miércoles, 20 de septiembre de 2017

La Reparación de las Tramas Vinculares, El retorno del encuentro, hacia la constitución de la comunidad como reino prometido. Por Carlos García.





 “Todo encuentro es un reencuentro  y nuestra tarea es planificar la esperanza”
Enrique Pichón Rivierè.

Es más que evidentemente decir, que para la modernidad capitalista en su etapa más desarrollada, es de suma importancia constituir a un sujeto solitario y funcional a dicho sistema. Su afán ahora es el producir sujetos que sean proclives a la modernidad como horizonte sin cuestionamiento alguno. En esta etapa de la modernidad capitalista se están atomizando todas las relaciones del ser humano, y por consiguiente exacerbando y llevando al límite su ontología que ahora se sitúa en un individualismo hedonista sin precedentes, ontología que vemos ahora pasa por el aislamiento del sujeto para dominarlo y hacerlo dócil reproductor pasivo de su lógica.

Es así que actualmente nos encontramos cada vez más en condición de soledad sin podernos vincular. Toda conformación grupal, comunitaria  y social en nombre de la libertad individual tiende a desintegrarse. En este momento de la dominación, nos encontramos con argumentos en los que por ejemplo se esgrime que el otro es estorbo e impedimento para ejercer la libertad o planes a futuro. La familia, la pareja, el grupo y la comunidad se convierten en ataduras que para este sujeto individualizado y descomprometido es necesario desechar o en el mejor de los casos utilizar para lograr fines individuales que son inoculados y funcionales a la modernidad capitalista. Por lo tanto, el sistema habiendo penetrado y alienado a la cultura popular mediante los mass media como nos lo dijera Dorfman, Mattelard y Dussel[1], en donde inocula un modo de vida solitario con una cultura foránea, el sistema va directo a destruir todo viso de posibilidad en constituir pareja, grupo y familia como instancia constitutiva del humano y pro-creadora de la cultura local popular, para desarraigarlo y constituirlo a través de los medios[2] como un sujeto urbano burgués que reproduce objetivamente su subjetividad y prácticas que internalizadas a través de los medios asumimos como naturales y nuestras.

El otro para este sistema perverso aparece como mediación para lograr fines[3], como vemos por ejemplo, los casos en que para no tener relación de corresponsabilidad con el otro en la procreación de la vida humana, se apela a mecanismos artificiales para engendrar vida. De modo que ya van apareciendo prácticas como la de alquiler vientres[4], o compra de semen almacenado en bancos y la cada vez más frecuente “crianza” de hijos en hogares monoparentales y disfuncionales. Esta realidad revela una profunda crisis de sentido de la vida, una que ya es existencial porque en la soledad no hay existencia sino vacío, y la soledad y el vacío son tácticas del sistema dominante para impedir generar los mecanismos que resisten a la modernidad capitalista neoliberal que es la vuelta a la grupalidad, a la familia y la comunidad como instancias para constituir nueva cultura y resistir a la cultura fragmentaria consumista de la modernidad capitalista.

Ante esta realidad Alfredo Moffatt[5] nos comenta que:  “La soledad es desaparecer uno, porque uno es en la medida en que está en un grupo y tiene un rol en un grupo, si estoy solo, desaparezco, entonces en ése sentido, la soledad es altamente patológica, en la soledad no hay proyecto, porque el proyecto es con otro, la vida es con quién es el hombre, con quienes, familia, pareja, hijos y cuál es el proyecto, si me quitan el grupo, si me quitan el proyecto porque el proyecto es grupal, desaparezco… en ese sentido hay que recuperar familia y trabajo… en los grupos operativos hay un lazo solidario que da proyecto… lo que se aprende en nuestras escuelas es a proyectar la vida, crear una vida y después hacerla… la vida es un proyecto que después se hace… la filosofía existencial habla de la vida como un proyecto, no como un recuerdo”[6]

Es decir, que ante la soledad, la fragmentación y el individualismo deberemos oponerle el vínculo y las relaciones comprometidas, la unidad y la grupalidad por lo que nuestro futuro está en el retorno a la comunicación cara a cara para ser personas. Deberemos aprender de nuevo a relacionarnos con ternura, a formar pareja, familia y comunidad para hacerle frente a un horizonte civilizatorio necrófilo y dominador.

