lunes, 12 de septiembre de 2016

Las Venas Abiertas del Orinoco. Por José Luis Dávila.


El Derecho de todos los Venezolanos a la existencia como pueblo soberano dentro de su territorio, nos da el marco para alzar la voz en contra del Arco Minero propuesto por el gobierno de Nicolás Maduro; es bien sabido en la historia de nuestra desangrada Latinoamérica que servir de fuente de materias primas baratas para las trasnacionales nunca ha traído beneficios para ningún pueblo en resistencia, y por sobre todo, los que proponiendo modelos alternativos de construcción para una nueva sociedad justa y respetuosa con todos los seres vivos y territorios en los cuales habitan; ahora nos propongamos a lanzar la arenga del extractivismo Neocolonial como salvación de nuestro país.

El tener el 11% de nuestro territorio nacional bajo un régimen de zonas económicas especiales con el control de ejércitos pagados por las trasnacionales donde los derechos de los pueblos originarios serán disminuidos a cero; no convencen a ningún revolucionario que se llame antiimperialista y amante de la patria Bolivariana; solo con vernos bien en el triste espejo de África bastaría. Donde el hambre, la pobreza, la prostitución y otros males que traen consigo la minería y sus famosas corruptelas, reinan por sobre cualquier estado o proyecto nacional. Como bien sabemos tenemos una deuda social histórica con los pueblos en los estados Bolívar y Amazonas, donde los mineros, garimpeiros, G.N. y demás mafiosos políticos apoderados de este territorio ya desde hace mucho tiempo han impuesto sus reglas con la aceptación de muchos de los actores con responsabilidades sociales y políticas que asumir, en las cuales el gobierno Venezolano no ha hecho su mayor esfuerzo por proteger y encaminar el buen desarrollo de estas sociedades paralelas surgidas al margen del proyecto Ecosocialista que tanto se esforzó Chávez por hacerles entender.

Hoy todos sabemos que tenemos un chance para decirle si a la vida, de repensarnos la deuda histórica que tienen los viejos y nuevos imperios con nuestro pueblo, de reflexionar que vale más la pena un litro de agua o un lingote de oro en los mercados especulativos de Canadá o Europa; es momento de tomar la senda y sentir la lluvia como Chávez el día de san Francisco, llamando a la hermana Luna, al hermano Sol, a la Madre Abya Yala para que hagan entrar en consciencia a nuestros tecnócratas dirigentes, que sin una pizca de amor por la tierra que pisan y que supuestamente heredaron de su padre político pretenden hipotecar nuestros sueños sinceros.

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