraciones, a la política como proyecto y al futuro como horizonte.


*Vocero de la Casa del costurero.

Estudiante de la Escuela Popular de Comunicación EPC.

carlos_rivas_45@hotmail.com


miércoles, 9 de noviembre de 2016

Trump y la Política en Estados Unidos


 por: Jesús Álvarez Tovar


Finalmente y pese a los pronósticos ganó Donald Trump la presidencia de EEUU. 

Durante los últimos meses resultó casi  imposible sustraerse de ese circo político, por el terrible bombardeo mediático.

Fue una campaña sucia de parte de los dos candidatos del establishment, un auténtico carrusel de dinero por parte del poder fáctico gringo: El capitalismo financiero/mediático/narcotraficante.

Si, el capital del narcotráfico,
no olvidemos que la DEA en la práctica funciona como el Cartel más grande del mundo, de lo que da fe, entre otras evidencias, las toneladas de diversas drogas distribuidas a diario en un país donde se estima una cifra cercana a 100 millones de consumidores habituales, en un país donde viven el 50℅ de los consumidores de cocaína del mundo, donde se produce más del 40 ℅ de la marihuana a nivel global,  sede de varios paraísos fiscales donde campea el lavado de capitales. En resumen un negocio que genera más de 200 mil millones de dólares al año y que ocurre a la vista de todos. Estos sin contar los adictos a fármacos legales.
(Según cifras de agencias de la ONU y el propio gobierno norteamericano)

Es en este país donde ocurre esta singular contienda electoral, en medio de una auténtica frívolización del debate político, de la simplificación del mensaje, de la desaparición de otras propuestas o candidaturas alternativas, como la de la candidata del Partido Verde y los Socialistas, Jill Stein, que de lejos era  la postura mas progresista en esa contienda, quien fue totalmente invisibilizada.

Nunca hubo crítica sobre un sistema electoral decimonónico, atrasado, excluyente, anacrónico confuso, desigual y de elevada abstención.

Un sistema electoral pensado para garantizar el
bipartidismo, que es democrático sólo en apariencia, que limita o impide que surjan verdaderas propuestas de cambio. Que plantea un debate sobre una alternativa falsa, que sólo deja la opción de elegir  entre dos candidatos, que son simple y llanamente ambas caras de un mismo proyecto.

Especialmente en estas elecciones las opciones eran entre el más malo y la más mala.

Más que una campaña electoral presenciamos un "Show" de TV, donde Trump y Clinton interpretaron fielmente sus personajes,  siguiendo el guión cuidadosamente elaborado por asesores y publicistas.

No hubo una propuesta real sobre temas sensibles como la pobreza, la exclusión, la salud, la educación, la guerra, etc.

Sólo pudimos ver un absurdo enfrentamiento centrado en la personalidad de los candidatos, sus escándalos, su vida personal y ese tipo de sandeces. Es decir, material para ganar audiencia en los "Talks Shows" tremendistas o en algún  "Reality".

Trump, hombre de dinero vinculado al negocio inmobiliario, es también hombre de TV, a nuestro juicio muy curiosamente no fue el favorito de los grandes medios, al menos no de los medios hispanos en EEUU. No obstante era bochornoso observar, como ya desde la madrugada de este miércoles empezaron a cambiar su linea editorial con respecto a él, trocando al impresentable ignorante, racista, chovinista, machista y grosero Trump en un hábil genio de los negocios, de fino sentido del humor y de alma devota y piadosa.

No parece difícil que le acaricien el ego.

En el plano de la política internacional e injerencismo imperial,  seguramente no habrá mayores diferencias.

Obama, el nobel de paz de las 7 guerras en 8 años (Libia, Siria, Yemen, Irak, Palestina, Afganistan y otros oscuros lugares por el estilo) el de la expansión a niveles demenciales de la Otan,  terminó de demostrar lo poco que incide en la política de ese país los criterios o la personalidad de un presidente gringo, son los poderes fácticos del gran capital mafioso, como señalamos al principio quienes ponen la plata y  realmente gobiernan.

Trump,  el histriónico, no es ni mas ni menos peligroso que los Bush, Obama o los Clinton.  Es simplemente la expresión del fenómeno de la política convertida en espectáculo adormecedor, como en su momento lo fueron Ronald Reagan o Arnold Schwarzenegger, o el casi chistoso Berlusconi en Italia. Quizás Trump sólo sea un poco más ignorante, es difícil saberlo.

Finalmente es el mismo Musiú con distinto cachimbo,

afortunadamente lo sobreviviremos también



Escuela Popular de Comunicación Comunidad de Aprendizaje LA CASA DEL COSTURERO


lunes, 7 de noviembre de 2016

Foro Arco Minero en Audio

Todo el Foro sobre el Arco Minero realizado el día 12 de octubre en la Casa del Costurero. Agradecidos con Radio Ecos 93.9 Fm
 por su contribución a la difusión.