Ahora bien, hemos venido efectuando en otros ensayos un abordaje de nuestros vínculos y un diagnóstico de nuestro devenir como seres que bajo la égida de la modernidad-capitalista en su etapa más desarrollada, el neoliberalismo, hemos sido mutilados y reducidos a ser sujetos de consumo descomprometidos y egoístas. Nos avocaremos en este ensayo como una continuación del artículo “Los medios de “comunicación”, los nuevos instrumentos de dominación de la modernidad-capitalista que obstaculizan la constitución de la comunidad como reino prometido.” a reflexionar nuestra realidad venezolana que bajo el asedio de una guerra psicológica fragmenta la vida y potencia la ruptura de los vínculos, pareja, familia y comunidad. Trataremos apelando esta vez a un lenguaje perteneciente a la Psicología Social Pichoniana como marco teórico referencial de plantear mecanismos que nos faciliten reconstruir las tramas vinculares en el encuentro cara a cara, como instancia comunicacional donde en la praxis con el otro gestemos la cura ante la patología que significa la modernidad capitalista en esta etapa neoliberal. Para ello asumiremos que el ser humano no es sólo un aparato psíquico sino que su sentido es existencial e histórico, es decir, el humano como persona es una historia de vida, un argumento, un relato. Lo mismo decimos de las naciones y de las regiones del mundo que como historias se entraman y vinculan generando un entretejido hasta llegar a la historia de cada quien que entramándose con otras historias va constituyendo la historia de cada familia, grupo, comunidad, región, nación y continente, y así dialécticamente. Es así que apelamos a la premisa de que somos sujetos históricos y sociales, producidos y productores, habitantes y habituados de lo contextual[7] como un principio opuesto a la noción de individuo[8]. Veamos:

Como bien sabemos y vivimos, Venezuela es un país que se encuentra bajo asedio económico, político, militar y psicológico desde los primeros años del siglo XXI. Dicho asedio se debe a lo que sabemos es el intento por controlar los bienes naturales que subyacen en nuestro suelo y de los cuales las potencias quieren hacerse cargo para continuar con la reproducción material objetiva del metabolismo con el que la modernidad capitalista se perpetúa. De modo que, la narrativa nacionalista, de independencia, reconocimiento y de intento de construir otro mundo, es narrativa que pone en peligro a los intereses de la modernidad capitalista como horizonte, por lo tanto para los países centro que han impuesto a la modernidad como horizonte civilizatorio es necesario destruir toda intención y práctica comunitaria que atentan contra el individualismo y el consumo. De modo que durante los últimos cinco años de la segunda década del siglo XXI Venezuela es blanco de una guerra de amplio espectro que se cierne sobre el pueblo. Esta guerra consiste en acentuar la fragmentación del tejido social, de los lazos y los vínculos que como bien decíamos es parte de la ontología de la conquista, y que en Venezuela se acentúa para terminar de desentramar y dominar a la población convirtiéndonos en sujetos pasivos reproductores alienados de una narrativa imperial. Por ello, la explícita y evidente fragmentación social devenida de la modernidad-capitalista y ahora la desvinculación potenciada por las “redes sociales”, aunada a la guerra psicológica y económica que transitamos, ha elevado los montos de ansiedad ante el miedo a la perdida de la situación conocida y el miedo al ataque[9] de la situación por conocer, acentuando las vivencias de ausencia, muerte e incertidumbre.

Queremos decir que estamos atravesando por un proceso de crisis, de cambio de nuestros esquemas conceptuales, referenciales y operativos[10] de nuestra cultura; es decir, o nos liberamos y vamos a la independencia corresponsable, a la curación, a la situación desconocida, diríamos nosotros a la constitución del ser comunitario o ser de liberación Nuestro-Americano o regresamos a los esquemas que siempre nos han dominado, saqueado y enfermado: a la situación conocida, la situación de confort, es decir, continuar siendo seres fragmentados, egoístas descomprometidos y reducidos a objetos, en otras palabras, continuar reproduciendo el mito de la modernidad.

