Poemas, canciones, estudios, crónicas, plástica. A la largo de la historia ha sido abundante la producción que se ha escrito sobre La Azulita, como una manera de testimoniar la belleza de sus paisajes y gente. Aunque con menor repercusión, podríamos trazar semejanzas con la Comuna El Tambor, motivo de documentales y crónicas sobre su desempeño productivo y saldo organizativo. Pero son pocos los que han hecho referencia a la fuerza de El Tambor. Sí, así como lo leyó, la fuerza que se esconde en El Tambor, una unión de elementos naturales, mágicos, simbólicos, agrícolas y políticos.
Por los caminos
que transitamos nos recibe el árbol Tambor, guardián vegetal de
belleza exuberante coronado por flores amarillas que contrasta con
el follaje oscuro del árbol, otorgándole un atractivo
característico dentro de la flora nativa.
La comuna tiene
cerca de 500 familias, poco más de 4000 habitantes.
Dicho
enclave comunal alberga a la Torrefactora, sede de la Empresa
de Propiedad Social Directa (EPSD) Corazón del café
que cuenta con el arrime de ocho productores cafetaleros, todos con
producción orgánica proveniente de 3 aldeas aledañas. Ya son cinco
años de esta obra levantada en revolución, que también ha contado
con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas (PNUD). Durante el
año 2015 se contabilizaron ocho toneladas de café debidamente
empaquetadas y distribuidas.
En la actualidad, los compas han decidido hacer una pausa en la producción luego de analizar detalladamente la lógica del mercado, que pervierte las posibilidades de construir un sistema económico comunal. Nos comentaban los comuneros Julio Mota y Shirley Guerra, voceros de la empresa, que las condiciones para el cultivo cafetalero han cambiado con el paso del tiempo, en donde la ganadería extensiva y los monocultivos de ciclo corto, particularmente la papa, la zanahoria y el ajo, han arrebatado considerables extensiones de terreno a la prácticas ancestrales de los cultivos cafetaleros.
La cara más
terrible de este panorama, la presenta la contaminación de las
principales fuentes de agua del municipio Andrés Bello, producto del
uso indiscriminado de agro-tóxicos, de químicos para limpiar las
vaqueras, así como la presencia de las heces fecales de la ganadería
en las fuentes vitales.
Sumado a lo
anterior, el cultivo del café ha perdido un elemento de carácter
nucleador, se trata del carácter familiar que conformaba el proceso
productivo cultural, donde todos los miembros participaban de forma
mancomunada.
-Hoy
no tenemos generación de relevo que asuma el tema del café en
particular, y el tema de la tierra en general. Los chamos quieren
trabajar de moto taxi, qué se yo, vender discos quemados, de todo,
menos lo que esté vinculado al trabajo del café. De ahí nace este
proyecto, cuya principal intención era la recuperación del café y
poder captar mano de obra joven, y así vincularla con nuevos
procesos tecnológicos... -nos
dice Julio, mientras compartimos un almuerzo en los espacios de la
torrefactora.
Estamos
hablando de unas 4000 hectáreas que vienen cultivándose para
arrimar su producción a la empresa, pero que una economía de
mercado distorsionante ha venido coartando, ya que ha modificado
sustancialmente la realidad y las necesidades del campesinado.
Productorxs que en muchos casos han sido beneficiados por distintos
programas de estado en materia agrícola, pero que terminan ofertando
según la lógica mafiosa de los mercados de mayoristas, lo cual
incide en un aumento significativo al precio del consumidor final,
cuando en la realidad, producir y distribuir el café puede estar
ajustado a una lógica distinta, de precio justo, solidaria.
Lo
dicen estos compas, quienes han venido realizando una labor
cuidadosa, metódica,
sumamente apasionante
para producir café
a la sombra,
una vía más sustentable y en equilibrio con el medio ambiente, que
tiende a relacionarse con los postulados de la agro-ecología, pero
que en definitivas cuentas, se trata de rescatar la ancestralidad.
Por ello, los
compas se vienen pensando y caminando en las articulaciones
necesarias para continuar la producción de café. Sin disminuir con
ello, la producción agrícola de la comuna para autoabastecerse.
Se trata de las
decisiones ético políticas que acompañan la posibilidad de
construir poder, de parir autogestión y autogobierno.
¡Qué
ironía! El café más caro del mundo proviene de la cagada del
elefante, vieja pugna capital vs. conciencia.
Paisaje e historia
Cuenta
la historia que por estos mismos senderos que caminamos, entre
plantaciones de cafeto, alguna vez fue el camino real por donde se
transportaba el café hacia el Puerto de Gibraltar. De allí, que los
compas de la torrefactora se hayan planteado una ruta
turística del café, donde
plantación adentro se explica el proceso de cultivo, recolección,
procesado y distribución del mismo.
Estos
parajes de inusitada belleza, albergan el páramo El Tambor, donde el
pico homónimo se alza a 3047 m.s.n.m. por tal motivo, este accidente
geográfico establece la toponimia. Por si fuera poco, en este páramo
se encuentra la piedra El Tambor, piedra sagrada a la cual se le
atribuyen poderes curativos. A su vez, la piedra tiene una
característica resonante, por lo cual se le compara con un tambor.
El
pico, la piedra, el páramo y el árbol han construido un imaginario
natural, mágico, simbólico e histórico que alimenta una herencia
cultural, signada por la resistencia, por la insurgencia. Aunque hoy
día la participación en la comuna se ha visto mermada (como en
distintos espacios militantes a nivel nacional), producto de la
situación tan compleja que se vive, no por ello se ha detenido la
construcción de los sueños. La experiencia de estos compas, es la
concreción de una militancia consciente de su rol histórico, que
rescata el trabajo colectivo por encima de cualquier parcelamiento.
He aquí una experiencia concreta del cómo se disputa la
batalla de lo cotidiano. Hermoso país en movimiento.
*A excepción de la imagen inicial, todas las fotografías son cortesía de Tatuy TV.
*A excepción de la imagen inicial, todas las fotografías son cortesía de Tatuy TV.
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