Arco Minero: Un debate pendiente.

Audios extraídos del Foro sobre el Arco Minero realizado el día 12 de octubre en la Casa del Costurero. Agradecidos con Tatuy Televisión Comunistaria
 por su contribución a la difusión.



 



 


jueves, 20 de octubre de 2016

Sobre “La Tierra es de Todos” y algo más… Por Jesús Reyes


Mientras que el texto cinematográfico implica un largo proceso de trabajo colectivo, guiado sobre todo por el director, el texto literario-testimonial produce la colectivización a través de un efecto afín a la figura de la sinécdoque, donde un intelectual orgánico de una comunidad en estado de urgencia depone una historia de vida que representa, por relación de contigüidad, a la totalidad del grupo.
(Duno-Gottberg y Hylton, 2008, p. 266).

De manera regular para realizar una película de larga o corta duración, en territorio Venezolano, se debe pasar largo tiempo de filtro en filtro, en búsqueda de la aprobación de los recursos necesarios para darle forma a los planteamientos, que se tienen en el guion. Superada esa etapa en la que pueden pasar dos años, se deben mantener encendidos los motores para tratar que el proyecto siga siendo lo que el realizador se imagina y se debe asumir que cada área es un rol distinto donde cada creador puede estar ligado o desligado del proyecto, que se pretende abordar.

La Tierra es de Todos” (Escuela Popular y Latinoamericana de Cine, Tv y Teatro, Venezuela 2016) es un corto no realizado como normalmente se acostumbra en la industria cinematográfica. Es concebido en su totalidad por jóvenes miembros de movimientos sociales. Las imágenes que se aprecian surgen de la idea de cada participante en particular. La obra de los facilitadores – Luis y Andrés Rodríguez –  fue de guías, de lo técnico a lo dramatúrgico, para realizarlas en tres días. Lo que indica que no se necesitó un guion totalmente estructurado con líneas de conflictos y personajes seleccionados de un casting.

Ahora bien, es necesario resaltar que todo el trabajo se llevó a ejecución en colectivo, donde la frase de Juan Calzadilla es necesaria, para contextualizar las intenciones de la escuela: “El artista no es un tipo especial de individuo sino que cada individuo es un tipo especial de artista[1]” y es lo que se ha tratado de formalizar en este tipo de experiencias, con la idea de establecer nuevas formas para la realización cinematográfica, evitando el papeleo de las fundaciones o los ministerios encargados de facilitar el acceso a los realizadores, pero creemos que a veces sucede lo contrario.

Estamos en presencia de un cine directo, como el que realizaba Lumière en los inicios de la disciplina, con la diferencia que la articulación espacio–tiempo es un poco más compleja por la yuxtaposición de imágenes. Podríamos adaptar la mención de cine directo y darle alguna determinación acorde con nuestra experiencia, seria algo así como: cine en caliente, cine inmediato, cine de creación colectiva, etc. Sucede que la materialización de las imágenes, se realiza de forma inmediata en un espacio al que se le trató de extraer todas sus posibilidades visuales, tratando de encontrar la poesía en la imagen desde esa significación que tiene para el Latinoamericano la tierra que le da de comer.
Gastón Bachelard nos dice:

La imagen poética no esta sometida a un impulso. No es el eco de un pasado. Es mas bien lo contrario: en el resplandor de una imagen, resuenan los ecos del pasado lejano, sin que se vea hasta que profundidad van a repercutir y extinguirse. (2000, p. 7).


Figura 1. Fotograma de “La tierra es de todos”, (Escuela popular de cine. 2016).

En “La Tierra es de Todos” la poética del espacio se hace presente desde que aparece la primera imagen luminosa en pantalla. Nos referimos a unas nubes que poseen un movimiento interno pasivo y que se disuelve con la imagen de unas hormigas en la tierra. El cielo tiene un tono amarillento, junto a blancos que abarcan de manera horizontal el centro de la pantalla y las nubes tienen un movimiento de Izquierda a derecha que proporciona que el ritmo sea progresivo y que la forma de las nubes varié un poco de acuerdo a su desarrollo del movimiento interno. La tierra es marrón con su tono amarillento y las hormigas se encuentran por todas partes, moviéndose de un lado a otro, generando una dinámica del ritmo interno de la imagen un poco alta. Bachelard aporta:

La imagen poética es una emergencia del lenguaje, esta siempre un poco por encima del lenguaje significante. Viviendo los poemas se tiene la experiencia saludable de la emergencia. Es sin duda una emergencia de poco alcance. Pero esas emergencias se renuevan., la poesía pone al lenguaje en estado de emergencia. La vida se designa en ellas por su vivacidad. Esos impulsos lingüísticos que salen de la línea ordinaria del lenguaje pragmático, son miniaturas del impulso vital. (2000, p. 15).