Nos parece muy importante mencionar que desde la aparición de Chávez en la escena mundial como símbolo y referente de liberación de los pueblos, comenzamos a atravesar como pueblo y nación por un proceso de des-estructuración de nuestros esquemas conceptuales referenciales y operativos estereotipados[11] producto del mito de la modernidad capitalista. Nos explicamos mejor:

Toda des-estructuración trae consigo un proceso de crisis, que es estar en la diatriba entre lo viejo y lo nuevo, en el espacio de transición en que se es y no se es al mismo tiempo. Durante el proceso entre ser y no ser, nuestras herramientas conocidas, nuestros modos aprendidos de comunicarnos con el mundo y con los otros ya no son operativos, es decir, ya no dan cuenta ni respuesta a la realidad que vivimos. Es así que por no encontrarnos instrumentados adecuadamente para atravesar dicho proceso, aparecen la incertidumbre, y en algunos casos suicidios y brotes psicóticos[12], estos últimos son un irse hacia adentro, hacia las regiones más arcaicas de la mente, donde no hay posibilidad de comunicación con el mundo externo. Estando en ésa región arcaica, los códigos comunicacionales no son comunes, no logramos verbalizar, no nos podemos comunicar con la realidad y quedamos encerrados adentro. Cuando esto ocurre, la forma de traer a la realidad de nuevo a la persona que entra en brote o crisis es logrando comunicación, volver a establecer códigos comunes y sólo se hace con otros, es decir, en grupo. Mientras que los suicidios ocurren por la incapacidad o baja tolerancia a la realidad y la situación que agobia. Se recurre al suicidio porque la situación que agobia se vuelve persecutoria y al no poder modificarla la persona recurre a la destrucción del objeto perseguidor que muchas veces está internalizado, por eso se destruye la persona misma, se suicida.

Ahora bien, en las crisis existenciales o de pasaje donde nos desestructuramos, es decir, donde nos despersonalizamos ocurre que no podemos leer la realidad, no la comprendemos y no podemos hacer sobre ella, se crea una sensación de discontinuidad de la historia personal, de nuestro relato, quedamos desnudos, como en el aire, fuera de nosotros mismos “nos salimos de la película”. Para reparar o podernos meter de nuevo en nuestra historia y en nuestro relato, necesitamos vincularnos, es decir, volver a existir mediante los otros y con los otros. Necesitamos proyectarnos de nuevo, podernos imaginar en un mañana y comprendernos en el hoy para poder instalarnos en el por ser. Al respecto Alfredo Moffat[13], psicólogo social cuyo recorrido con comunidades terapéuticas y sectores marginados es amplio, propone para salir de la crisis, un tratamiento que consiste en rearmar la vida, es decir, reparar la vida de las personas como historias que van del ayer al mañana, por ello nos dice: “el tratamiento es también un modelo de cómo armar estructuras de continuidad que nos permitan vivir el presente como salto entre lo que dejamos y lo que obtenemos. Por eso, él (persona, paciente) tiene que constituirse el giro del tiempo: algo debe ser anticipado, luego vivido, y por último, recordado. Debe darse cuenta como consecuencia de tener etapas progresivas para evitar la vuelta a los síntomas, pues cuando el cambio ha sido demasiado rápido puede producirse la vivencia de despersonalización y, al no reconocerse, el paciente suele volverse atrás sufriendo una recaída. Debemos lograr primero que se anticipe como  “el otro” que quiere ser y una vez que lo conozca bien, ayudarlo a que se instale en ése yo-por-ser para que pueda reconocerse como él mismo que se anticipó de esa manera”. “Esta necesidad es la que determina que el proceso terapéutico no pueda ser muy rápido. Las curas bruscas son inestables, pues al no autopercibirse el paciente como él mismo que era, recurre a su “querida y vieja” neurosis para volver a ponérsela y reconocerse como él mismo en el espejo de la mirada ajena. Recordemos que cuando el tratamiento tiene buen éxito suele provocar también el camino de vuelta de la enfermedad. En general puede decirse que la terapia consiste en incluir al paciente en un proceso por el que se admite, se explica y también se inventa otro proceso: el de su historia vital, se acepta recorriendo una vida, la suya”[14]

Moffatt pone el ejemplo en el tratamiento de la persona como historia, pero, hagamos el ejercicio de ponerlo en lo social. Nos encontramos en una sociedad que ahora está en crisis, despersonalizada y desestructurada, está en el aire y en transición y que no encuentra cómo instalarse en ese otro por ser que está en el futuro como prospectiva. Como sociedad no estamos instrumentados psico-socialmente para recorrer el proceso de des-estructurarnos para estructurarnos desde otro lugar.

Venezuela, un país que es producto de la colonización, que ha tenido a la violencia marcada desde 1492 y que desde principios del siglo XX se le inoculó forzosamente una cultura petrolera y extractivista que acentúa el individualismo, donde lo comunitario está fragmentado y desentramado, se piensa y vincula en términos del ego conquiro descomprometido producto del neoliberalismo, es un modo de vinculo incorporado en nuestras matrices como nación[15].