Figura 2. Fotograma de La tierra es de todos, (Escuela popular de cine. 2016).

Nuestros personajes viven la experiencia de estar insertos en el espacio poético, nos entregan momentos de calidad indispensable para entender su relación con el lugar que habitan. Tenemos el ejemplo donde cada personaje brinda un poco de poesía por medio de su oratoria: en el caso del niño cuando dice que le gusta abrazar a su caballo porque le da sentimiento o cuando el señor que comenta que le prometió a una vaca a punto de fallecer que cuidaría a su becerro como si fuera su hijo. Estas con características de un cine que rompe con la tradición de los diálogos melodramáticos, para encontrarse con formas nuevas que se irán descubriendo a medida que se genere el espacio de la propia realidad, sin intervenciones ficcionales.

En “La Tierra es de Todos” se puede observar el espacio donde cada uno de los personajes desarrolla su contacto con la tierra. Su tacto, sus palabras, su sentires revelan un estado de emociones que se materializan con imágenes de lo que conscientemente podemos traducir como una necesidad de perfección armónica para los personajes. Estas imágenes rompen el uso del naturalismo en la narración, para comenzar a formar parte de la materialidad poética de nuestros personajes y nos aporta Bachelard:

El ensueño es por sí solo una instancia psíquica que se confunde demasiado frecuentemente con el sueño. Pero cuando se trata de un ensueño poético, de un ensueño que goza no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almas goces poéticos, se sabe muy bien que no estamos en la pendiente de las somnolencias. El espíritu puede conocer un relajamiento, pero en el ensueño poético el alma vela, sin tensión, descansada y activa. Para hacer un poema completo, bien estructurado, será preciso que el espíritu lo prefigure en proyecto. Pero para una simple imagen poética, no hay proyecto, no hace falta más que un movimiento del alma. En una imagen poética el alma dice su presencia. (2000, p. 11).


Figura 3. Fotogramas de La tierra es de todos, (Escuela popular de cine. 2016).
Los personajes no nos dominan: aparecen y desparecen como si sus rostros formaran parte de un inmenso rostro colectivo que incluye el nuestro. El hecho de renunciar a la sacrosanta figura del MRI como es el plano-contraplano, permite deslastrarnos de la ficción estática entre personajes. Las miradas se empalman no con otros personajes, espacios y tiempos contiguos, sino con ideas y conceptos o sentimientos surgidos de esos espacios, tiempos o personajes, y a veces estas miradas se voltean hacia nosotros, por un instante. Todo(a) espectador(a) tiene por lo tanto la posibilidad de ser llamado(a) como persona a ser partícipe de aquel espacio.

El corto apunta a niveles de profundo afecto de los personajes con el territorio de donde provienen, con el gran Otro que te alimenta, el de las semillas-hijos, y de los espectadores con lo representado, por eso cada uno de ellos expresa lo que siente entregando desde su experiencia partes de su relación con la tierra. Dichas expresiones emanan de los impulsos sensitivos de cada individuo, pero al estar las pantallas saturadas de testimonios tan vacíos y al nuestros sentidos estar condicionados a la televisión dominante, escuchar el acento y el testimonio de nuestros hermanos, siendo impulsados por el corazón, nos parece extraño: Bachelard agrega:

El alma inaugura. Es aquí potencia primera. Es dignidad humana. Incluso si la forma fuera conocida, percibida, tallada en los “lugares comunes”, era, antes de la luz poética interior, un simple objeto para el estudio. Pero el alma viene a inaugurar la forma, a habitarla, a complacerse en ella. (2000, p. 11).

El montaje puede nacer: abrazar al caballo, cuidar al becerro, cuidar la semilla como hijo, ayudar al niño… la materia prima busca al editor, le pide hacer aflorar la cultura popular del eterno renacer de la vida.

Creemos que la liberación radica en la forma, ya que no podemos combatir las trampas de las industrias culturales con sus mismos signos y es lo que se ha dado con este corto. Mientras tanto los sujetos dejan de ser individuales y comienzan a identificarse como un colectivo, capaz de crear una cultura que se oponga totalmente a las subculturas dominantes. (Colombres, 2004). Adolfo nos sigue aportando:

La cultura no debe actuar como una incitación a la intolerancia, como un modo de separación y encierro en concepciones fundamentalistas y fanáticas, sino cual un conjunto organizado de valores que sirve para definir a los sujetos colectivos que entrarán en el dialogo, a los verdaderos actores de un proceso que llevará a descongelar las situaciones coloniales, todas las viejas y nuevas formas de opresión, para poder alcanzar así la libertad y la justicia. (Colombres, 2004).


Figura 4. Fotogramas de La tierra es de todos, (Escuela popular de cine. 2016).

Difícilmente nuestras imágenes generen el proceso de reflexión que necesitamos, para lograr la conformación de ese ser humano nuevo que nuestra sociedad reclama. Luchar por la emergencia de los imaginarios no depende de un solo film, se necesita más que eso y mucho tiempo para que avancemos hacia una independencia cultural solida y concreta, que trate de evitar una cultura fragmentaria que se apoya en lo foráneo, en vez de apoyarse en lo autóctono, como normalmente sucede en el cine producido por el Estado donde evidentemente lo que predomina es el reflejo del idealismo burgués.

Nuestro cine, nuestra dramaturgia, nuestras imágenes, nuestra estética promueven el desarrollo de la conciencia social, mediante la representación de los sujetos tal cual estos son, sin mediaciones de belleza estereotipada como se ve a todos los animadores de la televisión dominante. Pensamos que al sujeto reconocer sus signos de identidad este reflexiona sobre su condición y comienza  un proceso de transformación, donde se libera de la enajenación y comienza a conformase en redes colectivas para el fortalecimiento de los movimientos sociales. El cine revolucionario tiene al ser humano como factor fundamental pero no para utilizarlo como un objeto de su propio consumo estético, sino como ese sujeto capaz de brindar con su capacidad de acción las luces necesarias para fundar las bases del camino que debemos seguir. (Guevara, Ernesto. (1977). El Socialismo y El Hombre Nuevo. Cerro del Agua, México: Siglo XXI Editores.).

En cambio ese cine que produce una industria del Estado como copia admirativa del mercado comercial habla del poco desarrollo de la conciencia social que tenemos en nuestro país y por ende en nuestra cultura. Aunque sea difícil de aceptar tendremos que decir que ese cine funciona como un agente de colonialismo interno porque repite y tiene todas las características del cine fabricado por los opresores. “Un pueblo no alcanza el estado de civilización sumándose al proyecto de otro pueblo, sino tomando conciencia de su ser en el mundo, de su identidad y su especificidad cultural” (Colombres, 2004).











Figura 5. Fotogramas de La tierra es de todos, (Escuela popular de cine. 2016).

Siguiendo a Colombres es necesario acotar que lo que hemos tratado de hacer es generar un proceso de creación con el fin de atar eslabones que nos permitan identificar las inquietudes que nuestro pueblo manifiesta en cuanto a la realización cinematográfica. El resultado en imágenes proviene de miradas libre de condicionamientos de seres humanos que de alguna manera mantienen una relación estrecha con la tierra y desde el taller -no brindamos la oportunidad, hablar de oportunidades en un proceso revolucionario es una actitud de sistemas opresores encarnada en los dirigentes de turno- abrimos los caminos para la constitución del dialogo creativo con la intención de multiplicar la experiencia por todos los rincones del país. Y nos aporta el Che  Guevara: “La sociedad en su conjunto debe convertirse en una gigantesca escuela”.  (2)

[1] La frase original es de Hebert Read y la encontramos en La imagen doble de Fernández, Franklin, 2006.

(2) Guevara, Ernesto. (1977). El Socialismo y El Hombre Nuevo. Cerro del Agua, México: Siglo XXI Editores.




domingo, 16 de octubre de 2016

Política como cuidado para con el pueblo. Por Leonardo Boff.


 
Créditos: Resumen Latinoamericano.

Pasaron ya las elecciones municipales en un contexto político dramático, con un gobierno federal con baja credibilidad y con legitimidad discutible.

Gran parte de los políticos tienen como objetivo llegar al poder por intereses y una vez en el poder, promover la reelección. Muchos de ellos no viven para la política sino de la política. Se deforma así la naturaleza de la política como búsqueda del bien común. Y lo que es peor, el político interesado se sitúa por encima del bien y del mal. Sólo hace el bien cuando es posible y el mal siempre que sea necesario.

Pero es importante denunciar que se trata del ejercicio perverso del poder político. Max Weber en su famoso texto de 1919 a los estudiantes de la Universidad de Munich, desanimados por las condiciones humillantes impuestas por las potencias que vencieron a Alemania en la primera guerra mundial, La política como vocación, ya había advertido: «Quien hace política busca el poder. Poder como medio al servicio de otros fines o el poder por sí mismo, para disfrutar del prestigio que el poder confiere». Este último modo de poder político ha sido ejercido históricamente por gran parte de nuestras élites a fin de beneficiarse de él, olvidando al sujeto y destinatario de todo poder, que es el pueblo.