Nosotros saltamos en un periodo muy corto, de pensar y hablar desde un lenguaje e historia alienada e impuesta; es decir desde un modelo capitalista, hacia un lenguaje e historia nacionalista que busca mirarse desde lo endógeno y proyectarse como socialista, comunal y eco-socialista, es decir, una nación comunitaria. Estos modelos son antagónicos en sus modos de producir la vida, es decir, en sus modos de producir el mundo cultural, económico, espiritual y materialmente. Son dos polaridades distintas de sentir, pensar y hacer. El cambio de ser capitalistas a comunitarios en un periodo corto es muy brusco, no hemos tenido tiempo ni espacios para incorporar ése cambio subjetivamente. No hemos tenido tiempo de instalarnos en ése otro por ser, no nos hemos podido anticipar en ése otro que queremos ser. Esto ha traído un proceso que actualmente se vive como despersonalización o incertidumbre social. No hemos podido vivir el presente como salto entre lo que dejamos y lo que obtenemos. Nos encontramos paralizados en un presente en el que el futuro es incierto, no lo podemos imaginar con claridad, nos cuesta proyectarlo, y tendemos a anclamos en el pasado, en lo conocido, en lo enfermo. La guerra económica y psicológica que vivimos como pueblo nos ha dificultado armar futuro, armar proyecto, dicha guerra busca la manera de hacernos retroceder y que nos agarremos de lo conocido y estereotipado, en pocas palabras esta arremetida busca que volvamos a lo que todavía no hemos podido dejar de ser: una sociedad consumista y dominada.

En esta sensación de incertidumbre, o pudiéramos decir de despersonalización social, la población busca “autopercibirse como lo que era, recurre a sus queridas y viejas neurosis, para volver a ponérselas y reconocerse como ella misma en el espejo de la mirada ajena... ya bien sabemos que cuando los cambios han sido demasiado rápidos puede producirse la vivencia de despersonalización y, al no reconocernos, solemos volver atrás sufriendo una recaída”.

Si una sociedad o una población enferma como es nuestro caso, también puede curarse; el curarse es un proceso que necesariamente debe buscar el vínculo para aprender a proyectar la vida y luego hacerla. Esa es parte de la tarea reparatoria que nos toca hacer

Este proceso reparador de la vida, comprendiéndola como una historia es válido tanto para una persona como para una sociedad. Pero, para que cada uno de nosotros y la sociedad podamos reparar nuestra historia, necesitamos por un lado, potenciar los espacios donde las subjetividades puedan objetivarse y contenerse, es decir, necesitamos constituir grupos, familia y comunidades. Estos espacios pueden funcionar como socio-terapéuticos, allí  podemos re-encontrarnos, repararnos y proyectarnos, porque el grupo, la familia y la comunidad son los espacios constitutivos de la identidad y de lo humano, y es desde allí que podemos hacerle frente a este mito civilizatorio que ya es patológico. Moffatt desde su trabajo con los más pauperizados, explotados y marginados por la modernidad capitalista nos dice lo siguiente: “Hay sociopatologías, cuando las sociedades enferman, y también hay socioterapias, es básico en el tratamiento de adicciones y en la enfermedad mental. Son comunidades terapéuticas donde las personas se curan porque se resocializan. Para los chicos de la calle son importantes las comunidades terapéuticas. El concepto es que alguien está sano si interactúa con los demás, si está incorporado a un grupo familiar o grupo de trabajo.[16]

Es decir, la cura está en la posibilidad de volvernos a juntar y entramar, de crear lo que el sistema ha roto, el cara a cara, el vínculo y el encuentro.

Por otro lado, para repararnos y curarnos necesitamos como sociedad nuevos modos y códigos de enunciación, para referenciar, operar y resolver la realidad desde otro lugar, esto pasa por modificar el lenguaje y los modelos comunicacionales aprendidos para poder vincularnos e inter-actuar con la realidad de un modo diferente y así modificarla.