Necesitamos rescatar el poder como expresión político-jurídica de la soberanía popular y como medio al servicio de objetivos sociales colectivos. Sólo este es moral y ético. Es imperativo, pues, contar con políticos que no hagan del poder un fin en si y para su provecho, ligados a procesos de corrupción, tan largamente publicitados, sino una mediación necesaria para realizar el bien común, a partir de abajo, de los excluidos y marginalizados. El paleocristianismo llamaba a esto liturgia, que significaba: servicio al pueblo.

En este contexto queremos recuperar la figura sin par de político de los tiempos modernos que es Mahatma Gandhi. Para él la política «es un gesto amoroso para con el pueblo» que se traduce por el «cuidado del bienestar de todos a partir de los pobres». Él mismo confiesa: «Entré en la política por amor a la vida de los débiles; viví con los pobres, recibí parias como huéspedes, luché para que tuviesen derechos iguales a los nuestros, desafié a reyes, no sé cuantas veces estuve preso». Lo mismo se podría decir de otra figura ejemplar, Nelson Mandela, que después de decenas de años de prisión superó el apartheid de Sudáfrica.

En estos tiempos de desesperanza política por causa del mucho odio que se extiende en la sociedad, y también por lo que no pocos denuncian como un golpe parlamentar-judiciario contra una presidenta consagrada por una elección mayoritaria, necesitamos reforzar a los gobernantes que se proponen cuidar del pueblo y hacer que el cuidado sea la línea de conducta de la vida social en el municipio, en el estado y en la federación.

A decir verdad, Brasil necesita urgentemente de quien cuide de los pobres y marginados. Lula y Dilma se propusieron intencionadamente cuidar y no administrar al pueblo, mediante políticas sociales de rescate de su vida y su dignidad. Actualmente predomina una política que cuida menos del pueblo y más de los ajustes rigurosos en la economía, de la estabilización monetaria, de la inflación, de la deuda pública federal y estatal, de la privatización de los bienes públicos y de nuestra alineación con el proyecto-mundo. Todo esto se hace sin escuchar al pueblo e incluso en contra de derechos sociales a duras penas conquistados.

Que no se diga que tal diligencia representa el cuidado para con el pueblo. Cuidado meticuloso y hasta maternal lo hay, sí, para con las élites dominantes, para con los bancos y para el sistema financiero nacional e internacional que tiene lucros exorbitantes.

En lugar de cuidado, en la política hay administración de las demandas populares, atendidas de forma paliativa, más para acallar la inquietud y ahogar la revuelta justa que para atacar las causas de su sufrimiento.

El cuidado para con el pueblo exige conocer sus entrañas por experiencia, sentir sus llamadas, compadecerse de su miseria, llenarse de iracundia sagrada y escuchar, escuchar y una vez más escuchar. Debería haber un Ministerio de la Escucha, como existe en Cuba. En este Ministerio deberían estar los discípulos de Paulo Freire y no los seguidores de Pavlov y de Skinner, maestros de una visión mecanicista de la vida humana.

Escuchar la saga del pueblo, sus padecimientos y sus esperanzas, las soluciones que encontró, el Brasil que sueña. Él quiere bastante poco: trabajar y con su trabajo dignamente pagado, comer, vivir, educar a los hijos, tener seguridad, salud, transporte, cultura y tiempo libre para seguir a sus equipos preferidos y hacer sus fiestas y músicas. Pero lo que más quiere es dignidad y ser reconocido como persona y ser respetado.

El pueblo merece ese cuidado, esa relación amorosa que espanta la inseguridad, proporciona confianza y realiza el sentido más alto de la política.

Leonardo Boff, teólogo, filósofo y escritor, escribió: Virtudes para otro mundo posible (3 vol.), Sal Terrae 2010.

Traducción de MJ Gavito Milano

martes, 13 de septiembre de 2016

¿Hasta dónde hay procesos de conquista y de colonización del mundo de vida del ser latinoamericano? Por Carlos García.



Revisarnos es una tarea a la que le solemos huir,  saber cómo hemos llegado a ser lo que somos para construir e inaugurar un proceso de transformación o ¿transustanciación? se torna vital, más que necesario. Nuestra historia, la negada, la oprimida, la oculta y la rechazada por nosotros mismos, nos clama desde nuestro sentir, la manifestación abierta de su ser inconforme, permanentemente latente. ¿Cuánto de negro, de indio, de blanco marginado, de campesino tenemos?  ¿O somos?.

Cuando era pequeño, en las peleas con mi hermano, mi forma de descalificarlo era decirle: negro o indio, o burlarme del ser campesino. Estos descalificativos reproducidos por mí, y escuchados en un medio de vida cotidiano (desde la escuela, hasta en la familia) negaban lo que en mi caso soy: hijo de padres y abuelos provenientes del campo, afrodescendientes y migraciones. Soy directamente la conjunción de aquello, de lo que unos más que otros somos, una mezcla que históricamente es ocultada y negada.