Este proceso reparador de vida e historia tiene sentido y es posible si nos acompañamos, si nos trabajamos en los espacios, si nos contenemos los unos a los otros y nos animamos en conjunto a mirar el mañana y proyectarnos, que es lo que impide la incertidumbre e impredictibilidad del futuro producto de esta guerra. Moffat plantea cuatro pasos fundamentales para el proceso reparatorio y de adaptación activa a la realidad. Estos pasos procesuales del modelo reparatorio de la historia del sujeto en crisis son:

1.      Contención.
2.      Regresión.
3.      Explicación.
4.      Cambio o Proyecto.

Estos cuatro pasos que forman parte de un esquema operatorio para situaciones de crisis personales es análogo a comunidades, es decir, en los espacios comunitarios estos cuatro pasos pueden efectuarse y creemos que en muchos casos se dan naturalmente. Pues somos sujetos históricos y sociales, somos producidos por una historia y una cultura común, somos sujetos comunitarios, y no individuos. Toda psicología es una psicología social dijo Freud en uno de sus últimos trabajos.[17] 

En la actual crisis político-social que atravesamos, la consolidación de estos espacios de encuentro tienen la tarea implícita terapéutica reparatoria:

1.      los espacios fungen como espacios de contención social, en ellos podemos contenernos unos con otros, nos podemos sostener unos a otros y aguantar los embates de la guerra psicológica y económica.

2.      En estos espacios se puede dar un proceso de regresión: podemos buscar la forma de trabajar los problemas no resueltos. Al haber confianza podemos sentir que podemos abrirnos desde nuestra historia personal, familiar y comunitaria, podemos volver a nuestro pasado y contar nuestras historias para poner en palabras lo que no hemos podido hacer.

3.      Luego se puede dar un proceso de explicación: que es un entender y explicar cómo es que hemos llegado a ser esto que somos y por qué nos está pasando lo que nos está pasando o nos pasó lo que pasó, podemos reconstruir los hechos, podemos comprender nuestro proceso con sus contradicciones. 

4.      Y por último se da el cambio o proyecto: comprendiendo lo que pasó, podernos modificar y proyectar hacia el mañana, el hacer con direccionalidad significativa para modificar la situación existente en la que nos encontramos como sujetos y comunidad. Un poder imaginarnos qué queremos mañana y cómo lo vamos a hacer.

Proyectemos por un momento a las comunas, las comunidades, los consejos comunales, las familias y los colectivos como espacios donde se de este proceso. De hecho, parte de nuestra tarea histórica de constituir el ser comunitario o de liberación Nuestro-Americano es asumir estos espacios como reparadores de vidas y vínculos. La familia puede comenzar a retomar su rol como grupo operativo por excelencia que proyecta la vida y se pueda entramar con otras familias para constituir concretamente el reino prometido, el cara a cara que nos menciona Dussel.

El encontrarnos constantemente, en un espacio y tiempo acordado y respetado por los miembros de la comunidad, va creando en el proceso de constitución, un sentido de pertenencia y un proceso de internalización de los otros, de los vecinos y compañeros que nos va dando sentido porque la vida va apareciendo de nuevo como posibilidad, es decir, se va constituyendo el vínculo[18]. Cada quien va incorporando al otro como parte de su historia; es en pocas palabras la reconstrucción del tejido vincular-comunitario e histórico que se encuentra mutilado. Se re-constituye el vínculo y con él, nosotros como sujetos históricos, sociales y comunitarios que podemos producir nueva cultura y otras formas de producir la vida.

La re-constitución del vínculo nos permite afianzar la pertenencia, la cooperación[19] y acentuar la pertinencia con la tarea reparatoria de los espacios, y en definitiva, con lo que le da vida a dichos espacios que no es otra cosa que nos-otros en conjunción.

La vinculación de la gente en la comunidad, es la articulación de una red social real, de una red comunitaria física, de un entramado social que puede operar sobre la realidad para modificarla. Teniendo redes de gente solidaria de la comunidad, podemos pensar en proyectos socio-productivos comunitarios-endógenos nacidos desde las necesidades y los recursos materiales de la zona. (No podemos pensar un proyecto de manufactura o procesamiento de mora en una comunidad o zona donde la mora no se cultiva ni hay acervo cultural con respecto a este rubro)

El volver a reconstruir los lazos desde nuestros espacios comunitarios, nos permite apuntar a realizar el proyecto, el cambio o la cura. Al vincularnos de nuevo, podemos pensar operativamente en proyectos comunes bajo un esquema sencillo que el Movimientos de los Sin Tierra (MST) propone:

1.      Organización.
2.      Formación.
3.      Movilización.

Si nos logramos organizar en base a un proyecto, podemos formarnos teórica y prácticamente en las herramientas necesarias para comenzar la tarea ejecutora del proyecto, y luego movilizarnos con direccionalidad significativa en la concreción del proyecto.

Teniendo en el plano físico, desde lo cotidiano nuevos modos de sentir, pensar y actuar, nuevos modos de producción culturales, espirituales y materiales en experiencias comunitarias concretas,  podemos comenzar a visibilizar a través de los mass media, estos ejemplos concretos. Así, damos rienda suelta a un nuevo relato, comenzamos a narrar lo que estemos haciendo, es decir, una nueva historia, una nueva esperanza. Es poner en el plano de lo simbólico un hecho concreto que muestre el otro mundo posible. Este mostrar desde el hacer transpira esperanza entendida como proyecto y no como espera, una esperanza que sencillamente se contagia porque deviene de una experiencia real. 
Las sociedades como las personas cada cierto tiempo enferman y también se curan, porque toda sociedad es una producción histórica, vincular y social.

La transición, o cambio que vivimos como pueblo venezolano es desde el estado-situación de enfermedad a un posible curarse. Curarnos es podernos volver a juntar, caminar juntos hombro con hombro y construir en conjunto el país por ser que nos imaginamos, tarea esta que nos corresponde a todas y todos.

Necesitamos vivir el presente de transición en una historia comprensible, poder en adelante ser capaces de “recorrer nuestras vidas y nuestra historia común”

Para poder constituir el ser comunitario de liberación Nuestro-Americano, debemos aprender a recibir al otro en nuestro mundo para complementarnos, armar familia y comunidad que cultive la potencia de liberación trans-histórica que a los países dominadores y al mito de la modernidad capitalista no les interesan.

Así creemos que el reino prometido es en definitiva la constitución de la comunidad cuyas prácticas irán constituyendo un nuevo mundo.
  
Para cerrar traemos las palabras con-movedoras de Roberto “tato” Iglesias[20] Educador Popular y compañero en la construcción de otro mundo posible quien nos dice:

Es necesario volver a retomar sin miedos ni prejuicios el tema de la revolución.
Una revolución que necesariamente tiene que partir de esta realidad, aceptando que vivimos en el sistema capitalista, debemos pensar, actuar y animarnos a vivir desde otros paradigmas.
No sólo diciendo sino haciendo, buscando coherencia entre la palabra y el gesto.
Poniendo la paciencia impaciente en esta construcción.
Y tenemos que ir todos sin discriminaciones, los intelectuales y los artistas, los cojos, los mudos y los ciegos, los que pueden y los que no pueden.
Es darnos ánimo, encendernos los fueguitos, recuperar los ideales, tener siempre encendidas las luces del circo de la vida.
Aunque los payasos estén tristes, la soga de los trapecistas derruidas y la carpa remendada, el circo de una nueva vida debe continuar.
Está en nosotros…



[1] Ariel Dorfman y Armand Mattelart efectúan un trabajo que da cuenta cómo los medios de comunicación de masas van colonizando mediante sus producciones infantiles a los niños que la absorben de manera pasiva. Mientras que Enriqeu Dussel en su trabajo La Pedagógica Latinoamericana va dando cuenta de tal proceso de los medios en su cuarto punto La Economía Pedagógica donde también hace mención del papel de los medios en el proceso de colonización del latinoamericano. Véase en Dorfman, A. and Mattelart, A. (2012). Para leer al Pato Donald. [Madrid]: Biblioteca Nueva y Dussel, E. (2009). La pedagógica latinoamericana. La Paz, Bolivia: Instituto de Estudios Bolivianos, IEB, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Mayor de San Andrés.

[2] José Pablo Feinmann, el sujeto es actualmente constituido por los medios de comunicación y es a la vez constituyente de una realidad que es construida por los medios de comunicación. Véase en  El Sujeto Constituyente del Poder Mediático. Filosofía aquí y ahora 8va temporadahttps://www.youtube.com/watch?v=tzDfu-VG3Fo

[3] Enrique Dussel a lo largo de su trabajo Para Una Erótica Latinoamericana va dando cuenta cómo el principio de realidad occidentalocéntrico se ha impuesto como totalidad imponiendo un ego fálico que desde la cultura griega ha reducido al otro como mediación para lograr fines. Es así que menciona cómo en la erótica de la dominación el otro es objeto sexual o instrumento en donde el otro es cosificado. Así aparece bajo la ontología occidental el otro como objeto y no sujeto. Dussel nos comenta que para los griegos que tenían relaciones homosexuales para poder tener hijos utilizaban a la mujer como mediación para dar a luz. Esta relación es cosificación es perversa. Véase en Dussel, E. (2007). Para una erótica latinoamericana. Caracas: Fundación Editorial El Perro y la Rana.