En el fondo tenemos el anhelo de liberarnos, de tener autonomía, de poder manifestarnos, pero no sabemos qué o quién se quiere manifestar dentro de nosotros, ni de qué o quién debemos liberarnos. ¿Dicha confusión aparece por ser nosotros el fruto de la cultura de la violencia, hijos malinches huérfanos de una cultura violada y un ego fálico violador, dominador? ¿Cualquiera de nosotros no cargamos simultáneamente  la cultura violada, negada y el ego fálico dominante que llegó a estas tierras con Colón, Cortés, Pizarro o Juan Rodríguez Suarez? ¿Desde pequeños no somos incluidos dentro de la santa cultura occidental para reproducir la cultura de la conquista, del ego conquiro?.

Desde pequeños somos incluidos en un mundo institucional que reproduce al ego fálico machista. Estudiamos en escuelas donde en nuestra relación con el otro, está siempre la competencia, prima un modo de relación yuxtapuesto, el amo y esclavo, profesor y alumno, jefe y subordinado, patrón y obrero. Nos paseamos la vida, cotidianamente entre instituciones de carácter vertical con formas de “comunicarse” ¿o comunicados?,  que van de arriba hacia-abajo. Es el yo conquistador, superior que da la palabra, que la sacramenta, es el Cortés, el europeo, el cogito institucionalizado que desconoce a la madre cultura, a las prácticas cotidianas no formales y que asume al otro como lo mismo, lo suplementario de un dios llamado progreso y al cual hay que servir.

En la vida cotidiana reproducimos la verticalidad en nombre de la eficiencia y la eficacia, la disciplina y el orden, nos conformamos en estructuras de organización jerarquizadas, escuela, universidades, ministerios, empresas, corporaciones, partidos. Las instituciones formales hechas para el control, encarnan el espíritu de dominio, en ellas uno termina ajustándose inertemente a su forma de ser y funcionar. Pocas veces allí hay integración, pues está implica el reconocimiento del otro y eso empuja a modificaciones de sus formas de relación.

A la luz de lo femenino podemos dar parto a algo nuevo, la lógica de lo femenino posee la actitud del cuidado, de la vulnerabilidad, de la cooperación, ¿una ontología de la biofília, la solidaridad?  En el mundo de vida cotidiano, empapado por el ego machista, oprimimos lo femenino y emulamos lo machista como una actitud ante la vida y los otros. No hay diferencia en que mujeres u hombres asuman los espacios de poder, pues para poder sobre-vivir en dichos espacios, hay que reproducir la voluntad de poder propia del ego fálico.

El ego fálico es ya una actitud, una ontología de la conquista, un yo conquistador que es cultura, vínculos, formas de ser, de pensar, de sentir y de hacer que se reproducen por todos lados. ¿Cuánto de discurso europeo moderno queremos emular? ¿Cuánto en querer ser reconocidos por el poder, por la modernidad, por la institucionalidad europeo-moderna-colonizadora anhelamos cotidianamente?  ¿Acaso no perseguimos títulos (las actuales cédulas del gracias al sacar de la modernidad  neoliberal) que es una manera de blanquearnos socialmente? ¿Cuánto de pesadilla del hombre blanco en querer ser jefe, mandar sobre otros y tener poder alojamos en nuestro ser? ¿Lo ocultamos, lo negamos, o decimos que no somos eso y lo depositamos afuera, en el otro, en ese otro que somos nos-otros y negamos? ¿Acaso nuestra racionalidad no será la justificadora voz interiorizada del ego fálico?

Al parecer la colonización histórica del cuerpo, del espíritu y de todo nuestro mundo de vida puede ser trascendida, pero no desde la modernidad, habrá que buscar-nos en otros lugares, en otras ontologías, en otra forma de ser, que también somos nos-otros.

¿Acaso no soñamos cosas que simplemente la razón, esa forma europea de dar cuenta del mundo  no puede explicar y que sabemos tienen un significado?

¿Podrá el miedo en ir más allá que la modernidad mantenernos colonizados y dominados?

¿Nos arriesgaremos a viajar por los bordes de la razón?

lunes, 12 de septiembre de 2016

Las Venas Abiertas del Orinoco. Por José Luis Dávila.


El Derecho de todos los Venezolanos a la existencia como pueblo soberano dentro de su territorio, nos da el marco para alzar la voz en contra del Arco Minero propuesto por el gobierno de Nicolás Maduro; es bien sabido en la historia de nuestra desangrada Latinoamérica que servir de fuente de materias primas baratas para las trasnacionales nunca ha traído beneficios para ningún pueblo en resistencia, y por sobre todo, los que proponiendo modelos alternativos de construcción para una nueva sociedad justa y respetuosa con todos los seres vivos y territorios en los cuales habitan; ahora nos propongamos a lanzar la arenga del extractivismo Neocolonial como salvación de nuestro país.