[4] Así mismo como se usaba a la mujer en Grecia para engendrar hijos, vemos ahora que en varios países del norte global se ha legalizado el alquiler de vientres, es decir se paga para que alguien se embarace y le tenga hijos a otros. Como ahora la vida es mercancía, los europeos y norteamericanos buscan pagar en países del sur global a mujeres que en condiciones económicas precarias ceden ante los europeos que quieren tener un hijo. Esta realidad es una perversión, se utiliza al otro, al desposeído, el pauperizado para lograr un fin. Esta cosificación es el extremo de una ontología que Dussel llama Fetichista y nosotros pudiéramos decir que es macabra porque vacía e invierte los símbolos de su significados. Es decir, en este caso se dice que se está ayudando a una mujer que no tiene trabajo. Es como justificar la quema de mujeres por brujas, torturar indígenas por su salvación o invadir a un país por su libertad. Véase “De profesión preñada, neoliberalismo y reproducción” Febrero 2017. https://larepublica.es/2017/02/28/profesion-prenada-neoliberalismo-reproduccion/

[5] Alfredo Moffat como psicólogo social ha constituido prácticas terapéuticas comunitarias en los lugares más abandonados de la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Sus escuela de Psicología Social está dispuesta para la formación de psicólogos sociales que mediante técnicas grupales, pscodrama, sociodrama, la teoría de la comunicación y el psicoanálisis trabajan con situaciones de crisis creando la grupalidad y reconstruyendo vínculos e historias de vida.

[6] Entrevista realizada por Cartago Televisión a Alfredo Moffatt. Terapia de Crisis (1 de 4). Tomado de  https://www.youtube.com/watch?v=PMP-a21LOlE

[7] Esta noción es propuesta por Gregorio Kazi que bajo la mirada de la psicología social pichoniana nos comenta que el sujeto no es tampoco individual, sino que es una producción grupal e histórica que carga sobre sus hombros relaciones de clase y culturales que condicionan los modos de vincularse de los sujetos con el mundo. Véase  en Kazi, G. (2006). Hacia una psicología social histórica. Buenos Aires: Ediciones Madres de Plaza de Mayo.

[8] Según nos va comentando Dussel, el sujeto nunca fue un individuo, siempre ha sido comunitario, es un sujeto singular que emerge de la comunidad como espacio constitutivo de identidad, de vínculos y relaciones agregaríamos nosotros. Véase Dussel, E. (1986). Etica comunitaria. Florida, Argentina: Ed. Paulinas. 

[9] Para Enrique Pichón Rivierè, los miedos básicos son dos miedos coexistentes que subyacen en el ser humano: “Toda situación de aprendizaje, haciendo extensiva la noción de situación de aprendizaje a todo proceso de interacción, a todo tipo de manipuleo o apropiación de lo real, a todo intento de respuesta coherente y significativa a las demandas de la realidad (adaptación), genera en  los sujetos dos miedos básicos, dos ansiedades básicas que hemos caracterizado como el miedo a la pérdida y el miedo al ataque: a) Miedo a la pérdida del equilibrio ya logrado en la situación anterior, y b) Miedo al ataque en la nueva  situación en la que el sujeto no se siente adecuadamente instrumentado. Ambos miedos que coexisten y cooperan configuran, cuando su monto aumenta, la ansiedad ante el cambio, generadora de la resistencia al cambio. Dicha resistencia al cambio se expresa en términos de dificultades en la comunicación y el aprendizaje. El desarrollo del grupo se ve obstaculizado por la presencia del estereotipo en el pensamiento y la acción grupal.” Enrique Pichón Rivierè. El Proceso Grupal. P. 210

[10] La noción de Esquema Conceptual Referencial y Operativo (ECRO) es un término utilizado por la psicología social pichoniana para enunciar los esquemas con los cuales se mueve un ser humano para operar en el mundo, al respecto se dice: “El ECRO es un conjunto de conceptos teóricos ('conceptual'), que son referidos a un grupo y a una situación concreta ('referencial') para trazar instrumentalmente ('operativo'), sobre esas bases, una estrategia de cambio que se constituye como la tarea de un grupo operativo. El ECRO es ante todo un instrumento”.  Ibídem.150, 207

[11] La noción de estereotipia es utilizada por Enrique Pichón Rivierè para dar cuenta cuando hay estancamiento en los procesos de comunicación y aprendizaje, se paraliza el proceso dialéctico quedando el sujeto a merced de un circulo dilemático sin posibilidad de resolución. Véase en Enrique Pichón Rivierè, El Proceso Grupal (1970).