El tener el 11% de nuestro territorio nacional bajo un régimen de zonas económicas especiales con el control de ejércitos pagados por las trasnacionales donde los derechos de los pueblos originarios serán disminuidos a cero; no convencen a ningún revolucionario que se llame antiimperialista y amante de la patria Bolivariana; solo con vernos bien en el triste espejo de África bastaría. Donde el hambre, la pobreza, la prostitución y otros males que traen consigo la minería y sus famosas corruptelas, reinan por sobre cualquier estado o proyecto nacional. Como bien sabemos tenemos una deuda social histórica con los pueblos en los estados Bolívar y Amazonas, donde los mineros, garimpeiros, G.N. y demás mafiosos políticos apoderados de este territorio ya desde hace mucho tiempo han impuesto sus reglas con la aceptación de muchos de los actores con responsabilidades sociales y políticas que asumir, en las cuales el gobierno Venezolano no ha hecho su mayor esfuerzo por proteger y encaminar el buen desarrollo de estas sociedades paralelas surgidas al margen del proyecto Ecosocialista que tanto se esforzó Chávez por hacerles entender.

Hoy todos sabemos que tenemos un chance para decirle si a la vida, de repensarnos la deuda histórica que tienen los viejos y nuevos imperios con nuestro pueblo, de reflexionar que vale más la pena un litro de agua o un lingote de oro en los mercados especulativos de Canadá o Europa; es momento de tomar la senda y sentir la lluvia como Chávez el día de san Francisco, llamando a la hermana Luna, al hermano Sol, a la Madre Abya Yala para que hagan entrar en consciencia a nuestros tecnócratas dirigentes, que sin una pizca de amor por la tierra que pisan y que supuestamente heredaron de su padre político pretenden hipotecar nuestros sueños sinceros.

CONTRATIEMPO: La inevitabilidad en la política: La razón de la utopía. Por Alejandro Ochoa.

"La utopía es el horizonte
para guiar los sueños de la solidaridad"
(Libro de las revelaciones posmodernas)

Nada parecía augurar que en cuestión de meses, la situación del discurso político en Venezuela se viera sometido a la tensión del choque de aspiraciones civilizatorias tan contradictorias como las que estamos viviendo en estos días. Con una velocidad que deja atónitos a propios y extraños, el primer gobierno de la era post-Chávez acomete con un empeño digno de más nobles empresas, al desmantelamiento ambiental y cultural de un espacio nada despreciable del 12% del territorio nacional sin que sea posible apelar a las formas de decisión contempladas en la Constitución de 1999: el referendo consultivo cuando se trata de asuntos transcendentales para la nación.

¿Se trata de una traición a los ideales políticos de Chávez? ¿Se está construyendo finalmente un asalto que luce casi definitivo a lo que ha sido uno de los espacios físicos más elusivos del planeta tierra: La amazonía? O, ¿Se trata acaso del último salvavidas para una sociedad que no ha salido de su borrachera rentística y ahora hinca sus dientes hambrientos y feroces sobre El Dorado? ¿Será la inevitable inserción en un mundo globalizado que impone sobre cualquier ideología y proyecto histórico, las limitaciones y ambiciones del proyecto Occidente? ¿Se trata de un amargo "eterno retorno"?

Se trata de todo esto, pero hay razones mucho más profundas que las simples acciones de gobierno entendidas como la "disposición de las cosas de acuerdo con su naturaleza". Se trata de lo inevitable de un modelo de civilización global. Puestas así las cosas, entonces debemos enfilar nuestras críticas y miradas a espacios menos definidos por la racionalidad política del éxito o del fracaso. Intentemos, a contramarcha de la urgencia, pensar sobre si es posible que el ejercicio político contemporáneo pudiera arrojar un resultado distinto a este que nos deja a las puertas de un desierto en lo ambiental, en lo moral, en lo ético y lo político.

La devastación ambiental está aún por verse pero no hay razones para pensar que sea distinto a lo que hemos visto en el resto del mundo. Se argumenta que se trata de poner orden en un espacio territorial que ha sido elusivo a la gestión del estado venezolano. Un dato nos basta para ilustrar lo profundo e intrincado que es el espacio que rodea lo que se denomina el arco minero. Fue apenas a mediados del siglo pasado que se pudo llegar al nacimiento del río Orinoco. El estado venezolano tiene años tratando de ordenar la explotación artesanal de minerales en la región de Guayana. Aparentemente, sin éxito. Pero también sin muchas noticias que nos permitan al resto de los venezolanos apropiarnos de ese espacio como propio. Ahora, el arco minero luce como un salvavidas que nos pone en la extraña posición de enajenarnos y obviar que allí hay además de esos recursos materiales inmediatos, una biodiversidad desconocida, culturas que han residido allí mucho antes que América fuera América. Hay entonces razones para suponer que se impone sobre nosotros una razón instrumental depredadora que no nos impide seguir explotando a la humanidad en nombre del progreso.