[12] Hacemos la aclaratoria del uso del término brote psicótico porque no concebimos a la enfermedad mental como una situación estática, la enfermedad como la salud son condiciones en las que se navega, es decir, la misma enfermedad mental tiene periodos de mejoría y otros de complicación. Así mismo como el cuerpo se enferma, también se cura. Una gripe no dura toda la vida. Volviendo al tema que queremos explicar, aclaramos que psicosis es la pérdida de la comunicación con el mundo, donde se crea una realidad que sólo la persona que está en brote comprende. Hay pérdida del juicio de la realidad, hay desajustes importantes con la realidad. Normalmente confundimos psicosis con psicopatía. La psicopatía es no tener interioridad. Generalmente el psicópata no siente culpa, no tiene capacidad de lograr empatía, por ello asesina o manipula. Mientras que el psicótico queda encerrado adentro, el psicópata queda encerrado afuera, se le decía en el siglo XIX loco moral. Véase en Alfredo Moffat. Psicoterapia existencia (2011) y también en Jarne Esparcia y Talarn Caparrós, Manual de Psicopatología (2015).

[13] Alfredo Moffatt es un Psicólogo Social, psicodramatista y arquitecto argentino que basa sus trabajos en la creación de espacios de encuentro y terapias populares donde la gente puede reparar su vida vinculándose y arreglando su historia vital. Es co-fundador junto a Pichón Rivière de la Peña Carlos Gardel en el fondo del Hospital Psiquiátrico José Tiburcio Borda de Bs As, Argentina. Fundador de la Escuela de Psicología Social Nacional de la Argentina, de COOPERANZA, El Bancadero y Las Oyitas, iniciativas de ayuda y cooperación mutua psicológica.

[14] Alfredo Moffatt. Terapia de Crisis: La Emergencia Psicológica. Pp. 56-57 

[15] Aunque sabemos, Venezuela no es un territorio culturalmente homogéneo, por consiguiente la realidad varía de acuerdo a cada región.  Al respecto abordaremos más adelante en un trabajo por hacer mediante este marco teórico referencial, la constitución de la violencia en el venezolano producto de la cultura de la extracción.  

[16] Entrevista realizada por CimientoTv  a Alfredo Moffatt. SALUD MENTAL Y SOCIEDAD / Bloque 1. Tomado de: https://www.youtube.com/watch?v=K5fByxIFfw4

[17] Véase en Freud, S. (1955). El malestar en la cultura. Buenos Aires: Santiago Rueda Editor.

[18] Tanto Pichón Rivierè como Ana. P. Quiroga dieron cuenta que el sujeto es una producción grupal que se internaliza a través de un complejo entramado de relaciones. El vínculo la relación bidireccional y dialéctica de un sujeto con un objeto u otro sujeto. Es decir,  cómo este objeto-sujeto afecta al sujeto que establece un vínculo y viceversa. Véase Enrique Pichón Rivierè, Teoría del Vínculo (2000). Por lo tanto El sujeto va internalizando sujetos, objetos que tienen una carga emocional, vivencias que irán configurando su mundo interno. Así un sujeto internaliza roles, situaciones y recuerdos que le darán su argumento vital, su historia. Véase en Ana. P. Quiroga. Proceso de Constitución del Mundo Interno (1978).

[19] La afiliación o pertenencia, la cooperación,  la comunicación, el aprendizaje y la telé, son aspectos que todo grupo posee y mediante los cuales se evalúa el grado de obstáculos que tiene el grupo y sus integrantes para llevar a cabo una tarea. Es en el grupo donde se ponen de manifiesto los modelos comunicacionales y de vinculo internalizados de cada quien. “el campo del grupo operativo está poblado por los roles prescriptos o puestos, que definimos en términos de pertenencia, afiliación, cooperación, pertinencia, comunicación, aprendizaje y telé, que representados en forma de un cono invertido convergen como roles o funciones para provocar en la situación de tarea la ruptura del estereotipo" Enrique Pichón Rivierè. El Proceso Grupal. P. 187

[20] Roberto “Tato” Iglesias es un Educador Popular y Sociólogo Argentino, fue discípulo y amigo de Paulo Freire, es fundador de la Universidad Trashumante en Argentina. http://trashumante.ourproject.org/