La explotación de la humanidad adquiere así un rango civilizatorio. Se explota la humanidad como concepto regulador que impone la humanidad como una forma de vida que es mejor a otras formas de vidas o culturas que serán inevitablemente desplazadas de su entorno vital. En nombre de la humanidad, conquistamos y devastamos sus culturas. Se dirá que son retrasadas y que la nación no puede sucumbir al chantaje de los pueblos originarios. ¿Será esto un acto revolucionario? La pregunta no es retórica, es en esencia una pregunta estructural porque parece que como le corresponde a todo acto humano, la revolución también tiene límites y, en este caso, lo hemos alcanzado por el lugar más inesperado para algunos, pero no por ello menos inevitable. De esa dimensión es el arco minero. Pero, debemos recordar que la naturaleza histórica, política y económica del proceso que experimenta la sociedad venezolana es esencialmente la continuación de un proyecto civilizatorio moderno en su estructura y posmoderno en sus manifestaciones. No podía ser de otro modo en un mundo que cada vez más va revelando que su centro está en ninguna parte y su circunferencia cada vez se hace más reducida. La periferia del proyecto civilizatorio está en el centro de la idea misma de ese proyecto civilizatorio.

Venezuela es, a despecho de quienes siguen viendo a esta sociedad como un espacio de bárbaros insolentes, un curioso heraldo del agotamiento de la modernidad y la insuficiencia de la posmodernidad para conducir a un mundo más justo para los más desposeídos. Habiendo avanzado en la inclusión civilizatoria para tantos a quienes se les adeudaba la presencia del estado, ahora se impone la presencia del estado como elemento destructor de culturas milenarias pero débiles, accesorias, casi que de museo y entonces el zarpazo minero asesta el golpe final de quitarles lo que se les viene quitando desde hace décadas: su entorno vital. Pero más aún, la aparición del estado en ecosistemas tan sensibles y con la peor de las huellas que ha sabido dejar el hombre sobre la faz de la tierra: la minería, no es garantía de que esa administración sea transparente y beneficiosa para los bienes de toda la nación.

El silencio de la oposición que ha reclamado el fracaso de este modelo es la más perfecta forma de delatar sus propósitos y sus ambiciones. Ocultos detrás de la cosmética del silencio, la oposición espera agazapada para asestar un golpe que no devuelva la esperanza a muchos, sino el usufructo de unos pocos. Puestas las cosas en la dimensión de las posibilidades que ofrece el presente, el arco minero es una inevitabilidad histórica y una terrible tragedia a la humanidad como idea en Venezuela y al ejercicio de la soberanía política como acto definitivamente reivindicado por el proceso histórico inaugurado en 1999.

Si el arco minero es inevitable, entonces la necesidad de revivir las utopías que permitan el rescate de otras formas de vivir en la tierra e incluso de inventarse nuevas formas de relación con el entorno no sólo son deseables sino necesarias. La urgencia de nuevas formas de vincularnos con la tierra hace que la utopía nos luzca como un imperativo de sobrevivencia y no como un espacio para la holgura política.

El reto para la revolución bolivariana en estos momentos es, aunque parezca paradójico, mayor revolución en los estratos más profundos del pensamiento político, ecosocial y económico. No es sólo un asunto de interés nacional. Se trata de poder empujar a pensar la realidad de América Latina, depósito de grandes riquezas biológicas y minerales, más allá de ser el futuro de un proyecto que nunca nos ha incluido en nuestra especificidad sino en una generalidad que nos diluye como nación para convertirnos en colonia.

Son tiempos urgentes estos que demandan del pensamiento la mayor serenidad para acometer la tarea nada despreciable de poder criticar los límites de la revolución no para acabarla sino para revitalizarla desde el único lugar posible: sus propias contradicciones. La revolución está llamada a defender la verdad no como propiedad sino como la aspiración legítima de todo acto que se hace en nombre de la humanidad. Asumir la contradicción para superarla y no para ocultarla es lo que convoca este tiempo aciago de penuria económica.

A tiempo: Mientras más se aleja el revocatorio de las aspiraciones políticas de una oposición aturdida, más evidente se hace que es necesario un nuevo debate sobre el sentido histórico de la nación venezolana. Poner a la historia como testigo para justificar el regreso de quienes desangraron al país durante décadas, más que un acto de inocencia es la soberbia de quien no reconoce al otro. Es, por así decirlo, un acto de barbarie dentro de la propia civilización. ¿Podemos esperar de ellos un acto de apertura a las civilizaciones ancestrales? El silencio es su más elocuente respuesta.